Una novela es buena si te hace sentir. Da igual el género literario y da igual el sentimiento, que puede ser amor, desamor, celos, venganza, etc., todos ellos temas recurrentes de la literatura desde la noche de los tiempos. Si además te lo cuentan bien y cada párrafo destila belleza en el estilo, es que estamos ante una obra a tener en cuenta. Detecté y experimenté todo esto en “La tristeza del samurai”, anterior novela de Víctor del Árbol, y he vuelto a encontrarlo en “Respirar por la herida”, la más reciente. Ambas han sido publicadas por la editorial Alrevés.
Hay escritores de historias y hay escritores de estilo. Y luego están aquellos elegidos como Víctor que te cuentan una buena historia con un estilo impecable. Si con la anterior novela cosechó más de un éxito (Ganador de Le Prix du Polar Européen y ahora finalista del Premio de Novela Policíaca SNCF, otorgado por los ferrocarriles de Francia), con esta no se va a quedar atrás, porque, créanme, nos encontramos ante una novela con una trama compleja sin una sola fisura, muy bien resuelta, una novela de las de sentarte en el sillón para ir paseando tranquilamente sobre cada una de sus líneas.
Al principio, la voz del narrador omnisciente nos presenta a Eduardo, un pintor venido a menos que recibe a través de Olga, su representante, el extraño encargo de pintar un retrato de Arthur. La clienta es Gloria. Y lo extraño del caso, es que Arthur atropelló con resultado de muerte al hijo de esta. Con estos antecedentes, ya desde las primeras páginas, el autor atrapa la atención del lector que espera que la novela se desarrolle en base a este suceso. Pero en “Respirar por la herida” hay más, mucho más. Tanto que el lector se encuentra de pronto ante otros personajes muy diversos que protagonizan lo que en principio parecen ser otras tramas paralelas que de paralelas no tienen nada. Víctor se preocupa mucho de dejarnos claro el pasado de todos y cada uno de los personajes, de todos y cada uno de los paisajes que alberga cada historia para que vayamos haciéndonos a la idea del porqué, a medida que nos acercamos al desenlace, las tramas van a converger hacia un final descarnado igual que las aristas de una pirámide se aproximan hacia su vértice.
“Respirar por la herida” es una historia de venganzas, de círculos dantescos, de Caínes y Abeles que se transmutan para adoptar roles recíprocos inversos en los momentos menos esperados, de amor y desamor, de egoísmos homicidas y de bajas pasiones que afloran en los momentos más inadecuados. Uno de los placeres de su lectura es ir descubriendo poco a poco el resto de tramas y la implicación de cada una de ellas en el desenlace, por tanto mal haría yo en destapar aquí ni siquiera uno de sus misterios. Lo que sí puedo decir es que todas las historias tienen su peso a la hora de confeccionar el edificio único de la novela, un edificio compartimentado y cuyos cubículos se comunican entre sí a través de pasadizos vertiginosos de un torrente narrativo sagaz y certero.
Desconozco si Víctor del Árbol tiene conocimientos de Psicología y si digo esto es porque desmenuza pormenorizadamente la psiquis de cada uno de los personajes. Porque también es verdad que hay novelas de personajes, y “Respirar por la herida” es una de ellas. Hay que tener un gran conocimiento del comportamiento humano para diseñar unos personajes tan distintos, tan alejados socialmente unos de otros y a la vez tan parecidos en sus motivaciones y en sus obsesiones. Y creo que en el fondo la historia es también un homenaje a miles de mujeres atrapadas en redes clandestinas y en episodios que desembocan en sucesos propiciados por hombres.
Nos encontramos ante una novela apacible por su estilo, vertiginosa por su trama y demasiado interesante por los personajes, santísima trinidad de la literatura. Y ante un autor muy conocido ya en los círculos literarios y bien tratado en general por la crítica nacional e internacional, por algo será. Los que no la habéis leído todavía contáis con la suerte de poder empezar a deleitaros por sus páginas. Y los que ya hemos pasado por ese trance, tendremos que esperar a que este escritor sensacional resulte prolífico y nos obsequie más pronto que tarde con otra obra, por más que los actos de promoción le tengan paseando por aeropuertos y estaciones de tren de todas las latitudes.
El autor (Datos tomados de Alrevés editorial):
(Barcelona, 1968) es escritor de nacimiento. Es el mayor de seis hermanos y su madre le dejaba en la biblioteca desde la salida del colegio hasta la hora de cenar para poder acudir a su trabajo de limpiadora. Esto le permitió leer multitud de libros que alimentaron su vocación de escritor. Fue seminarista durante cinco años, en el seminario de Ntra. Sra. de Montealegre, para más tarde cursar estudios de Historia en la Universidad de Barcelona y trabajar (actualmente en excedencia) de Mosso d´esquadra para la Generalitat, trabajo que le ha permitido acercarse, desde 1992, al aspecto más humano de las personas, a las que describe de forma magistral en sus obras. Recibió el Premio Tiflos por su primera novela, El peso de los muertos, con un prestigioso jurado formado, entre otros, por Luis Mateo Díez, Soledad Puértolas y Manuel Longares. Con esta nueva novela Víctor del Árbol se situará, sin duda, entre los mejores escritores españoles de la actualidad.