Advierto, antes de comenzar, que esto no es una crítica: es una vivencia. Porque no puedo ser objetivo ante el trabajo de una de esas personas a quienes admiro y a quien, además, ya tengo la suerte de contar entre mis amigos. No puedo sentarme con frialdad frente a quien, cuando todavía no nos conocíamos, llenó de vida uno de mis personajes más emblemáticos -el César de Cuando fuimos dos– y que, después, no ha dejado de sorprenderme dentro y fuera del escenario. Porque David Tortosa -Richard Loeb en Excítame– es uno de esos actores de talento sobrenatural, no solo por su fuerza bajo los focos, sino porque posee algo que muy pocos tienen y ejercen: su capacidad de asumir riesgos. Y así, desde hace un tiempo, sus seguidores le hemos visto desnudar emociones en Cuando fuimos dos, provocar la risa con su vis cómica en Un balcón con vistas o, en unos meses, lo veremos combatiendo consigo -y con el mismísimo Lorca- en un intenso Tour de force. De un actor como él -versátil y generoso- solo cabe esperar valentía y amplitud de registros y eso, una vez más, es que lo que viví anoche.
Porque Excítame es una propuesta compleja, llena de matices y de una desnudez que aboca a sus intérpretes a ese temido abismo de la verdad. Pero la pareja protagonista, espléndidos Alejandro de los Santos -a quien no había visto antes y de quien me declaro seguidor desde ya- y David Tortosa, no solo sale indemne del salto al vacío, sino que consigue arrastrarnos a los infiernos de sus personajes acompañados por ese tercer -y esencial- protagonista que es el piano magníficamente ejecutado por Aitor Arozamena. La dirección escénica no busca el efectismo, pero sí la estética -cómo se agradece el uso inteligente y preciso de los recursos teatrales- y José Luis Sixto compone una función llena de recovecos en los que, como el tribunal que ha de juzgar a Nathan Leopold, recorremos el laberinto de su conciencia. Todos los elementos -el espacio sonoro, la fantástica iluminación de Juanjo Llorens- juegan a favor de una obra negra en su esencia y en su alma, porque su oscuridad no nace del horrendo crimen sino, peor aún, del análisis de las pasiones que subyace debajo. Y es que lo realmente terrorífico no es el asesinato nitzscheano, sino la certeza de que el amor -como les sucede a los protagonistas- nos empuja a los rincones más sórdidos y a los egoísmos más atroces.
Reflexión emocional camuflada de relato policíaco, la función consigue llevarnos a su territorio -el de las sombras- desde el primer momento y los actores nos seducen, nos intimidan y nos provocan compasión a partes iguales. No es sencillo su trayecto sentimental y, sin embargo, ni David Tortosa ni Alejandro de los Santos caen en la tentación del cliché. Se aprecia el buen trabajo de José Luis Sixto en la dirección de actores y el compromiso de sus intérpretes con sus personajes, buscando en ellos los matices que les permitan si no defenderlos, sí -al menos- explicarlos. Introspección que se ve favorecida por la fina dramaturgia de Pedro Víllora, que construye una estructura eficaz y un hilo conductor psicológico convincente y necesario.
En definitiva, Excítame es uno de esos espectáculos que apuesta por el teatro desde su esencia y que, sin duda, todo amante de la escena debería ver. Noventa minutos en los que la música hace que resuene, dentro de cada espectador, los fantasmas que nos aterran. Que -lo admitamos o no- nos acompañan. Y que -¿y si Richard tiene razón?- nos excitan…
Buenos días Fernando,
Te he visitado para leerte y para entregarte un premio para bloggers. Más información en mi blog: eleygrey.wordpress.com.
Enhorabuena por tu trabajo y saludos.