La verdad sobre el caso Harry Quebert es un libro que cayó en mis manos hace tres semanas como un regalo atrasado de cumpleaños y la verdad es que no había oído hablar de él, pero al parecer, venía pisando fuerte pues se estaba preparando para traducirse a 33 idiomas. El autor, Joël Dicker, con 28 años ya se ha convertido en un fenómeno global y, con su libro, crea un paradigma ya que la historia gira en torno a un escritor de 30 años, Marcus Goldman, que, aunque ya era conocido y tenía labrada su carrera como escritor, se hace extremadamente famoso con su segundo libro creado a raíz del caso Harry Quebert, su amigo y profesor en su época universitaria, y se nos va contando cómo llega hasta allí, los acontecimientos que le llevaron a escribir el libro y lo que pasó durante y después de ello. Y de ahí el paradigma, porque el joven escritor de La verdad sobre el caso Harry Quebert, se ha hecho famoso a sus 28 años con su segundo libro, que es precisamente el libro que, en la ficción, lleva al protagonista de la novela a alcanzar la fama completa y total.
Lo cierto es que desde Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson no había vuelto a leer un thriller policial porque, aunque me gusta, no es el que ocupa el mayor espacio en mí, cada vez más, creciente biblioteca; pero como ya había leído varios libros sobre este género y además se presentaba como una de las grandes obras del año, premiada en 2012 por el destacable premio de novela de la academia francesa, y que, era un regalo y yo nunca cierro las puertas a un libro gratis, esa misma tarde me lo empecé a leer.
Aunque lleva en la cabecera de mi cama tres semanas realmente me he leído las 660 páginas en una semana, en los pocos ratos que he tenido, perdiendo horas de sueño, lo he engullido, como me suele pasar cuando un libro me gusta.
Respecto al autor decir que Joël Dickers ha conseguido a sus 28 años lo que muchos no llegan a lograr a lo largo de su vida: convertirse en un escritor de éxito, aunque él ya apuntaba a maneras, pues consiguió a los 10 años ser nombrado el editor más joven en Suiza, y actualmente es profesor de francés. Curiosamente ha obtenido el triunfo con su segunda novela, ya que la primera, Los últimos días de nuestros padres, aún no ha salido a la luz y se publicará en 2014 por Alfaguara.
Respecto a la trama todo comienza cuando Marcus Goldman que, tras el éxito con el primer libro se encuentra ante la “enfermedad” del escritor: el síndrome de la página en blanco, ha de entregar un nuevo libro con un plazo que cada vez se cierra más para evitar acabar en los tribunales por haber roto su contrato con su editorial y eso le lleva a recurrir a su amigo y mentor, el que fue su profesor en la universidad y le ayudó a convertirse en quien es, el escritor de éxito Harry Quebert, que alcanzó la fama con su obra Los orígenes del mal. Quebert le invita a trasladarse a Aurora, un pueblo de New Hampshire, para ver si allí recupera la inspiración y puede volver a escribir. Estando allí Goldman descubre por accidente que su amigo y maestro tuvo una relación secreta 33 años atrás, con 34 años, con una chica de 15 años, Nola Kellergan, que desapareció de forma misteriosa y violenta a finales del verano de 1975.
Cuando pasado un tiempo, y sin haber escrito una sola línea para su nuevo libro, Goldman vuelve a Nueva York, se descubre por accidente el cadáver de la chica en el jardín de Harry junto con una copia del manuscrito de su famoso libro. Ante ello Harry es detenido y Goldman acudirá de nuevo a Aurora con la esperanza de poder ayudar a su amigo, para quien todo se va volviendo cada vez más turbio al confesar que el manuscrito de su famoso libro, Los orígenes del mal, fue escrito y dedicado para Nola en el que se cuenta la relación que tuvo con la chiquilla de 15 años en forma de carta.
A partir de ahí la historia se nos narrará en tres tiempos: todo lo que ocurre en torno a 1975, las historias de los habitantes de Aurora y la historia de amor de su maestro y Nola por un lado, por otro su propia historia con Harry y, por último, lo que va ocurriendo a tiempo real desde que se descubre el cuerpo de Nola. Goldman a pesar de lo que le dice todo el mundo decide quedarse en Aurora e investigar para poder descubrir la verdad y limpiar el nombre de su amigo, lo que le llevará a encontrar la idea que buscaba para su nueva novela, y para ello contará con la inesperada ayuda, aunque siempre reticente, del teniente Galahowood, un policía sarcástico, con poca paciencia, cuya confianza Goldman tendrá que ganarse.
Obviamente la historia está pensada para que nadie sea lo que parece, de esta forma todos sus personajes muestran inicialmente una cara que no será la auténtica, incluida Nola, Harry y, por supuesto, el propio Goldman. Se nos plantea una novela con grandes giros inesperados, en la que tendremos que ir siguiendo las miguitas de pan que se nos van dejando y donde iremos viendo los secretos que un tranquilo pueblo y su gente, aparentemente inofensivos, esconden.
Para mí una de las mejores partes del libro es la propia relación de Marcus y Harry, del alumno y el maestro, con sus enseñanzas y los consejos. Eso lleva a crear una historia de fondo que servirá como hilo conductor de toda lo que se nos cuenta ya que, al comienzo de cada capítulo, se nos presenta con uno de los múltiples consejos que Harry le da a Marcus sobre lo qué es ser escritor y lo que implica y es el acto de escribir un libro.
