No me gusta la poesía, y no me gusta porque mi falta de sensibilidad y de cultura me niega los niveles de elaboración y abstracción necesarios para entender lo que, con un alto dominio lingüístico y maestría literaria, consigue expresar el poeta, en un género que plasma de golpe el sentimiento y el pensamiento.
Ayer mismo, me enviaba un amigo la dedicatoria que una poetisa admirada le había garabateado en su libro. Pues bien, ni siquiera entendí esas tres frases escritas a vuela pluma que yo hubiera tardado días en pensar, elaborar y, finalmente, conseguir transmitir con ellas mi idea con literalidad y belleza.
Y quizá porque no me gusta, no echo de menos la poesía, excepto cuando se convierte en el camino para acercarme a un autor que me interesa. Es el caso de José Manuel Caballero Bonald, que me conquistó en una charla a base de humor y de un hipnotismo que solo te da la altura intelectual y la sabiduría de la vida, y que ha hecho de la poesía su medio para expresar su visión del mundo y para explorar el lenguaje. Él mismo dice que ahora es el único género que le interesa, que no se ve pensando en una historia para novelar ni embarcándose en un largo proyecto de trabajo. Afortunadamente, Caballero Bonald escribió cinco novelas, pero hace más de veinte años que no ha vuelto a escribir un libro, así que para acercarnos al Caballero Bonald de hoy, no nos queda más remedio que recurrir a esa poesía que no entiendo.
Por eso me alegra que se publique ahora su biografía, escrita por Julio Neira. Su título, “Memorial de disidencias”, es ya una declaración de intenciones que me provoca toda la curiosidad del mundo, y que tratándose de Caballero Bonald me parece de lo más apropiado.
Y lo leeré esperando con impaciencia que llegue el episodio de “Los tumbados”, nombre familiar con el que denominaban en la familia de Caballero Bonald al grupo formado por su abuelo y algunos de sus tíos que eligieron vivir tumbados, y así recibían a sus visitas o acometían sus actividades diarias con total naturalidad. Brillante.
A mi la poesía me gusta si tengo al poeta al lado y hablamos después de leerla.
Es que tú eres un poco poeta…