“Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de ellos”
Desde que era pequeña como a tantos otros el cine ha marcado etapas importantes de mi vida y ha conseguido aumentar mi imaginación, así como crear nuevos mundos que, si bien no han arraigado tan fuerte como los que me proporcionaron los libros con los que crecí, fueron capaces de despertar en mí el amor por el cine y por las películas que narraban la vida de personas distintas, con historias diversas que, de una forma u otra, transmitían un mensaje, una metáfora sobre esa vida que vivimos.
Todos los personajes que se ganan nuestros corazones tienen algo que contar, los primeros que lo hicieron, fuera de las películas de carácter infantil o de Mi vecino Totoro que he de destacar como mi película favorita de cuando era más pequeña, los recuerdo de mi época del instituto con la película Tomates Verdes Fritos, de Jon Avnet, que cuenta una historia sencilla pero profunda que empieza cuando Evelyn Couch (Kathy Bates), una buena mujer en plena crisis adulta, visita a la tía de su marido con él en una residencia de ancianos, pero esa tía no quiere que esté con ella y Evelyn debe quedarse en la sala común donde conocerá a Ninny (Jessica Tandy), llena de vida a pesar de su avanzada edad y muy amigable, que le contará a Evelyn la historia de los Threadgoode, la parte central de la película que se irá compaginando con la historia del presente que vive Evelyn con su marido, con quien intenta recuperar la pasión, aunque sin mucho éxito por parte de él, y el amor por la vida.
La historia de los Threadgoode está conformada por Idgie (Mary Stuart Masterson), una chica rebelde marcada por una tragedia familiar que la lleva a ser independiente y diferente a todas las chicas de su edad: no va a la iglesia, juega el póker, viste más como un chico, con pantalones y camisa en vez de con vestidos, fuma y se dedica a la caza… su estilo de vida peculiar hace que su madre, preocupada, recurra a Ruth (Mary-Louise Parker) como último recurso para ayudarla, toda una dama de la época, siempre arreglada, sigue las reglas de la iglesia y lleva una vida adecuada correspondiente a lo que debe ser. Juntas se harán inseparables y aprenderán mucho la una de la otra, así con Ruth Idgie entenderá el valor de la verdadera amistad y crecerá como persona mientras que Ruth aprenderá lo que es tener un alma inquieta e inquebrantable. Todo ello bajo el trasfondo del problema racial en Alabama, que marcará también el desarrollo de la vida adulta de Idigie y Ruth.
Dos personajes que merece la pena conocer junto a la historia de Evelyn que, de los propios valores de Idgie y Ruth narrados por la entrañable Ninny, encontrará la fuerza que necesita para reconducir su vida, creando una relación con ellas intensamente real a pesar de no haberlas conocido nunca, así como con su narradora, quien se convertirá en el punto clave de su vida también.
Como citas de esta película me quedo con “Yo nunca me enfado, porque me dijeron que era de mala educación; pero hoy me he enfadado y ha sido maravilloso“.
Y por supuesto con la más significativa: “¿El secreto de la vida? El secreto está en la salsa“
Sin duda una historia llena de fuerza, amistad y amor, que incluso se permite un toque de misterio, así como de comedia… que hace valorar la amistad y las relaciones humanas, con el claro mensaje de que aquellos que conforman nuestra vida nos marcan convirtiéndonos en lo que somos.
La segunda película de la que quiero hablaros hoy en este post es la de Grandes Esperanzas, concretamente la adaptación de la novela de Charles Dickens que hizo Alfonso Cuarón en 1998, película que fue y sigue siendo muchas veces, mi gran película por excelencia, y a pesar de ello, tras tantos años no sabría deciros porqué; no sé si por la historia de amor, o por la música que une, como un hilo conductor, los 20 años por los que transcurre la historia de Finn y Estella, o si es por la pasión devastadora que desprenden los personajes, por el arte en sí mismo como otro de los hilos conductores de la película, o si es por el poder de la educación y las terribles consecuencias de aquello que nos enseñan a ser en nuestra propia vida y en la de aquellos que nos rodean, aunque también podría ser por el afán de superación personal, que llega a superar incluso la diferencia de clases que hay entre los personajes o, simplemente, podría ser por ese mensaje que lanza sobre el hecho de que ser quienes somos a veces es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos.
