Termino el año inaugurando sección en este blog: un rincón en el que, con solo cinco razones básicas, intentaré resumir la pasión que me provocan ciertos libros.
Supongo que la necesidad de crear este apartado nace de mi otra faceta profesional -la docencia-, donde paso muchas horas intentando contagiar a mis alumnos de ESO y Bachillerato mi pasión por la literatura. Horas en las que me esfuerzo por sortear las trampas de un sistema educativo que, al menos en los currículos de las enseñanzas medias, fomenta el odio a los libros en vez de invitarles a acercarse a ellos.
Y, por eso mismo, advierto desde ya que los posts que lleven el título de “Cinco razones para…” no serán aptos para:
– quienes busquen un análisis estricto y filológico de los títulos mencionados: aquí no se trata de hacer un comentario de texto, sino de compartir experiencias lectoras;
– quienes tengan una visión cerrada de la literatura, ya sea en cuanto a géneros, formas o estéticas: no se pretende convertir este rincón en un tributo al gafapastismo, ni al clasicismo, ni a nada que no sea el gusto ecléctico, proteico y personal;
– quienes pretendan encontrar un estudio exhaustivo de cada obra mencionada, en vez de apuntes completamente subjetivos y, por supuesto, anárquicos, sobre ellas;
– quienes no conciban la literatura como una experiencia en la que el lector es tan partícipe en la creación como el propio autor.
Y ahora sí. Una vez hechas estas aclaraciones y premisas, podemos pasar a inaugurar este caprichoso apartado bloguero con cinco razones para asomarse a uno de mis textos favoritos: Bola de sebo, de Guy de Maupassant.
Allá vamos:
5. Porque solo su párrafo inicial ya es todo un ejemplo de cómo construir la atmósfera de una narración, atrapando al lector y configurando el marco donde va a desarrollarse la historia.
4. Porque la descripción de los personajes de este relato es un sublime ejercicio de inteligencia literaria y psicológica, uniéndolos a todos en una diligencia -espacio único: a la vez dinámico y claustrofóbico- que se convertirá en el catalizador de sus singularidades y, más aún, de sus ruindades.
3. Porque Bola de Sebo es una protagonista fascinante, cuyo retrato inicial ya constituye -por sí solo- toda una cima de la literatura del siglo XIX. Una mujer que se inscribe -desde el cinismo de la contemporaneidad- en la tradición de las heroínas bíblicas -como la misma Judith a la que alude Maupassant- y que sufre una de las peripecias más crueles -y tristemente realistas y verosímiles- de la literatura universal.
2. Porque, como en todos los relatos de Maupassant, la trama sirve para dibujar no solo a la sociedad de su tiempo, sino a la sociedad de cualquier tiempo, haciendo una crítica -sin moralismos ni subrayados torpes y evidentes- de la hipocresía, el puritanismo y la doble moral que, lamentablemente, aún nos rodea.
1. Porque Bola de sebo es, posiblemente, uno de los relatos más perfectos de la historia de la literatura y serviría, mucho después, como base para la creación del guión de un clásico del cine: La diligencia, de John Ford.
Es imposible leer a Maupassant sin apasionarse con sus personajes. Sin atormentarse con sus sufrimientos. Sin sorprenderse con la mentalidad oscura -y brillante- de un autor que crece en cada relectura.
Me gusta esta nueva sección 🙂 Por cierto, no lo he leído (imperdonable por mi parte, lo sé), pero voy a arreglar eso en breve 😉
Un beso,
Olga.