Ser político, en teoría, es una cuestión vocacional, pero esto, en la práctica es mentira. Cuando cualquier joven con inquietudes, honrado y con la mente limpia intenta hacer carrera defendiendo los intereses de los ciudadanos, se lo quitan de en medio porque no les interesa. ¿Cuál es la verdadera intención del político? Acaparar poder, sin lugar a dudas. Por eso en las campañas electorales (por cierto, financiadas por los bancos como a ellos les da la real gana), se desgañitan en plazas de toros o estadios de fútbol pidiendo, suplicando el voto. Recintos que llenan poniendo autocares para traer a gente de otros pueblos y lugares, gente afín que aplaudirá sus frases retóricas o gente a la que pagarán con un bocadillo y una cerveza, tal es la desvergüenza de unos y el borreguismo de otros.
No hay ex presidente, ex ministro, ex consejero, etc., que no ocupe un cargo en el consejo de administración de alguna multinacional a la que ellos mismos han favorecido. Mientras están en activo, tienen la responsabilidad de adjudicar obras, recalificar terrenos y conceder licencias, entre otras lindezas, labores que luego se ven recompensadas por empresarios sin escrúpulos que no dudan en pagar comisiones a políticos corruptos que hacen del erario público su propio negocio personal.
Por el hecho de ocupar un escaño, cuando lo ocupan, pues parece que todos los días son fiesta para algunos, adquieren unos derechos que se escapan al razonamiento, cobrando pensiones vitalicias con las que pueden dedicarse el resto de su vida a tocarse las narices mientras los demás hemos de seguir trabajando hasta que ellos nos dicen (la jubilación ya va por los sesenta y siete).
El color del partido es lo de menos. Los dos mayoritarios ya han gobernado varias veces. Y cada presidente del Gobierno ha hecho mejor al anterior, por difícil que pudiera parecer. Las partidas presupuestarias de Zapatero y sus ministras barbies hicieron del surrealismo un ejercicio cotidiano llevando al país a una crisis económica sin precedentes. No olvidemos que el movimiento 15 M surge durante su virreinato.
Mira que Zapatero lo hizo mal. Bueno, pues llega Rajoy y pone a nuestra sufrida España patas arriba, cambiando todo lo cambiable y lo que no, recortando en Educación, Sanidad, Justicia… (¡Joder con los conservadores!). Nos hablan de austeridad y de sacrificios los mismos que arrastran la trama Gürtel, el caso Urdangarín y ahora el caso Bárcenas.
Si lo de la portada de “El País” del 31 de enero es cierto, Rajoy debería dimitir y convocar elecciones generales anticipadas. De momento, los grafólogos ya aseguran que la letra del papel de marras es de Bárcenas y Pío García Escudero, uno de los que aparece en la lista, admite haber cobrado esas cantidades pero como un crédito a bajo interés que ya devolvió. ¿Un crédito a bajo interés? ¿Por qué él sí y el resto nos tenemos que buscar la vida a unos intereses del carajo?
Por último, estoy harto de que me tomen por idiota. De tener que tragar con lo de las auditorías que la señora Cospedal asegura que le ha hecho al partido el Tribunal de Cuentas. Claro, claro que el dinero “A” del partido está limpio, señora. Harto de ver a politicuchos maquillados en los platós de televisión mintiendo descaradamente, dilucidando retóricamente lo de aquí y lo de más allá. Harto de ver a periodistas serviles que les preparan preguntas a medida y sacuden la cabeza afirmativamente a cada contestación mientras el político sonríe como si hubiese contado un chiste buenísimo. Con seis millones de parados y el país al borde de la bancarrota, ¿de qué se ríen ustedes?
“Erario” se escribe sin hache. “Virreinato” se escribe con uve.
Vaya tela, qué metedura de pata. Hay veces en que las prisas te juegan malas pasadas. Corregido y gracias, Jacob.