Hace no mucho leí un artículo en El País Semanal que se titulaba como he titulado este post: “Cómo el enamoramiento nos aleja del amor verdadero”, de Stephen Grosz. Me pareció muy interesante ya que era un artículo que trataba este hecho desde la psicología, de esta forma se ponía de caso a una mujer que llevaba manteniendo 9 años una relación con un hombre casado durante los cuales había ido permitiendo todo tipo de mentiras y engaños porque estaba enamorada de él, impidiéndole hacer una vida normal y dejando que toda su vida girase en torno a él. El bucle, cuenta el artículo, llega al punto de que el hombre, tras haber prometido dejar a su mujer y no hacerlo, le dice a su amante que se ha enamorado de otra mujer y que va a dejar a su mujer por ella y la reacción de la amante es pensar que esa nueva mujer no podrá “manejarlo” y eso le hará quedarse solo, sin su mujer y sin su nueva novia, lo que le hará volver a ella. Este pensamiento, que podría ocurrir para ella no es una posibilidad, es una certeza, sin embargo se empieza a dar cuenta de que mientras todo el mundo ha seguido con su vida y evolucionado ella se ha quedado congelada en esos 9 años, sin hacer ningún cambio ni avanzar; ello la hace sentirse sola y tiene miedo de quedarse así siempre y, poco a poco, empieza a descentrar su vida de ese enamoramiento y dándose cuenta de que por aferrarse a él ha despreciado el amor de sus amigos, de su familia, obcecándose en algo que era obvio que no podía terminar bien.
El artículo me impresionó mucho y dio respuesta a algunos asuntos personales por los que creo que todo el mundo ha pasado alguna vez en su vida y por eso quería compartirlo con vosotros, así como mi reflexión sobre ello. Muchos de nosotros, por no afirmar que todos, hemos vivido esa situación de fascinación y enamoramiento por la otra persona, convirtiéndola en el objeto de nuestro delirio y no atendiendo a razones sobre lo que rodea y fundamenta esa relación. Generalmente esa fascinación es unidireccional lo que convierte el objeto de deseo en una meta inalcanzable que a veces, como en el caso del artículo, podemos llegar a poseer pero parcialmente, pues la fascinación y nivel de entrega no es mutua.
Cuando hablo de enamorarse como una fascinación es porque generalmente la persona afectada no es capaz de ser racional sobre sus sentimientos, incluso aunque intente dividir su corazón de su cerebro el amor que siente o cree sentir domina y se convierte en un sentido dominante, domina la forma de ver las cosas, de sentirlas, de oírlas… incluso de saborearlas u olerlas.
A veces te obsesionas con la persona inadecuada y eso hace que dejes de lado a aquellas que si son adecuadas, dejándolas pasar desapercibidas o incluso rechazadas de nuestro lado por nosotros mismos. Uno de los casos más típicos que se pueden ver, además del amor falso en una relación de amantes donde él o la otra no es capaz de dar el paso y dejar a su pareja por el amante ya que realmente no hay amor de verdad, solo el fugaz capricho del enamoramiento y del calor envolvente del sexo casual, es ese mismo encaprichamiento en las parejas aun no casadas pero que también puede llevar a una relación paralela, a veces provocada por alguien externo que se mete en la pareja o porque uno de los dos se desvía e inicia una obsesión hacia otra persona ajena a la pareja y que suele ser de su entorno más inmediato.
A pesar de aquellos que dicen que no se puede “querer” a dos personas a la vez he de decir que no estoy de acuerdo, pero obviamente no es amor. Tu puedes querer a tu pareja y que sea amor, a lo mejor no ese amor intenso del principio pues con el tiempo las cosas se suavizan y queda en un tipo de amor más profundo, arraigado en nosotros y marcado por el cariño y la lealtad, por la comprensión mutua y las experiencias vividas juntos. Cuando se aprende a ese “dejar de flotar” cuando estás con la pareja o a que todo sea más bonito es cuando la relación se estabiliza, sigue siendo bonita, sigues flotando pero más con los pies en el suelo… bajarse de la nube y afrontar que tu relación ya empieza a ser seria, que aflora el compromiso puede asustar, es el momento de formalizar de verdad una relación.
