Hace un par de años, después de publicar un par de novelas de intriga de corte histórico esotérico (El círculo alquímico y Al otro lado), decidí escribir algo que se pudiera encuadrar dentro del género negro. Las razones son varias. La primera y principal es que siempre fui lector de esas novelas que me apasionaban y que venían de la mano Burnett, Westlake, Ellroy, MacDonald, Whittington, Thompson o Bunker, muy influenciado, eso sí, por Bukowski y todos los del Realismo Sucio, así como por diversos novelistas españoles, principalmente aquellos que empezaron a publicar en la transición, como Juan Madrid, Julián Ibáñez, Miguel Agustí, Andreu Martín o Ledesma. Otra, por citar una más, es bastante personal. Con el paso del tiempo he ido dejando de creer en el sistema. Esto no me ha llevado hacia una depresión o hacia una falta de ganas de vivir, muy al contrario, creo que tengo las ideas más claras y unas ganas, eso sí, de denunciar lo que creo que es punible dentro de mi orden moral. Para esto último, el género negro me proporciona las herramientas adecuadas.

A la hora de elegir, me lo pensé mucho. Preguntas como ¿dónde sitúo mis novelas? O ¿qué personaje elijo: policía, detective, delincuente…? Finalmente decidí escribir sobre mi barrio. Atesoro muchas historias en la cabeza y al fin y al cabo lo tenía delante de las narices. Fue así como se me ocurrió escribir “Yonqui” (2014), cuyo protagonista era un heroinómano de dieciséis años. La historia transcurría desde el 78 al 84, más o menos. Después vino “Lumpen” (2015), escrita a cuatro manos con mi admirado maestro Luis Gutiérrez Maluenda. Ahora, en marzo de 2016, se publicará “Manguis” y lo hará la editorial Erein, la misma que ya publicara “Yonqui”.

“Manguis” es una novela ambientada en 1972 y la trama gira alrededor del atraco a un furgón blindado en mi barrio, Canillejas. El golpe lo organizan Luis Fores, un inspector corrupto de la policía y el Torre, una especie de capo con galones dentro del barrio. En la novela se recrean los ambientes típicos de la época, las relaciones entre las diversas categorías de vecinos del barrio y las actuaciones de una policía de un régimen dictatorial. Los personajes protagonistas vuelven a ser personas situadas en la clase social más baja, gente que de haber existido más justicia social, más igualdad y más oportunidades, habrían vivido sus vidas de manera bien distinta. Pero la dictadura franquista y después el capitalismo puro y duro disfrazado de democracia, están muy lejos de ser marcos idílicos, ni siquiera medianamente justos.

Cuando escribí “Yonqui” me di cuenta de que tenía muchas más historias que contar, y anuncié una trilogía sobre Canillejas. Pues bien, “Manguis” es la tercera. Pero hay otra ya terminada, esta situada en la época actual, así que al final, se hablará de tetralogía, pentalogía o como se diga. Después, quizá escriba cosas que no necesariamente estén situadas en el barrio, porque me apetece. Al fin y al cabo no dependo de esto para vivir y hasta ahora gozo de total libertad a la hora de escribir. Desde luego no será por lo que dicen por ahí, eso de que la excesiva localización geográfica de las novelas las hace poco aptas para ser leídas por gentes de otros pagos o para traducir. Después de todo, estamos hartos de leer novelas situadas en Brooklyn, Londres o Fjällbacka, y no pasa absolutamente nada. Por tanto, eso de la localización es una somera gilipollez. Pero el mundo editorial está como está.

Espero que os guste “Manguis”. Y por mi parte, espero vender las necesarias para conservar y ampliar el espectro de lectores. Y por supuesto, para volver a publicar, que esto sí depende única y exclusivamente de las ventas.

No somos na…