Esos consejos son una agradable ruptura de la tensión de la novela ya que serán consejos que, realmente, se pueden aplicar a la vida diaria, lo cual supone un contrapunto que permite reflexionar y que, para los que nos gusta escribir, suponen una apertura a nuevas perspectivas y puntos de vista sobre la escritura. También servirán, a veces, para adelantar la idea de lo que va a ocurrir en el siguiente capítulo.
La historia en espiral, la trama del caso, bastante extendida a lo largo de las páginas para poder dar esos giros de guion, me recordó mucho a la historia de Los hombres que no amaban a las mujeres, donde un escritor (en vez de un periodista) ha de desvelar lo que ha ocurrido en torno a la desaparición de una joven, aparentemente dulce e inofensiva, que obviamente va a guardar un secreto bastante oscuro, y donde todos los que la rodean tendrán algo que esconder. Un thriller donde nada es lo que parece, donde se repite bastante sobre los sucesos del 30 de agosto de 1975 para ir descubriendo cada vez más detalles sobre la desaparición de Nola, que harán que lo que empezó de una forma acabe convertido en una historia completamente diferente.
Serán esas sorpresas y cambios en la historia lo que hace que el lector no pueda dejar de leer y lo que hizo que yo no pudiese soltar el libro, porque necesitaba saber cómo continuaba. Sí que es cierto que a veces se hace un poco largo y pesado, ya que cuando parece que la historia está cerrada vuelve a abrirse porque ocurre algo que lo cambia todo. De esa forma se repite mucho algunos sucesos de aquel verano porque se vuelve sobre ellos para especificar lo que realmente fue pasando y que cambia el desarrollo del caso policial y de la trama.
Creo que no se puede discutir que sea una gran novela, que tenga su éxito justificado, ya que todo el peso de la historia lo llevan unos pocos personajes, por lo tanto han de estar bien construidos y ser creíbles para poder seguirles y seguir queriendo ir detrás de ellos siguiendo sus pasos y sus descubrimientos. Dicker lo consigue sin problemas y además crea una red de unión de todos los personajes que vincula unos a otros y que, poco a poco, se van desvelando dándole sentido a la historia pero también despistando al lector ya que es muy difícil imaginar quién es el verdadero responsable de la desaparición y muerte de Nola hasta el final del todo, donde, casi un poco atropelladamente, se nos desvelará junta toda la información que complementa las lagunas informativas y preguntas que han ido surgiendo en los últimos capítulos del libro.
Por un lado esa gran cantidad de información final está muy bien pensada y hace que el lector se quede asombrado ante el giro inesperado de los acontecimientos que cambian en cadena, como si todo hubiese sido una partida de dominó y hasta entonces no hubiesen tirado la pieza correcta que hubiese desencadenado el movimiento de descubrimientos de todas las pistas hasta llegar a la verdad; pero por otro lado está el hecho de que provoca en el lector la sensación de que se podría haber resuelto todo mucho antes, de que sobran páginas y que, para soltar todo al final, podría haberse dosificado mejor y haber creado el impacto final no de una vez, haciendo que casi te atragantes con toda la información y el ritmo trepidante de la narración, sino más lentamente, pues todo el libro transcurre de manera entretenida pero siempre poco a poco, en contraposición con el final, donde todo se nos presenta de golpe.
Sin embargo, a pesar de estos detalles mencionados, de lo que no hay duda es que la obra de Dicker cumple con su cometido y no decepcionará a quien empiece a leer desde su primera página, continuando con la historia hasta la última de la misma. Además de la historia lo que consigue esta “adicción” hacia el libro es el hecho de descubrir, aunque ya se espera, que todos los personajes no sean ni buenos ni malos, por lo que son muy reales, cercanos al lector lo que provoca que este les vea como somos todos: llenos de conflictos internos, con esperanzas y con los errores cometidos por el camino cargados sobre la espalda. Esa forma de plasmar la esencia, casi real, de los personajes, hace que sigamos con ellos hasta el final, necesitados de conocer qué es de ellos.
Lo único que no me ha resultado creíble de los personajes es, precisamente, lo que debería ser uno de los puntos fuertes de la novela: la relación de amor entre Nola y Harry; si no me ha parecido creíble es porque parece más una relación de amor platónico que una relación pasional, contando con que es un amor prohibido en el que la pasión debería mezclarse de lleno en ella, es una relación basada en el respeto, hasta tal punto de que Nola siempre habla de usted a Harry, cosa incomprensible para mí en una relación de amor. Eso hace que no sea cercana y que por tanto se vea rara ante el resto de las realidades que se van descubriendo con el paso de las páginas.
A pesar de la pérdida de interés en algunos puntos que pueda sufrir el lector (normal también puesto que el libro es muy extenso), Dicker conseguirá recuperarlo de nuevo sin problemas, consiguiendo mezclar el bien y el mal en su historia, llegando al equilibrio que todos los amantes de la lectura buscamos en un libro.
Interesante, casi brillante, con buena narrativa y un argumento y ritmo muy sólido, La verdad sobre el caso Harry Quevert se ha convertido justificadamente en uno de los libros del año, que obviamente se seguirá extendiendo y dará la vuelta al mundo.
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Lucía Berruga Sánchez http://sobrevolandolacultura.blogspot.com.es/