De Sergio Gaspar se puede decir que es un editor de los de antes, en el mejor sentido de la expresión: un editor procedente de aquella época remota en la que los editores concebían el libro no como un mal necesario en el camino a los beneficios contables, sino como un fin en sí mismo, y desempeñaban su oficio guiados por la vocación de crear algo perdurable, porque eran incapaces de concebir la literatura como una mera transacción comercial y sabían que la mejor obra de un editor será, siempre, el catálogo que va quedando a sus espaldas. La trayectoria de Sergio, en ese aspecto, ha sido modélica en unos tiempos que le hacen a uno pagar caras las veleidades románticas. El catálogo de DVD Ediciones es mucho más que un mero listado de nombres y títulos más o menos acertados. Es, también y sobre todo, un intento de construir una nueva literatura española no al margen del discurso dominante, pero sí en permanente diálogo y confrontación con sus más firmes postulados. Una vez, en el transcurso de un largo y memorable paseo por Barcelona, me expresó su convicción de que la literatura española estaba herida de muerte y lo único que él podía hacer era retrasar la agonía con algún que otro impulso de respiración asistida. Puede que, pesimista como es, ahora que, triste e inesperadamente, DVD Ediciones se ha convertido en un recuerdo, piense que todo el esfuerzo fue baldío y que, a fin de cuentas, tal vez hubiera sido mejor emplear el tiempo en otros menesteres. En ese caso, se equivocará, porque creo que cabe aplicar aquí, si se me permite el juego parafrástico, una ligera variación de aquellas famosísimas palabras con las que Antonio Machado rubricó su exilio a Francia a través de la frontera catalana: los economistas, los financieros, las ratas de cloaca que ordenan los parámetros macro y microeconómicos de este malhadado siglo nuestro, dirán que Sergio Gaspar ha perdido la guerra. Los escritores, los lectores, los periodistas, todos los que hemos venido estando al tanto de su andadura en estos últimos lustros, tenemos muy claro que, literariamente hablando, ha obtenido una victoria abrumadora.