Definitivamente no fueron mis padres, ni el colegio ni la universidad.
Tampoco fue mi barrio o mis amigos.
Quien me hizo ser quien hoy soy fue sin ningún tipo de dudas el cine.
Desde bien pequeño he sido un voraz consumidor de cualquier tipo de género cinematográfico.
En mi memoria están multitud de imborrables momentos delante de una pantalla, que sin duda fueron marcando un antes y un después en mi manera de ver y enfrentarme a la vida.
En esos momentos en los que pienso que la vida me viene grande, me refugio en mi colección de películas.
Me permiten buscar respuestas, ver las cosas desde un prisma diferente, ser todos y nadie, y saber, que si las cosas van mal, solo hay que esperar a los títulos de crédito para que todo vuelva a la normalidad.
Sentirse parte de la trama al enamorarnos de la chica de la peli, al sufrir ante las adversidades del héroe, o incluso a temer por su propia vida como si fuera la nuestra, son experiencias y sensaciones que si o si nos darán pistas geniales para saber por que camino seguir en este loco laberinto que es la vida.