“En el verano de 2006, Jim Fallon, un científico norteamericano especializado en neurología, comenzó una investigación privada para determinar el riesgo que tanto él como sus familiares corrían de padecer Alzheimer. Para ello extrajo muestras de ADN de sí mismo y varios familiares al tiempo que todos se realizaban diversos escáneres cerebrales. Una vez analizados los resultados, Fallon no se encontró con el señor Alzheimer… sino con algo mucho peor: el síndrome de Jacobs. Míster Gen Asesino.
El ser humano cuenta con veintidós pares de cromosomas y un último, el veintitrés, que contiene la información sexual: XX para las mujeres y XY para los hombres. La repetición o ausencia de cromosomas puede desencadenar diversos tipos de anomalías, por ejemplo, el síndrome de Down, que se produce cuando se tienen tres cromosomas del par veintiuno. En otros casos, esa anomalía puede estar provocada por los cromosomas sexuales. Y existe una en concreto que consiste en tener dos cromosomas Y, lo que se ha vinculado al comportamiento violento y criminal. El síndrome de Jacobs. El Gen Asesino que Jim Fallon encontró sin proponérselo en su particular investigación.
Muchos son los científicos que han intentado demostrar si existe una relación entre el gen XYY y un comportamiento violento y criminal. Los patrones comunes que se encuentran en quienes lo poseen son los siguientes: suelen ser altos y delgados, sufren acné severo durante la adolescencia, y generalmente padecen perturbaciones en las áreas del cerebro que controlan la emotividad e impiden que la serotonina inhiba sus impulsos violentos. A ello habría que añadir dificultades en el lenguaje, problemas de aprendizaje y fracaso escolar.
De sus estudios también se deduce que otros factores como el consumo de alcohol, crecer en un entrono hostil o sufrir carencias afectivas, sobre todo durante la infancia, pueden favorecer el despertar de este tipo de comportamiento en los portadores del gen.
Pero lo que más le preocupaba a Fallon era: “¿será hereditario?”. Hasta aquel momento, el argumento más sólido sobre el que se apoyaba esta teoría era el estudio de una familia holandesa en que ocho miembros de tres generaciones distintas presentaron un comportamiento criminal extremo. Y Fallon descubrió que podía ser el caso de los suyos cuando su madre le confesó que en su árbol genealógico había al menos siete presuntos asesinos, entre ellos Thomas Cornell, ahorcado en 1673 por asesinar a su madre, y Lizzie Borden, acusada de matar a hachazos a su padre y su madrastra en 1892. Entonces no supo qué pensar, porque los resultados decían que ningún miembro de su familia había heredado el gen XYY… excepto él. “¡Esto podría causar problemas en la próxima fiesta familiar!, bromeó Fallon en una entrevista concedida al Wall Street Journal. Por el momento no se lo toma muy un serio. Vive en una tranquila zona residencial cerca del campus de la Universidad de California, no bebe, no tuvo una infancia difícil ni mucho menos le faltó cariño por parte de sus padres. Nada parece indicar que vaya a convertirse en un asesino de la noche a la mañana.
Aunque nunca se sabe…”
(Fragmento de ISLA PERPETUA, una novela del menda lerenda. ¡No te pierdas el book trailer!)
Qué ganasssssssssssssssssssssss
Ya queda menos…