No he tenido más remedio… porque tengo una necesidad. De relacionarme con el sexo opuesto. Con algún polvo de por medio. Y gratis. Porque hace años que perdí la “chorbagenda”. Y mi círculo social se ha estrechado tanto que por él no entraría ni mi picha (y no soy ningún John Holmes). Conclusión: había que hacer algo. Atrás quedaba la época en que, siendo el único soltero, acudías a un evento en el que aparecía la única soltera e, invariablemente, acabábais en la cama. Ahora, incluso esa solterona ha dejado de serlo. Ya no se trata de que tus amigos estén casados o con pareja, sino que todos los que los rodean también lo están. Lo que antaño fuera un sencillo mundo lleno de posibilidades ahora es un laberinto en el que dar con una chavala es tan complicado como encontrar un futbolista que sude la camiseta o un Whooper de los de antes. Y cuando la masturbación deja de ser complemento para convertirse es sustento… es que tienes un problema. Además de callos en las manos. Y arañazos en todo el cuerpo como consecuencia de las peleas con tu gato para encerrarle en la cocina cada vez que te la quieres cascar a gusto en el sofá del salón.
De lo primero que me di cuenta: gratis no iba a ser. Aunque por una suma modélica (30€ por los 3 primeros meses), se me brindaba la oportunidad de conocer mujeres que se ajustaran a mi perfil (aunque yo gano más de frente). Las primeras resultaron ser mujeres que no solo tenían alergia a los gatos si no que ni probaban el alcohol ni fumaban… y considerraban a quienes lo hacemos unos viciosos y depravados. Primera criba. Luego, la segunda: las que no tenían foto (mál síntoma…). Y la tercera: aquellas que sentían pánico por quedar con un desconocido en un lugar público para tomarse una Fanta.
Al final llegó la primera cita. Hablamos de esto y aquello. Cómo y por qué nos habíamos apuntado a esa página y las inevitables comparaciones con el resto, aparentemente similares:
– Yo estoy en esta página porque me han dicho que es mucho más seria- dice ella con una sonrisa de perro pachón en toda la cara-. En las otras la gente solo busca sexo.
– ¿También las chicas?
Y asiente antes de responder:
– Las golfas.
– ¿Y qué te crees que estoy buscado yo? ¿A la Madre Teresa de Calcuta?
Pero no se lo digo. A fin de cuentas he pagado 3 meses. Y debo aprender a obtener algo a cambio.
– ¿Quieres tomarte otra?- pregunto, señalando la cervecita que acabo de finiquitar para aguantar el trago-. ¿O nos vamos a casa?
– Uy, es que mañana tengo trabajar…
O sea, que de follar ni hablamos…
Cagon la puta… Esto va a ser un master en paciencia.
(Continuará…)
¡vamos mi querido escritor de la realidad del ser humano¡no nos dejes esperando el segundo capítulo una eternidad, es un tema del que nadíe habla, un tabú que tú debes contar, para que deje de ser éso, un tabú.
lo bueno… se hace esperar!