No tenía pensado ser novelista juvenil. Me parecía demasiado difícil acercarme a los lectores adolescentes, hasta que fueron ellos quienes escogieron una de mis novelas (La edad de la ira) y la hicieron suya. Desde entonces y hasta ahora, en plena promoción de Los nombres del fuego, me han preguntado en muchas entrevistas qué es la literatura juvenil,