Tienen que ir a la discoteca de un pueblo perdido de la mano de Dios en busca de aspirantes para el programa Mejor petardo que poco acompañado. Allí estará Ramón, su protagonista. Haciendo un bolo. O lo que es lo mismo, cobrando unos tres mil pavos por dejarse ver durante un par de horas, haciéndose fotos con las chicas y sin pagar un solo peloti que se meta entre pecho y espalda (de hecho, si es listo, todo lo que meta será gratis).
Y tienen que hacerlo, en palabras del director, discretamente.
Esto es, sin que se entere ni Perry. Suena contradictorio, ¿o no?
Ramón oteará el horizonte en busca de chicas que le gusten y que serán tentadas para venir a La Capital y participar en el casting.
– ¿Podemos acercarnos a Ramón para que nos diga a quién quiere?
– Si, pero discretamente.
Esto es, sin que toda la discoteca se vuelva loca cuando se enteren de que están allí los de la tele. Suena raro, ¿no?
Una vez seleccionadas, habrá que hablar con las afortunadas para decirles de qué va la vaina.
– ¿Preguntamos a las chicas si quieren venir al casting?
– Claro, pero discretamente.
Esto es, sin que se produzca una avalancha de jovencitas locas por sus minutos de gloria televisiva que culminarán con un posado en la portada de una revista mostrando sus recién estrenados pechos asiliconados. Suena imposible, ¿no?
Porque discretamente significa “a mí no me mires”. Esto es, da igual qué hagas o cómo. Porque si algo se tuerce, la responsabilidad será cien por cien tuya. Que no sabes hacer las cosas discretamente. No es ordeno y mando. Sino sugiero y me cruzo de brazos. Porque discretamente no es ni blanco ni negro, ni chica ni limoná. Es me lavo las manos. Eludir responsabilidad. Escurrir el bulto. Enmarronar a otro.
– Lo siento, pero se corrió la voz…
– Lo sabía. ¡Mira que te dije que lo hicieras discretamente!
Que es como abandonarás el despacho, con la errónea sensación de que, efectivamente, eres un incompetente.
Que es como se forjan las carreras de éxito.
Como se esgrime el poder.
Y los pusilánimes mantienen sus sillones de cuero.
Porque para llegar ahí ni siquiera hace falta tener talento.
Basta con ser DISCRETO.
Si las cosas salen bien, será mérito suyo.
Pero si las cosas salen mal… siempre será culpa de otros.
Como se suele decir,..antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres.
Es muy propio de la gente echar la culpa a los demás y q esos mismos cargen con toda la responsabilidad.
Aquí el q no corre vuela, todo sea por salvar su culo, sin importar a quién o qué arrasan y dejan hecho una mierda..
Una cuestión de supervivencia, que a veces no se basa en quién es el más fuerte… sino el más listo!
Efectivamente!
O “efectiviwonder”… como decíamos cuando éramos unos chavales!