Todos llevamos un guerrero dentro.
Cada persona lo exterioriza a su manera, ya sea apagando un fuego como es el caso de los bomberos, resolviendo crímenes o incluso luchando por obtener la mejor venta en el puesto de un centro comercial. Todos, en mayor o menor grado, no dejan de ser guerreros. Se juegan su sustento para intentar obtener el mejor resultado dentro de sus posibilidades.
Estos luchadores han aumentado en los últimos años debido a la precaria situación laboral que sufrimos en este país. Una situación que te consume y te hunde en la tristeza y la impotencia, haciendo que te sientas en el interior de un pozo sin salida.
Ellos también son guerreros, quiza los más cualificados.
Mi forma de exteriorizarlo es esta: Escribiendo.
Podré hacerlo mejor o peor que muchos otros, pero os puedo asegurar que cada palabra que mancha el papel está escrita con el corazón, con toda la ilusión que un humilde servidor puede aportar.
Porque, ¿qué sería de nosotros sin la imaginación, sin los sueños? Adoro regalarle a la gente historias y que estas les hagan olvidar durante un tiempo los problemas, transportándolos a tierras lejanas y fantásticas.
Recuerdo con cariño uno de los primeros libros que lei. Y no fue adoración a la lectura, sino el largo trayecto de casi tres horas que cubría desde Mataró, ciudad donde vivía, hasta la Colonia Gaüdi. En aquellos momentos el walkman consumía una barbaridad de pilas y mi padre, gran lector, me aconsejó que desempolvara su vieja caja de libros.
– ¿Un libro, papá? ¿Para qué?
Le pregunté.
– Para leerlo -me contestó el cachondo.
Él si que era un luchador. A veces me pregunto si le hubiesen gustado mis historias…
De aquella caja me llamó la atención una entre todas. No recuerdo muy bien el título, recuerdo vagamente algo de “UB57” o algo así. Jamás lo he vuelto a encontrar, ni siquiera en la red.
Aquella historia cambió mi visión del mundo. Dos historias paralelas relatadas en línea con unos personajes que te mantenían enganchado a sus páginas. Lástima que no recuerde ni el autor.
Aquella y otras tantas novelas me impulsaron a dar el paso y comenzar a escribir. Todo gracias a aquel libro que no recuerdo, gracias a ese gran guerrero que me lo dio y al que no olvido.
Y ahora nace Akster, el guerrero que cerrará momentaneamente esta saga titulada “Las tierras de Narph” y que comenzó hace dos años con el intrépido viaje de Oktur.
Aquí os lo presento en forma de vídeo deseando que os transporte muy lejos de aquí.