Por @SilviaP3
Recuerdo cómo, desde que tengo uso de razón, cuando todavía no levantaba ni un palmo del suelo, devoraba los cómics que le regalaban a mi hermano mayor, así que, como no podía ser de otro modo, soy una apasionada del universo Marvel.
Apenas podía comentar con nadie mi fascinación por Thor, mi debilidad por Spiderman o mi sorpresa con la relación entre Susan Storm y el príncipe Namor. Adoraba aquellos cómics con los dibujos de Jack Kirby y las historias de Stan Lee, y maldecía que se los regalaran siempre a los niños, como si a nosotras no nos fueran a fascinar de igual manera aquellas aventuras, y tuviéramos que conformarnos únicamente con Esther y su mundo, cuando podíamos disfrutar de todas ellas.
Hoy por hoy, una ha llegado a pensar que la industria que nos rodea sabe perfectamente lo que se hace, y aún siendo conscientes de que también gustan esas historias a la otra mitad de la población del planeta, prefiere que la tendencia se mantenga como está; peor aún, maquillarla para que parezca que ha cambiado y hemos avanzado, sin perder así los ingresos de nuevas consumidoras, pero manteniendo, en realidad, la misma segunda lectura.
Después de todo, ¿y si las niñas se replantean las cosas? ¿Y si quieren emular a Charles Xavier, ser científicas como Bruce Banner o multimillonarias como Tony Stark? ¿Y si prefieren verse reflejadas en un dios como Thor?
Así pues, si he reconocido en un principio mi debilidad por Marvel, ahora toca admitir, para no llevarnos a engaño, que soy fan de Joss Whedon. ¿Soy? ¿O debería decir «era»? Digamos que, a día de hoy, espero con impaciencia el siguiente de los trabajos del director estadounidense para confirmar si es que lo ocurrido con Los Vengadores: La era de Ultrón (2015) es responsabilidad exclusivamente suya o si le ha devorado la maquinaria que Disney puso en funcionamiento después del gran éxito alcanzado con la primera de las películas del grupo de superhéroes que le encomendó; aunque ambas opciones ni siquiera tienen por qué ser excluyentes.
Advierto que no voy a hacer una reseña. Será suficiente con decir que La era de Ultrón es una entretenida película de superhéroes, con un inicio magnífico y unas escenas de acción espectaculares, que sufre, en ocasiones, cierta ralentización en su guión que provoca que derive hacia cosas tales como las historias de amor metidas con calzador que tanto gustan a cierto sector del público y la crítica. No obstante, a pesar de recomendarla y reconocer que me lo he pasado bien viéndola, aun sin haber llegado al entusiasmo que generó en mi Los Vengadores (2012), hay, sobre todo, un detalle en la cinta que me sentó como si me hubieran dado una bofetada tal en toda la cara que provocó que perdiera ese estado de hipnotismo y credulidad necesario para sumergirse en cualquier historia, no digamos ya si se trata de fantasía o ciencia ficción.
¿Consideran spoiler una escena que no desvela el argumento? Si es así, dejen de leer, vean la película y ya seguiremos hablando; en caso contrario, les aseguro que no destroza nada de la trama, pueden seguir leyendo. Seré breve.
En una conversación entre Bruce Banner y la Viuda Negra, esta le expone que no puede tener hijos porque fue esterilizada, y remata su explicación preguntándole:
¿Aún piensas que eres el único monstruo aquí?
Y así es como se transforma una heroína fuerte e independiente en una mujer convencional que nos vende el mensaje de que una fémina estéril es un monstruo, y que, por analogía, ofende también a aquellas que han decidido racional y libremente que no quieren tener hijos.
Lo cierto es que ni siquiera tenía pensado ocuparme de este tema, pero no he podido evitarlo. ¿Saben eso de que uno ha de escribir aquello que le gustaría leer? Pues también sirve para los artículos de opinión.
Y es que, ingenua de mí, creía que las redes arderían ante semejante vuelta de tuerca a un personaje como la Viuda Negra; que, al menos, las espectadoras se habrían sentido igual de ofendidas que yo ante semejante declaración en una película de un referente como Joss Whedon.
