En los setenta llovía, vaya que si llovía. Lo recuerdo por el pelo mojado, la gabardina y sobre todo por los zapatos llenos de barro, porque en el barrio apenas había aceras ni asfalto, solo descampados, piedras y escombros. Los setenta también eran oscuros, sobre todo en las tardes-noches de invierno. Tampoco había farolas, por
![formats](https://blogs.culturamas.es/pacogomezescribano/wp-content/themes/ifeature/images/formats/default.png)
Cuando un muerto toma café es mejor no preguntar
Esta mañana he paseado por calles nuevas de un barrio viejo, calles nuevas que sepultaron descampados y toda la miseria que los asolaban. Por un momento he pensado en las chutas que habrá enterradas bajo esos bloques nuevos con jardines y piscinas, en las armas que habrán quedado bajo el hormigón, en las vidas y