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Novela Negra

Al hilo del encuentro literario del pasado jueves 21 de febrero en la Escuela Julián Besteiro, en el que se presentaba la antología de relatos “La ciudad vestida de negro”, hoy me apetece reflexionar sobre el género. En la mesa redonda, magistralmente conducida por la tradicional diligencia del amigo David G. Panadero, los escritores Pedro de Paz y Manolo Nonídez charlaron sobre el género, expresando sus opiniones al respecto, concluyendo que la novela negra no terminará nunca. Que pueden cambiar las condiciones sociales, los formatos, pero que el género no desaparecerá. Estoy de acuerdo.

El crimen es algo inherente al ser humano, al igual que las pasiones. Por tanto, siendo este género el que recoge las pasiones más bajas relacionadas con la conducta criminal, tiene asegurada su continuidad.

Ahora bien, ¿qué es exactamente la novela negra? ¿Hay una definición concreta? Desde mi punto de vista, no, con matices. Dicen los estudiosos que el género debe el nombre a que originalmente fue publicada en la revista Black Mask de Estados Unidos y en la colección Série Noire de la editorial francesa Gallimard. Pero también lo negro califica perfectamente a los ambientes oscuros y a veces asfixiantes de las tramas.

Al igual que un poeta escribe sus mejores composiciones cuando su estado de ánimo está por los suelos, las crisis económicas y el aumento de hechos delictivos son el terreno abonado para la novela negra que, según los expertos, es la mejor manera de hacer crítica social.

Antes de seguir, me gustaría hacer algunas distinciones y voy a mojarme. Generalmente, se tiende a clasificar como novela negra todas aquellas novelas en las que hay un delito y un investigador. Perteneciendo las novelas de Conan Doyle o Agata Christie a esta categoría, según mi opinión, estos textos no tienen nada que ver con los de Chandler o Hammett. Por eso es bastante común hacer unas clasificaciones más específicas y hablar de novela policíaca, novela de intriga, novela detectivesca o novela carcelaria (aquí Edward Bunker y Malcolm Braly lo clavan por tener además de la condición de escritores la de ex convictos). Y atendiendo al lugar en donde se produce el delito, también se puede hablar de otras clasificaciones, como “crimen de habitación cerrada”, típico en las novelas de Christie.

En cuanto a sus orígenes, muchos consideran a Poe el padre del género y a su relato ”Los crímenes de la calle Morgue” (1841) el primer relato policial, y aquí nadie se pone de acuerdo. Desde mi punto de vista, la literatura negra ha existido siempre, porque ¿qué es la narración de Caín y Abel en el Génesis? ¿Acaso no es un relato negro? Por no hablar de los clásicos griegos y los libros religiosos de todas las culturas.

Para mí, la clave del género tal y como lo conocemos hoy está en el crack del 29 y su posterior crisis, donde la novela negra se reinventa debido al inigualable ambiente depresivo como caldo de cultivo, y se populariza. Y el gran maestro en el que se han basado casi todos es Raymond Chandler. También lo es Hammett, pero particularmente prefiero al primero por su estilo ácido. Su detective Philip Marlowe es escéptico y especialmente cínico, con un sentido del humor bastante particular que podríamos calificar de “negro”.

En cuanto a la eterna pregunta sobre si se puede hacer novela negra al estilo del canon en España la respuesta es sí con mayúsculas. El modelo chandleriano es transportable allí donde haya desheredados. Buena muestra de ello son Andreu Martín, González Ledesma y Manuel Vázquez Montalbán en Barcelona, que ha creado escuela no solo en España. Qué decir de Juan Madrid. Particularmente a mí me gustan más los españoles, me pilla más de cerca. Y hay mucha calidad. Particularmente, la situación de crisis actual es el caldo de cultivo ideal para hacer novela negra.

No falta talento en las nuevas generaciones que actualmente llenan los anaqueles de las librerías: David Torres, Pedro de Paz, Javier Abasolo, Cristina Fallarás, Jon Arretxe, Montero González, Manuel Nonídez, Javier Márquez, Domingo Villar, Juan Ramón Biedma, Carlos Salem…, etc. Ni editoriales que apuesten por el género: las grandes, como RBA y su premio, Planeta (el último premio a Lorenzo Silva así lo atestigua) o Plaza; y las independientes, como Salto de Página o Al Revés. Esta última ha conseguido una nómina de nuevos escritores que están triunfando: Jordi Ledesma, Carlos Quílez, Víctor del Árbol, Susana Hernández, Alexis Ravelo…, sin olvidar mencionar al maestro, Luis Gutiérrez Maluenda, desde mi punto de vista uno de los mejores narradores del género.

En cuanto a la localización geográfica, Barcelona siempre se ha llevado la palma dentro del mapa negro seguida de Madrid. Pero últimamente, narradores los hay en cualquier parte y buenos. Pongamos como ejemplo Canarias con José Luis Correa y el propio Ravelo entre otros.

 

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