Pues bien, las redes han ardido, vaya si han ardido, pero en el mundo anglosajón. Tanto es así que Whedon ha cerrado su cuenta en Twitter y ha tenido que soportar declaraciones de esas que no tienen ningún tipo de justificación. Ya sabemos que, cuando las redes arden, se suman al carro del fanatismo las opiniones hechas con un talante para nada constructivo y que tienen tendencia al insulto y al ensañamiento. Deplorando todas ellas desde esta página, hemos de reivindicar aquellas otras que hacen hincapié en la reflexión que en estas líneas también pretende realizarse; aunque, como siempre sucede, las efectuadas desde la serenidad y el pensamiento crítico quedan enterradas y desvirtuadas por todas esas posturas ofensivas e irracionales que, en vez de ayudar, se convierten en su peor enemigo.
Sin embargo, apenas he encontrado opiniones de ningún tipo sobre este tema después del estreno de La era de Ultrón en España, y puedo contar con los dedos de una mano a las personas con las que ha sido posible comentar este detalle sin que me tachen de susceptible, exigente o exagerada. Sea como fuere, estoy segura de que, después del revuelo montado por los sectores feministas estadounidenses, aquí habrá gente que se sumará al carro y empezará a hablar de esto, pero sin haberse detenido en su momento en lo que vio y escuchó, y eso es lo más preocupante.
Volvamos a Whedon. No sería justo que esta película hiciera olvidar todo lo que ha logrado respecto a la presencia femenina en el universo fantástico. Buffy Cazavampiros ha marcado a generaciones de frikis, demostrando que un personaje podía ser fuerte, autónomo, autosuficiente y no perder un ápice de su femineidad por ello. Whedon fue quien demostró cómo una protagonista puede tener el poder sin necesidad de masculinizarse; cómo puede ser la que salva el mundo y a sus parejas masculinas despeinándose, sudando y teniendo que entrenar. Whedon era aquel que tenía debilidad por elegir a actrices esbeltas con estudios de danza a sus espaldas para que las coreografías de acción y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo fueran creíbles y resultaran reales. Y también fue Whedon quien sentó en una silla en Los Vengadores a la Viuda Negra, presentando al personaje de una forma que, en esta segunda película, resulta por completo irreconocible.
¿Qué ha pasado para que haya terminado mostrando a esa figura femenina de siempre que sirve de acompañamiento a los héroes y cuyo deseo insatisfecho sigue siendo formar una familia? ¿Qué ha pasado para que haya terminado grabando escenas en las que los héroes compiten con gracietas sobre las mujeres que les rodean?
Supongo que si la cinta la hubiera firmado otro director no se habría armado tal revuelo al otro lado del charco, pero del creador de Firefly, Angel y Dollhouse nunca nos habríamos esperado algo así. Tal vez, simplemente, haya terminado la era Whedon, y otra imagen que, en realidad va a ser la de siempre, se nos va a vender desde la gran pantalla, por más que quieran hacernos creer lo contrario.
¿Es descabellado pensar que, ya que no va a hacerse cargo de ningún otro título del megaproyecto Marvel, le han exigido que introdujera determinadas cosas en el guión, viéndose obligado a hacerlo, aún sabiendo que daba la espalda a lo que ha sido toda su carrera en lo que a la reivindicación de la figura de la mujer dentro del género se refiere?
El tiempo nos lo dirá. Hoy por hoy, las niñas y adolescentes que disfruten de La era de Ultrón saldrán con un mensaje subliminal almacenado en sus subconscientes que les dirá que la mayor desgracia de una mujer es no ser madre. Y lo peor de todo, las cosas deben haber empezado a cambiar hace algún tiempo para esas lectoras y espectadoras, ya adultas, de Crepúsculo y consumidoras de la trilogía de Grey, que escuchan semejantes declaraciones en una pantalla de cine y ni siquiera se inmutan.
No sé qué es lo más inquietante, si creer que ni siquiera se han dado cuenta, o pensar que ellas también están de acuerdo con esa aseveración.