Este año volveré a firmar un par de días a la Feria del Libro. Y más allá de los lugares y las fechas de esas firmas -se pueden leer al final de este artículo-, hoy escribo para pedirles algo que le da verdadero sentido a la Feria: curiosidad.
De un tiempo a esta parte, la presencia de ciertos famosos ajenos al oficio de la escritura -es más, ajenos a cualquier oficio que no sea el de hablar de sí mismos en ciertos formatos de ¿telerrealidad?- ha desvirtuado un tanto el evento, trayendo consigo grandes colas y expectaciones un tanto insólitas -¿de verdad nos interesa lo que nos tengan que contar…?- y oscureciendo, sin embargo, el verdadero sentido de una reunión que debería ser un homenaje al libro y a la fascinación que los mundos que cada uno de ellos oculta nos provoca.
Tampoco interpreten este post de manera elititsta -odio las etiquetas-, pues claro que hay autores que, además de ser presentadores televisivos, actores o cantantes, son buenos escritores. No se trata de eso -limitar siempre es un error-, sino de recordar que el objetivo de la Feria es conocer, descubrir, indagar… Y más allá del nombre conocido hay un sinfín de editoriales, librerías y autores que seguro que pueden sorprenderles si les dan una oportunidad. No gozan del marketing abrumador de los sellos grandes, ni de los best-sellers, ni de las apuestas más fuertes de ciertas editoriales, pero poseen tanto o más interés que estas, siempre que el lector se anime a curiosear e incluso a conversar sobre ellas con quien allí las firma. Busqen, por ejemplo, en los stands de Antígona si quieren conocer a los dramaturgos del siglo XXI, o en los libros de Dos Bigotes si quieren saber cómo es la realidad LGTB actual, o entre los títulos de Baile del Sol, Errata Naturae o Impedimenta si quieren descubrir voces diferentes y obras cuidosamente editadas.
Este año, además, puedo comparar con otros lugares, pues he tenido la suerte de presentar una novela en Francia y la experiencia tanto en el Salón del Libro de París como en la Feria de Limoges me resultaron sorprendentemente positivas. Allí, con mi primer título recién editado, L’âge de la colère, era imposible que me conocieran y, sin embargo, fueron muchos los ejemplares que se firmaron, porque los lectores sí querían atreverse con otras voces y se dejaban llevar por cada stand con la mente y los ojos bien abiertos, sin la obsesión de cazar tal o cual autógrafo, sino con la verdadera pasión de cazar tal o cual buen título.
Ahora, cuando me enfrento a esas extrañas horas en las que se mezcla la ilusión -es hermoso reencontrarse con nuestros lectores- y la inseguridad -da pánico encontrarse solo al otro lado de la caseta-, solo les aconsejo que se dejen sorprender. Que apuesten por las voces que ya conocen y, también, por las que están deseando ser conocidas. Que no se limiten a un género, ni a un sello, ni a un modelo. Que disfruten de lo más hermoso de la Feria del Libro: su promiscua, hiperbólica y necesaria heterogeneidad.
¡Feliz Feria!
P.S. En mi caso, si les apetece que nos veamos, pueden encontrarme en estos lugares y horarios:
– Domingo 8 junio, 12-14 h – Caseta 339 (Ediciones Antígona) – Firma de Saltar sin red.
– Domingo 15 junio, 19-21 h – Caseta 204-205 (FNAC) -Firma de mis novelas La inmortalidad del cangrejo, La edad de la ira, Las vidas que inventamos y El reino de las Tres Lunas.