Dicen que para escribir, al menos para intentarlo, hay que haber leído mucho. Y es cierto. Si bien a mí me hicieron odiar la lectura en el colegio debido a la obligatoriedad de que los niños leyéramos tochazos que ni siquiera algunos adultos podían con ellos, yo me refugié en los comics (al fin y al cabo les hablo de una época en la que no había consolas ni Internet ni televisión de pago). No quería ni escuchar hablar de los libros. Pero hete aquí que en esta época de la que les hablo (el Pleistoceno para los más jóvenes) llovía mucho y hacía mucho frío. Así que una tarde, calado hasta los huesos y con los zapatos llenos de barro me refugié en un lugar público llamado biblioteca. Era la primera noticia que tenía de que existían sitios así. Había calefacción, te dejaban estar y había libros para aburrir que, para más inri, podías leer e incluso ¡llevártelos a casa gratis! Lo primero que pensé es que allí había truco, que debía de haber una cámara oculta y que en cualquier momento iban a salir de detrás de las estanterías un puñado de desconocidos tildándome de iluso y riéndose de mí. Pero no. Estuve un par de horas mirando todo, ojeando libros y asombrado de que nadie me regañara o me sacara de allí de las orejas con patada en las posaderas incluida. Finalmente me llevé a casa “El tercer ojo”, de Lobsang Rampa, y “Las enseñanzas de don Juan”, de Carlos Castaneda. Me leí los dos libros del tirón para mi propio asombro, yo, que no había sido capaz de leer ningún libro sin acordarme de los antepasados de mis profesores. Extraje una conclusión rápida y espontánea: leer mola. Aparte de llevarme a sitios a los que jamás podría ir por falta de tiempo y dinero, mataba a cañonazos el aburrimiento. Y créanme, yo en aquellos tiempos me aburría bastante.
A partir de ese momento no he parado de leer hasta el punto de que podría decir que mi vida sin lectura no habría tenido sentido. Leí de todo, pero debido a mis inicios lectores, me empapé de ensayos y de novelas de corte esotérico, alternando con el género negro, creo que influenciado por las películas de Bogart, Cagney y demás. Y cuando uno lee de forma tan enfermiza, creo que es una evolución lógica ponerse a escribir, aunque yo en este sentido he de decir que empecé tarde. Mis dos primeras novelas fueron “El círculo alquímico” y “Al otro lado”, ambas publicadas con la editorial Ledoria. Son dos novelas de bastante contenido esotérico y con tintes negros. Después de escribir estos dos libros, me planteé hacer algo distinto, porque verán…. Como he dicho antes, cuando leía alternaba el género negro con todos los demás, aunque siempre volvía a lo negro que, abandonaba premeditadamente porque notaba que enganchaba, algo que no me pasaba con lo demás. Pero llegó una época en la que sucumbí, en la que empecé a leer una novela negra tras otra sin poder leer nada que no tuviera que ver con el género. No crean que me gustan todas las novelas que se guarecen bajo el paraguas de “Novela Negra”, no. Lo que a mí me gusta es más bien el Hard Boyled, es decir, yo voy más por Jim Thompson y Donald Westlake que por Holmes y Christie, quizás también influenciado por ese barrio mío que les comentaba anteriormente tan lleno de barro y descampados.
El caso es que cuando decidí escribir una novela negra me pregunté ¿cómo lo hago? ¿Me invento un detective? ¿Me invento un policía? Finalmente, tras transitar años y años por las calles y los garitos de mi barrio me dije ¿y por qué no escribo del barrio? ¿Por qué no aplicar el lenguaje y el estilo de esos escritores que tanto me apasionan a una historia de mi barrio? Cuando tomé la decisión de hacerlo empecé a dar vueltas al personaje protagonista. Como pertenezco a una generación que tuvo muchas bajas debido a la heroína y todo lo que la rodeaba, decidí que el personaje iba a ser un yonqui adolescente en el entorno de finales de los setenta y principios de los ochenta, es decir, cuando yo mismo era un joven y un capullo, y también para hacer coincidir la trama con la Movida Madrileña, ya que otra de mis pasiones es la música. Elegido el personaje me pregunté que quién iba a contar la historia. Era el momento de elegir la voz del narrador y aquí tuve mis dudas. Yo había leído alguna novela que trata el tema, pero cuando hablaban los delincuentes y parecía que habían estudiado en los escolapios, no era creíble. Yo sin embargo quería darle veracidad y autenticidad a través del lenguaje, de la jerga, aunque también pensé que si la contaba en primera persona y con un lenguaje que se aproximara a los yonquis de la época, no me la iban a publicar. Finalmente opté por hacerla como quería y así surgió “Yonqui”, publicada en marzo de 2014 por la editorial Erein.