La química entre los actores principales, Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow como Finn y Estella es palpable, pero su historia, que comienza en la infancia marca el principio de una relación tortuosa, especialmente para Finn que, enamorado de ella (o más bien obsesionado) a pesar de que sus condiciones de vida sean mucho más superiores, intenta constantemente convertirse en su igual, con el alto coste personal que eso implica, pues Estella ha sido educada para destrozar a los hombres, por una tía que fue plantada en el altar y que busca vengarse de ellos a través de ella.
Finn será “contratado” por la tía de Estella para que juegue con su sobrina, aunque realmente busca que sea su entrenamiento; de esta forma ambos crecerán juntos, Finn pintando para ellas y aprendiendo a bailar junto a Estella, con quien se dará su primer beso.
La historia, que empieza desde el primer momento del film aunque al principio no se le de importancia, cobra mayor intensidad cuando Finn, abandonado por su amor sin ni siquiera una despedida, decide hacerse mayor y olvidarse de los sueños de la infancia, incluido la pintura, hasta que un benefactor desconocido le ofrece la oportunidad de exponer en Nueva York. Es así como Finn y Estella se volverán a reencontrar en la ciudad que nunca duerme, donde él por fin tendrá la oportunidad, piensa, de demostrarle que es digno de su amor y se encamina a convertirse en su igual.
Finn, que en el fondo sigue siendo un joven humilde e inocente, se verá de nuevo arrastrado a las profundas corrientes de Estella, que le llegarán de forma irremediable a lo más hondo.
Aunque yo no me he leído el libro lo que más se le ha podido criticar a esta versión es que el guión en sí mismo no es tan fiel al relato original de Dickens como otras que se han hecho, ya que pretende reproducirlo pero actualizado en el presente, en una época más actual y cercana que la planteada originalmente; sin embargo a pesar de ello mantiene su esencia y lo complementa con grandes actores como los ya mencionados, aderezado todo por la interpretación de Anne Bancroft y Robert De Niro.
Para terminar solo puedo decir que sin haber visto las demás y sin haberme leído el libro sé que no necesito hacerlo, pues la historia que cuenta esta película es inolvidable, acompañada de una banda sonora que te arrastra hasta dentro de ella, hipnotizante y fantástica, casi abrumadora, acompañando a una estética magnífica que permite adaptarse a la ensoñación que el guión va creando.
De esta película me quedo con esta cita: “Transcurrieron siete años, dejé de ir a Paradiso Perduto, dejé de pintar, me olvidé de los ricos y de mis fantasías, y de la joven celestial que no me amaba; no volvería a sucederme aquello, había vislumbrado la realidad y elegí hacerme mayor“
Y también os dejo otra que me encanta: “Aquella noche mis sueños se hicieron realidad y, como todos los finales felices, fue una tragedia que yo mismo había planeado, porque lo había conseguido: por fin había roto con Joe, con el pasado, con El Golfo, con la pobreza… me había inventado a mi mismo; lo había hecho cruelmente, pero lo había hecho, era libre“
Una película sobre el destino, la fuerza del perdón, la supervivencia y la voluntad, el poder de los sueños y, ante todo, la magnificencia del amor no correspondido es lo que hace de esta película una de las más intentas, emocionantes y cargadas de significados que he visto nunca y que, seguramente veré.
No hay nada como las películas que ves mientras creces, cuando todo es más intenso y las hormonas están dando saltos, supongo que por eso estas dos son las películas más impactantes en mi vida, a las que siempre me remito si pienso en, no mi película favorita, pues tengo muchas… pero si en aquellas que me transmitieron de una forma más profunda su mensaje y que me hicieron crecer como persona, aunque solo fuese un poquito.
Lucía Berruga Sánchez
* Todas las imágenes de este post han sido obtenidas de las fuentes de imágenes de Internet
http://sobrevolandolacultura.blogspot.com.es/
Kubrick me hizo amar el cine. Estoy ebrio de sus películas, desde las malas como La Naranja Mecánica hasta mi favorita, Senderos de Gloria, que debería ponerse obligatoriamente en todas las escuelas del mundo. De una tacada se aprendería el horror de la guerra, el horror de la arbitrariedad, el valor de la justicia y el buen cine. Propongo un juego a través de la música de sus películas. http://www.elsenorgordo.com/2014/03/stanley-kubrick.html
Muy buenas! Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario 🙂
Desde luego has escogido muy bien tu punto de referencia para el cine; yo tiro hacia lo sentimental, pero desde luego Kubrick es uno de los grandes.
Gracias otra vez por dejar tu aportación y tu opinión. Bienvenido cuando quieras 🙂