Todo ser humano es, quiera o no, un centro de repercusión tiranizado por su actualidad y por los invisibles arrastres del pasado; una serie de coordenadas donde confluyen el ayer, el hoy y aún el futuro. Buscar comprenderse, atender a lo que ahora somos, necesita de una mirada que prolongue en profundidad, amplitud y altura, y establezca en estas dimensiones, la comprensión del yo. La poeta de origen búlgaro, Zhivka Baltadzhieva, en su libro de poesía Fuga a lo real (Amargord), participa de esa búsqueda de la propia comprensión atendiendo también a esa mirada necesariamente tridimensional. Busca penetrar la significación, no solo propia, sino también humana, inquiere sobre el origen, el presente y la paradoja del futuro, considerando los más mínimos matices.
Intentar comprendernos comienza siempre como un acto contemporáneo: qué somos, cómo somos y por qué somos, son las preguntas que nos guían hacia la cuestión atemporal y primordial, ¿qué es el hombre? Pero sabemos que no podemos preguntar sobre el Ser en general, para que estas preguntas tengan sentido y puedan guiarnos a una respuesta, deben partir desde el ¿quién soy?, problematizando el mundo desde el ¿cómo he llegado a ser? Zhivka Baltadzhieva se suscribe a este análisis y explora con empeño primero en sí misma, examinando con detenimiento y franqueza sus sentimientos, atiende a su centro, sus coordenadas, y desde ellas a cuestiones éticas fundamentales: la verdad, la libertad, el miedo, la fe, la felicidad, el deber, etc, sirviéndose así mismo de las grandes premisas de la Ciencia y el diálogo con personajes y figuras de la tradición clásica: Homero, Ulisses, Orfeo, Cervantes, Ovidio, Horacio, Shakespeare, entre otros, encuentran en su poesía un lugar de privilegio. El impulso de Zhivka Baltadzhieva, y el de su lírica, tiende hacia lo alto, hacia lo trascendente, Zhivka quiere abarcar la condición humana, por eso busca abarcarse a sí misma. Exacerbada y estremecida anhela conocerse, no como una abstracción, sino en su pleno existir:
¿Ser o ser?
Esa es la pregunta
Un ser entumecido, hecho cuchillo
para rajarse a sí mismo,
dejar de gritar
amor.
Ser o ser
La poeta avanza con la vista del espíritu tanteando el misterio y demorándose en mostrarnos el dolor, la angustia de no asir de forma definitiva sino más que preguntas. El ofrecimiento de su experiencia es tan abundante, que advertimos que ella, como Orfeo, ha atravesado el infierno, ha bajado ya al fondo de sí misma, ha sabido quedarse sin sombra. Pero el sufrimiento en la poesía de Zhivka, lejos de complacerse a sí mismo, propicia el éxodo, la huída hacia adelante, la búsqueda. Es la raíz que se mueve en todas las dimensiones culminando en flor, en tregua y remanso.
Dijo el poeta místico Ibn al-Farid: “Para ser sincero, muere”. Ir en busca de la identidad presupone estar dispuesto a cruzar inevitablemente el laberinto de espejos enfrentados. Asir la esencia solo es posible si somos capaces de identificar y matar el reflejo. Palabra, símbolo y rito, nuestras herramientas, no son más que medios artificiales para dialogar en definitiva con uno mismo y con ese reflejo. ¿Es posible entonces trascender la fantasía y el sueño? El ejercicio poético de Zhivka busca fugarse a lo real, indaga en los hilos sutiles que tejen la realidad humana, sus filtraciones y conexiones psíquicas, asiste al paulatino discurrir de las evidencias intersubjetivas, pero continuamente se detiene en la duda de la verdad definitiva que la lleve hacia sí misma o hacia lo otro, no sabe cuál será el destino de su incertidumbre, se frena y planea sobre la finitud:
Observo.
Ningún umbral se advierte,
ni entrada en lo otro
y en el ser.
Planea impune
alguna respuesta predeterminada
y barre pájaros y flores,
caminos.
Me enferma. Me enferma.
Me enferma.
¿Observar
A dónde me lleva?
Para arribar al conocimiento es obligado replegarse sobre uno mismo, participar de una sinceridad extrema, esquivar compromisos que quieran imponer una dirección. Sobre esas bases cimenta Zhivka Baltadzhieva su sólida voz poética. Fuga a lo real, que cuenta ya con su segunda edición, es un libro lúcido y penetrante, en el que se condensa con marcado carácter introspectivo y personal las grandes cuestiones del hombre. Es una suerte enorme que su autora, afincada en Madrid desde el año 1990, escriba simultáneamente su poesía en búlgaro y español, y no necesitemos de intermediarios para comprenderle.
Sobre la autora: Zhivka Baltadzhieva (Sofía, Bulgaria, 1947) es además de poeta, ensayista, guionista, traductora literaria y profesora universitaria. Licenciada en Filología Búlgara y Rusa por la Universidad de Sofía. Cursó el doctorado en Lenguas Eslavas y Lingüistica Indoeuropea en la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente es profesora de Literatura. Es autora de los libros de poesía: Sol (2011), Ulises, Nunca (2009), Mitologías apátridas (2007), Al final del bosque verde. Poemas del lugar de Bocas de dragón (2005), Pequeño poema extranjero (1998), Poema ajeno (1989), Luz diurna (1982) y Plexo solar (1971), y el ensayo, Reflejos de Cervantes en la literatura búlgara (2005). Su obra se ha traducido a una gran variedad de lenguas, participando así mismo en importantes antologías de poesía contemporánea. Su obra poética, sus traducciones y sus ensayos han sido distinguidos con premios nacionales e internacionales.