En Educación, podríamos remontarnos hasta la expulsión de los jesuitas en el siglo XVIII, en donde miles de niños españoles se encontraron con su colegio habitual cerrado después de la ejecución de la Pragmática Sanción. Pero esto solo serviría para darnos cuenta de que a los políticos les importa un huevo la educación de los ciudadanos. No vamos a remontarnos tan atrás. Yo voy a hacerlo hasta el final de la dictadura franquista y principios de la democracia y lo voy a hacer para hablar de la Formación Profesional, la gran perjudicada con todas las reformas que un gobierno tras otro se han empeñado en deteriorar.
Si hablamos de Formación Profesional Reglada, esta se dividía en FP1 (dos años) y en FP2 (tres años) y se ingresaba en ella al término de la Educación General Básica, que el alumno terminaba con 13-14 años. La formación técnica correspondiente se dividía entre las asignaturas de Taller (clases prácticas) y Tecnología (clases teóricas). Los estudiantes acababan los estudios perfectamente formados. Pero además recibían otro tipo de formación técnica de apoyo como eran las matemáticas, la física, la química, el inglés, la seguridad e higiene en el trabajo y la organización empresarial. Por otra parte, el alumno estudiaba lengua y geografía e historia, asignaturas que le situaban en el mundo. Hasta que el gobierno de turno decidió que los estudiantes de Formación Profesional (FP) no tenían derecho a recibir toda esa formación complementaria de ciencias y humanidades y que lo que realmente demandaba la sociedad era obreros cualificados y a poder ser sin demasiada cultura general, que al fin y al cabo para echar ocho horas y comer el bocadillo no hace falta saber quién es Cervantes ni saber si Iraq está a la derecha o a la izquierda del mapa patrio.
Fue entonces cuando decidieron implantar la infructuosa ESO (Educación Secundaria obligatoria), que nos ha situado a la cola de todos los informes internacionales por varios motivos. El primero de ellos es que se parte de un modelo ideológico bastante utópico como es el de escolarizar a todos los chavales quieran o no hasta los dieciséis años. Demostrado en la práctica que un gran porcentaje se plantan a los doce y no quieren seguir estudiando, lo que les queda por delante es un secuestro estatal de cuatro años en los que se dedican a reventar clases y a consumir recursos estúpidos implantados por pedagogos que, por cierto, nunca han pisado un aula. El segundo motivo ha sido la constante pérdida de respeto a los profesores por parte de la Administración, padres y alumnos.
Además, se eliminan los tres años de BUP (Bachillerato unificado y polivalente) y el año de COU (Curso de orientación universitaria), algo que funcionaba estupendamente, sustituyéndolos por dos años de Bachillerato LOGSE, cuya trayectoria ha dejado mucho que desear. La FP queda dividida en Grados medios y Grados superiores de dos años cada uno a los que se accede desde la ESO y el Bachillerato respectivamente. Las asignaturas pasan a llamarse módulos y estos son todos técnicos, ya que al parecer las antiguas asignaturas de Ciencias y Humanidades no son pertinentes. Las grandes empresas desmantelan sus escuelas de aprendices, ¿para qué iban a mantenerlas si el Sistema Educativo les entrega trabajadores en vez de personas? Y se produce una deslocalización de especialidades, ya que si antes cualquier chaval podía estudiar FP en su barrio, ahora las mencionadas especialidades se imparten donde dios da a entender al consejero de educación de turno. Además, se corta el tránsito del grado medio al grado superior, algo que por sentido común sí existía entre la FP1 y la FP2.
Por si fuera poco, el gobierno conservador que gobierna en mayoría, eso sí, legitimado por las urnas, entra como un elefante en una cacharrería y decide recortar y reformar todo de nuevo. La FP camina hacia la FP dual, de contenido incierto y según el modelo alemán, o al menos eso es lo que nos dan a entender, pero que en el fondo, es mentira. En Alemania, el alumno termina sus estudios y es después cuando hace prácticas en la empresa, adquiriendo su primera experiencia profesional y legitimando de alguna manera su título. Los nuevos ciclos de FP dual que se han implantado en diversos institutos están suponiendo una experiencia penosa. En muchos casos, los alumnos llegan al instituto, están tres meses formándose, es decir, nada, e inmediatamente se les envía a la empresa. En ella, tienen unas horas de trabajo y otras de formación que, en vez de ser impartidas por un profesor, son impartidas por una persona designada por la propia empresa. Se dan casos en que esas personas han acudido a los institutos a pedir los apuntes a los profesores, es decir, a quienes verdaderamente están capacitados para impartir esa formación, realmente vergonzoso.
Está por ver, con el nuevo sistema que quieren implantar, el futuro profesional de los estudiantes y el de los propios profesores, que al quedarse sin alumnos, lo mismo son pasados por el pasapuré del reciclaje o por el tamiz de un ERE encubierto. Como encubierto es el proceso por el cual, y ojalá me equivoque, el gobierno empezará a desmantelar los institutos de Educación Pública en favor de la empresa privada, que será la gran favorecida por los fondos y presupuestos para Educación que, en gran parte, vienen de Europa. Eso sí, se reducirá el paro juvenil, ya que al remunerar a los alumnos (se habla de 400 euros), estos no podrán apuntarse al paro.