Fue la primera que conseguí publicar, y también de las primeras que escribí, cuando apenas tenía veintipocos, cuando los sueños cultivados desde la infancia y sobredimensionados en la adolescencia empezaban a darse de bruces con la realidad, cuando la ilusión cedía al desengaño y la rabia comenzaba a vapulear cualquier atisbo de inocencia…

“Desesperación, representada a través de varias historias con personajes repletos de dolor y fracaso y, en algunos casos, con las manos manchadas de sangre”.

De lo que ocurrió después, cómo y por qué ya he escrito bastante… Y no es cuestión de regodearse. Una vez que el libro está al alcance de quien quiera leerlo y el autor ha tenido oportunidad de explicar cómo llegó a la historia que cuenta y los distintos procesos que la hicieron posible… desaparece. Porque a partir de ese momento son la novela y las opiniones de quienes la leen los auténticos protagonistas.

“Busca el impacto, alternando la sucesión de acciones con fugaces pensamientos y con oscuros sentimientos a flor de piel, en un juego literario continuo”.

El otro día, echando un ojo a los mensajes recibidos en la página en Facebook de ALMAS GRISES, encontré uno de José María Lerín, autor de “El escondite del deseo”, en el que daba su opinión sobre la novela. Y como hice con en que me envió de ISLA PERPETUA, he decidido compartirlo.

“El argumento es bueno, pero lo mejor de la historia es la complejidad de los personajes; excelentemente construidos, con sus contradicciones, sus bajas pasiones…”.

Quién sabe, quizá alguien más se anime…

“Las buenas historias tienen que ser atractivas, frescas, ágiles… y al mismo tiempo, tener calidad literaria, originalidad y capacidad para hacer pensar y reflexionar al lector. ALMAS GRISES tiene todos estos elementos. El estilo narrativo es claro, directo. Prescinde casi completamente de descripciones físicas, lo que importa es el escenario, la atmósfera opresora, aunque, con buen criterio, se permite algún momento humorístico puntual (por ejemplo, la escena de Codina en el WC).

La narración en presente le aporta inmediatez y dinamismo. Busca el impacto, alternando la sucesión de acciones con fugaces pensamientos y con oscuros sentimientos a flor de piel, en un juego literario continuo. Sus diálogos son directos y creíbles.

En resumen, la novela tiene sello propio, posee personalidad. El argumento es bueno, pero lo mejor de la historia es la complejidad de los personajes; excelentemente construidos, con sus contradicciones, sus bajas pasiones… Un personaje sobresale ante los demás, que es Toledano (sobresaliente el tramo final con la carta, la escena de la iglesia… y todas sus reflexiones), pero me ha gustado particularmente el de Ángela: por un lado es una mujer fuerte, sobria, profesional, inteligente… pero por otro lado, hay un momento en el que cede a escabrosos deseos sexuales y otro en el que sufre un exceso de confianza que pagará caro. También Doni es un personaje interesante, con ese papel de poli secundario que asume al principio, se va curtiendo a lo largo de la historia en un incansable luchador que, al final, es preso de sus propios deseos contradictorios.

La historia hace partícipe al lector de cuestiones tales como la violencia gratuita, la corrección política, el lado más tétrico del ser humano o la manipulación informativa. Sin proponer ninguna conclusión clara ni ninguna “moralina”, deja que cada lector saque las suyas propias.

No sé si os gusta Bruce Springsteen. Hay un disco llamado “Nebraska” en el que el Boss se despoja de su imagen de rockero, se encierra en una habitación con una guitarra y una armónica e interpreta diez canciones donde no hay ni un atisbo de esperanza; sólo desesperación, representada a través de varias historias con personajes repletos de dolor y fracaso y, en algunos casos, con las manos manchadas de sangre. ALMAS GRISES me recordó mucho a lo que transmite este disco. El otro día su autor proponía en Facebook sugerencias para una banda sonora de ALMAS GRISES; ahí está mi opinión (y mi recomendación musical).

Mi más sincera enhorabuena por la novela”.

Mi más sincera gratitud, José María.