Hace cuatro días escasos que llegué de vacaciones y ya empieza a sorprenderme lo que leo del mundo. Hoy ha sido Alain Delon, pero lo suyo casi es peccata minuta en comparación con otros. Hace muchos años que, por circunstancias que no vienen al caso, cuento entre mis amigos y allegados con varios homosexuales. Entre ellos, dos personas son especialmente cercanas. Y congregan, como el resto de los mortales, virtudes y defectos y, también, como el resto de los mortales, se defienden en el mundo como pueden y les permite su forma de entender la vida. Los aprecio por nuestros años de relación, por lo que me han aportado y por lo que son, independientemente de su sexualidad, que por otro lado no me interesa lo más mínimo, como supongo que no les interesara la mía. A veces, cuando leo ciertas noticias que arremeten contra ellos o hacen hincapié en la anti naturalidad de sus relaciones, como ha hecho Alain Delon, me pregunto cómo me sentiría si me impusieran a mi, que soy mujer hetero, relacionarme con otra mujer, quisiera o no. Así que, imagino cómo deben sentirse ellos cuando tantos se empeñan en imponerles su idea de lo correcto, ¿o es que alguien cree que eligen su sexualidad por un simple capricho? Aunque aún aceptando que así fuera, ¿a quién le importa?
Sin embargo, a pesar de lo civilizados que creemos ser, no pasa mucho tiempo sin que oiga cómo se les cuestiona o cómo este colectivo es víctima de los chistes y la mofa más simplistas y ramplones. Por no hablar de los que piensan que son mejores personas sólo por estar en el lado correcto de la sexualidad. Pero, lo peor y más grave es que se trate de un Gobierno en bloque el que se posicione en contra, y no tenemos que irnos a países islamistas. Esta semana leía que el Gobierno ruso ha subvencionado una película en la que se niega la homosexualidad de Chaikovski, con el objetivo de ensalzar a todos aquellos que engrandecen la nación pero sin ir en contra de la línea oficial del Kremlin, bien clara después de haber entrado en vigor recientemente la ley que veta la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales”.
Y lo peor es que nos creemos muy modernos.