Internet sigue sorprendiéndome. Ha llegado un momento en que sin apenas hacer nada no dejo de conocer personas que se “entregan” mientras yo no dejo de preguntarme la razón. Porque conocer a alguien por Twitter, continuar la “relación” por mail, que acabe invitándote a su casa en Barcelona… y tú aceptes… ¡no tiene precio!
La primera vez que nos vimos cara a cara en Barcelona, en su casa, supe que nos llevaríamos bien. No solo por su sonrisa. Sino por tener maquetas de Star Wars colgando del techo del pasillo, un Halcón Milenario en la mesita de noche, unos ATT en la cocina, láminas firmadas en el cuarto de baño… y toda una estantería repleta de cómics, muñecos… Un paraíso para alguien como yo. La persona y su casa. Sólo había (y hay) dos problemas:
– Que tiene pareja.
– Que es un hombre.
Y un buen amigo.
Porque Borja es escritor. Y un mes después de mi debut con Almas Grises, él publicó La agencia, también con La Factoría de Ideas. Ese fue el motivo de conocernos por Twitter. Luego pasamos al mail. Y así, sin comerlo ni beberlo, cuando le comenté que tenía pensado subir a Barcelona un fin de semana, me ofreció su casa. Así que cuando llegué charlamos, vimos a unos amigos, me dio las llaves de su casa y se fue a la de su novia.
Encontrar a alguien así en estos tiempos… es un regalo. Y demuestra que, pese a todo, Internet es un buen vehículo para conocer gente. Pero es innegable la necesidad de dar el salto al mundo real para que eso que se ha creado entre dos personas se convierta en algo auténtico. En caso contrario puede quedarse en un simple juego (que no está mal) con riesgo de torcerse y derivar en una fantasía condenada al fracaso.
El otro día bloqueé a cierta persona (decía que era una mujer) que empezó a bombardearme con mensajes absurdos. La imagen de Glenn Close en Atracción fatal me encogió los huevos. Pero también la de Anthony Perkins en Psicosis. O Michael Cane en Vestida para matar.
Porque todavía hay quien vive de fantasías pegado a una pantalla del tamaño de un paquete de tabaco. Puede que encontrar personas que merecen la pena por Internet sea un milagro, pero nunca sabrás la verdad si no aceptas dar el salto y vives la aventura de conocerla en carne y hueso.
Aunque a veces pueda suponer una decepción…
Tu eliges qué pastilla quieres tomar: la que te lleva al mundo donde las cosas son como te gustaría… o donde son, simplemente, como son.
Lo primero confesar que me extrañaba que una chica tuviese maquetas de Star Wars colgando del techo del pasillo, un Halcón Milenario en la mesita de noche y todo lo demás me sorprendería je je je je.
Lo segundo… que las personas siempre serán únicas tal y como son, si decidimos aceptarlas. Y que sabiendo eso, Internet solo nos ha brindado un paso enorme para poder hablar con esa gente a kilómetros de distancia que son igual de especiales que si las hubiésemos tenido al lado.