Desde que Oscar Pistorius conmocionara a medio mundo por haber disparado cuatro veces a su novia –desgraciadamente, no por haber batido un nuevo récord sobre las pistas- no he dejado de darle vueltas a este suceso y al hecho de que lo que hagas en un fatídico instante pueda truncar toda tu vida.
Está acusado de asesinato con premeditación, aunque él defiende que fue un hecho accidental. Lo que sí es cierto, por desgracia, es que mujeres que mueren a manos de su pareja son más de lo que nos gustaría a todos, y que muchos podrían decir que este caso no es diferente a otros solo porque los protagonistas sean personajes conocidos y admirados. Y si no ha sido un accidente, me pregunto qué lleva a un hombre que es ejemplo de superación y que se ha convertido en un ídolo en Sudáfrica, reconocido por todos después de verlo competir en Londres de igual a igual con los mejores atletas del mundo, a decidir en un minuto tirarlo todo por la borda y acabar con la vida de la persona a la que quiere. Y aquí me surge otra pregunta ¿Se puede querer a alguien si eres capaz de acabar con su vida? Seguramente sí, pero puede que solo de una manera enfermiza y malsana.
Por otro lado, ahora salen muchas voces diciendo que no les extraña, que Pistorius era así y de aquella otra manera…Sin embargo, tienes que poseer cierta templanza y cordura para ser a lo largo de tu vida un ejemplo de constancia y perseverancia para no solo superar algo tan grave como que te corten las piernas con once meses por debajo de las rodillas, sino hacer de tu minusvalía casi una aliada ¿Qué pudo pasar entonces aquella noche por la cabeza de un hombre así? Celos, dicen algunos. Él basa su defensa en que en todo momento pensó que estaba disparando a un ladrón. Parece que su fundamento ha resultado poco sólido, de hecho ya se había comentado en el tribunal lo insostenible de que Pistorius creyese que su novia dormía con él y que no se diese cuenta de lo contrario aún habiendo tenido que ponerse las prótesis y caminar siete metros hasta el cuarto de baño. ¿Fue un solo segundo de locura momentánea la que le hizo traspasar la línea roja sin pensar que una vez cruzada no hay retorno? ¿Qué ha de ocurrir para que cualquier persona esté a un paso de la locura aunque solo sea por unos instantes? Si esto puede suceder, ¿no somos demasiado frágiles ante los giros de nuestra mente que no controlamos? ¿No es lo que se pregunta también el personaje de Dostoievski en “Crimen y castigo”? Prefiero pensar que no todos somos susceptibles de cruzar esa línea, que las personas que lo hacen tienen en su haber un historial distinto al ‘nuestro’, los que nos definimos como personas normales. Y esto me recuerda que cuando en televisión preguntan al vecino del asesino, siempre responde: “Era una persona muy normal, muy educado”.
Una amiga me contó un día que cuando cogía el Metro nunca se ponía al borde al arcén por miedo a no controlar su mente y que un impulso le hiciera saltar a la vías al paso del tren ¿No es esto el vértigo? ¿El miedo a no controlar nuestro impulso a saltar al vacío?
Como decía John Carlin, seguramente Pistorius, aunque pudiera librarse de la cárcel, nunca recuperará su reputación, tampoco Reeva Steenkam recuperará su vida. Pase lo que pase al final del juicio, siempre me preguntaré ¿cómo se vive inmerso en la imposibilidad de dar marcha atrás y cambiar un instante, uno solo, de tu vida?
Yo pienso que los que nos consideramos “normales” somos en cierta medida fronterizos, q por suerte en nuestra vida no traspasaremos esa linea tan fina. Inma a mi como a ti me preocupa que tanta gente normal y educada pueda hacer este tipo de crímenes. Yo estoy petrificada desde q conocí la noticia.
Espero que ninguna circunstancia, sea la que sea, nos haga cruzar esa línea…
Tienes razón, es lamentable este suceso, y muchos otrs casos que ocurren alrededor del mundo, pero sabes creo que todos nosotros podemos caer en ese estado tan trágico de locura, solo depende de las circunstancias en la que nos podamos encontrar, poroso es importante estar en paz con Dios, o con el Universo, o con la vida…
Por tú parte buen escrito..
saludos y que tengas un buen fin de semana..
Gracias, Tomás. Buena semana
A todos nos separa de la locura una delgada línea roja… Por eso nunca debemos decir “yo nunca haría una cosa así”…
Y que lo digas, Juan Luis…