En el artículo se citaba a una poetisa que decía algo así como “el enamoramiento es la parte excitante del principio y el amor real es la parte aburrida del que viene después“, realmente podría verse así, porque la rutina es muy poderosa y puede matar una relación, en las dos personas de la relación está el poder de mantenerla viva porque, como escribió Richard Bach en Puente hacia el Infinito, en la pareja es posible que “dos personas cambien juntas, crezcan juntas y se enriquezcan mutuamente, en vez de empobrecerse. ¡La suma de uno más uno, si son dos seres adecuados, puede ser el infinito!” Sin embargo resalta el problema de ese equilibrio pues “con mucha frecuencia una persona arrastra a la otra hacia abajo; uno quiere subir como un globo y el otro es un peso muerto”. Es ese peso muerto, ese “en la pareja siempre hay una parte más implicada que otra” que decimos lo que acaba destrozando las relaciones. Si las dos personas quieren estar juntas lo estarán, y lucharán por ello, pero cuando una parte no está a muerte con la otra aunque la otra parte sí que lo esté es cuando corre el riesgo de buscar emociones fuera de la pareja, se sentirá atraída por otras personas con toda seguridad, personas que creerá que le dan lo que su pareja parece que no puede darles y se enamorará de ella, pasando a un estado donde rechazará el amor verdadero, el de su pareja, su compañero o compañera, por otro distinto, fugaz.
Obviamente eliminamos de la hipótesis las variables que dicen que esa nueva persona podría ser su pareja adecuada, que la anterior realmente no le aportaba lo que necesitaba, etc. si nos quedamos con el hecho de dejar que ese enamoramiento, esa ilusión del principio, la búsqueda de una nueva emoción nos hace desprendernos de algo tan valioso como una relación estable podemos decir que el enamoramiento, o ese estado de enajenamiento de la realidad, nos hace enlazarnos o unirnos a alguien que no es real (o no al menos como nosotros le vemos) y ello nos hace desconectar de la gente que realmente está a nuestro lado.
Mi profesor de Derecho nos contó una vez una historia, un chiste realmente, en el que un hombre en medio de su proceso de divorcio alegó en su propia defensa que su casamiento había sido producido bajo un estado de enajenación mental ya que, en el momento de casarse, él estaba enamorado de su mujer y no se daba cuenta de lo que hacía impulsado por ese amor que le alejaba de la realidad. Obviamente no es real, pero es un ejemplo de cómo el enamoramiento, lo que nosotros creemos que es amor y que resulta solo ser un capricho, nos hace perder el control y el sentido de la realidad, huyendo de la verdadera relación que nos ha satisfecho durante tanto tiempo.
Vivimos en un mundo lleno de caprichos donde, aunque tengamos un buen móvil, un vestido, unos pantalones, un ordenador… cuando salen cosas nuevas, aunque sean una variedad distinta mínimamente de lo que ya tenemos queremos tenerlo. En un mundo donde lo que se rompe se sustituye por algo nuevo en vez de arreglarlo muchas relaciones no pueden sobrevivir porque queremos más, constantemente, para satisfacer nuestras expectativas.