A veces tampoco se trata de decir “voy a escribir una novela negra”, sino que lo que el escritor quiere es hacer un retrato social: en este caso la novela sale negra, sin ningún esfuerzo. Otra cosa es ceñirte a ciertos cánones, a intentar ejercer un estilo, a no salirte de unas líneas trazadas… Sí, esto es otra cosa bien distinta.
En la siguiente novela quise seguir retratando cierto sector del barrio, el marginal, en definitiva todo ese contexto formado por los supervivientes de la época de “Yonqui”. Y empecé a escribir. Por circunstancias que no vienen al caso conocí al maestro Luis Gutiérrez Maluenda. Seguramente ustedes le conocerán por sus novelas de la saga “Humphrey”, la saga “Atila” o cualquier otra de sus obras maestras. Para mí fue un privilegio conocerle tanto personal como profesionalmente. Como se interesó por lo que estaba escribiendo le fui dando capítulos a ver lo que le parecía. Y me fue dando su opinión sincera y crítica: «este capítulo es una maravilla», «este me gusta menos», «este otro es una mierda», etc. Tanto corregimos y arreglamos que decidimos hacerla juntos, lo que popularmente se conoce como escribir una novela a cuatro manos. Así surge “Lumpen”, que publicará en febrero de 2015 la editorial Pan de Letras iniciando la colección de novela negra Pan Negro.
Ustedes se preguntarán que cómo se escribe una novela a cuatro manos y yo les digo que no hay una sola respuesta. Hay escritores que escriben un capítulo cada uno, otros los escriben a medias… En mi caso yo escribía los capítulos y Luis los revisaba aportando en cada caso más o menos contenido, y en ocasiones rehaciendo capítulos enteros. Para mí ha sido toda una experiencia trabajar con él. Ha sido como hacer un máster en Novela Negra.
Espero que les haya gustado “Yonqui” si la han leído y si no, todavía están a tiempo. Y espero que si les gusta el género, lean también “Lumpen” que, como ya he dicho, sale en febrero de 2015. Como premio a su fidelidad, la de lector, les dejo aquí en primicia la sinopsis de la nueva novela.
No somos na…
Sinopsis de Lumpen:
Lucky, ex policía y ahora detective privado del madrileño barrio de Canillejas, sobrevive entre sus colegas de toda la vida al borde de lo correcto intentando subsistir, en una mala época y, quizás, no en el mejor de los lugares. No tiene rutinas fijas, salvo acudir al cementerio a tocar la guitarra y a tomar una copa frente a la tumba de su colega Javi el del Cúter, que murió sospechosamente de sobredosis. Le encargan investigar casos de poca monta, hasta que un día recibe el encargo de investigar la desaparición de un profesor, que parece que se ha volatilizado junto a unas cuantas obras de arte y algunas cantidades de dinero. Para resolver el caso, no dudará en emplear todas sus armas, no siempre legales, enredado además en los problemas del barrio y los de sus colegas. Investigar y salir airoso no le va a resultar tan fácil como le parecía en un principio. Una puta y un chulo rumanos, una mafia gitana y una extensa colección de personajes variopintos que tan pronto dan soporte a Lucky como le complican la vida hasta extremos surrealistas completan el descarado y divertido, a la par que socialmente incorrecto, fresco de esta novela.
Hola Paco, me alegro la nueva novela. No lo dudes, me voy a la librería más cercana a comprarla. Ya echaba de menos Canillejas. Un abrazo.
Gracias, Nacho. Recuerda que no sale hasta febrero. Abrazo.
Buena entrada Paco, aunque me gustaría matizar: ni Holmes ni Christie son género negro. Son novelas de misterio, o como lo han identificado los ingleses, dentro del género whodoneit, (quien lo hizo). Meter a la Conan Doyle en el saco difuso de la “novela negra” es un error que muchos lectores y escritores cometen. Hammett, Thomson no tienen nada que ver con Doyle y Christie. son cosas distintas.
Enorabuena por tu carrera literaria imparable.
Un saludo.
Gracias, Alfonso. Buena matización. Pero si lo digo es porque cuando voy por ahí flipo de todo lo que se engloba bajo el término de novela negra. Abrazo.