Como persona que ha vivido una situación de enamoramiento, enajenada del verdadero amor y permitiendo que la persona a quien quería se alejase de mí y manteniéndome yo alejada de ella por un mero capricho que yo consideraba algo más, así como por ser incapaz de ver el verdadero amor y dejándome arrastrar por un torrente de emociones y de sentimientos puedo afirmar que las personas que sufren de este amor, que, como en el ejemplo inicial, también se puede dar en una persona soltera hacia otra persona a la que idealizamos y convertimos en un objeto de deseo, que el enamorado, al igual que un paranoico, guarda detalle de todo lo que pasa en torno a esa persona, se empecinan en cada pequeño detalle favorable ignorando casi sin darse cuenta las realidades que tiene en frente y que le harían ver cómo es esa persona realmente que, por desgracia, se aleja del ideal que nosotros le hemos impuesto. Toda esa información es recogida con avidez e interpretada, por no decir deformada, por el enamorado, pero en realidad todo ello solo es parte de su delirio. La poetisa ya mencionada tenía otra cita que me apunté en la que decía “Los enfermos de amor están poniendo a prueba sus fantasías frente a la realidad” y, a pesar de la angustia que puede generar esa imagen mental, no real, del otro, las personas seguimos ignorando la realidad y acercándonos a quien no debemos en busca de ese amor que difícilmente podremos encontrar en esa persona.
Da igual si estas en pareja, o soltero y da igual que la persona que te guste esté en pareja o soltero, las malas relaciones vividas forman parte de nuestro día a día y tanto con los errores cometidos, así como con los aciertos, seguimos hacia delante. Como dice el artículo del que parto, no podemos rehacer el pasado pero si podemos cambiar el presente; si intentásemos vivir una vida sin pérdidas, intentado cambiar ese pasado y nuestros errores solo serviría para vivir una vida triste, para deprimirnos, pues el pasado no se puede cambiar. Para terminar me quedo con una de las frases de Grozs que dice así: “el cambio es mayor cuando reparamos nuestra relación con lo perdido, con lo olvidado”. Quizás solo se trate de aprender a vivir con nuestros hechos, plantarnos ante las escenas del pasado y saber que aunque puede que no lo hiciésemos bien lo hicimos lo mejor que supimos o que fuimos capaces; comprenderlo y crear la visión de conjunto que permitirá que sigamos con nuestra vida, intentado no caer en los mismos errores que ya cometimos.
Lucía Berruga Sánchez
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Me ha parecido muy interesante, tanto el artículo del que parte de El País, como la reflexión que haces al respecto. Yo me declaro como una enamorada de su pareja que pensaba ser correspondida en la misma medida. Que la he amado intensamente y siempre he considerado que nuestra unión nos hacia fuertes ante las dificultades que podían producirse. Sin embargo, él ha decidido marcharse y eso me ha producido un enorme dolor, un sentimiento de abandono sobre todo porque el hecho a desvelado que en esta Barça sólo remaba uno.
Hola Pilar, muchas gracias por pasarte por mi blog y dejar tu comentario. Me alegra que te haya gustado el artículo y la reflexión, la verdad es que si decidí hacerlo es porque a mi también me tocó en profundidad y me hizo pensar sobre algunas de las cosas que han pasado en mi vida. Lamento que tu historia no saliera bien, pero estoy segura, segurísima, de que si él no era la persona adecuada encontrarás la persona con la que navegar contra las dificultades. Animo y un abrazo.
Querida Pilar, no te conozco de nada pero me gustaría animarte a que creyeras en que estar soltera no es lo mismo que estar sola, sino todo lo contrario: es el comienzo de una relación contigo misma. No dejes que nadie te engañe otra vez con eso del amor de tu vida, tu media naranja y todo ese rollo, no es necesario estar enamorado para ser feliz, aunque la sociedad se empeñe en que seamos seres incompletos, aunque se empeñe en emparejarnos y hacernos dependientes unos de otros constantemente, se puede ser MUY feliz consigo mismo. Ánimo 🙂
Estimada Lidia, gracias por pasarte y dejar tu comentario con esas bonitas palabras para Pilar. Estoy de acuerdo contigo, aunque si que es verdad que a veces nos centramos en el amor de pareja hay muchos tipos de amor, entre los que destaca el amor a nosotros mismos. El artículo del El País hablaba del verdadero amor como el de las amigas y familia que la chica había dejado de lado por su relación amorosa.
Creo que lo principal para poder ser feliz con alguien (sea amigos o pareja) es ser feliz con uno mismo, descubrirnos y comprendernos para poder aceptarnos… el resto vienes después.
Un abrazo y bienvenida cuando quieras.