“Me siento en mi sitio sin querer reparar en David, mi padre, que me observa de arriba abajo como siempre.
— ¿Cómo está hoy mi pequeña? —Pregunta, mientras se acerca a darme un beso.
Echo el brazo hacia atrás arrastrando con él la servilleta de papel y me agacho enseguida a recogerla, evitando así su saludo. Me repugna sentir sus labios en mi piel.
Él se da cuenta y observa de forma lasciva mi movimiento evasivo, pues descuidadamente al agacharme se me ha subido un poco la falda del uniforme escolar y mi pierna ha quedado al descubierto.
Pero se le nota de buen humor, porque si no mi jugarreta hubiera ganado el primer bofetón del día. A veces me pregunto si con el tiempo también se me formará callo en la mejilla, de la misma manera que el que poseo en el dedo corazón de escribir en el colegio.
Mamá, ajena a todo, continúa triturando con la batidora la crema, mientras me siento observada por este engendro infanticida.
— ¿No me das un beso, princesa? —Dice, intentando un nuevo acercamiento.
— No te lo mereces —susurro, más fuerte de lo que hubiese deseado.
Ha sido sin pensar, he hablado en voz alta y sé que lo ha oído. No hay vuelta atrás. Cierro los ojos y agacho la cabeza, preparándome para lo inevitable. Así es más fácil.
El golpe me da de lleno en la parte izquierda de la cabeza, junto al oído, y me lanza de bruces hacia el suelo junto a un insoportable pitido.
Durante una milésima de segundo sonrío. Sé sus puntos débiles y eso me hace fuerte, aunque la que salga mal parada sea yo.
— ¡Cariño! —Exclama mi madre, dirigiéndose hacia mí para ayudarme a levantarme.
— Esta niña cada día es más torpe —suelta David con indiferencia —. Si no jugaras con la silla no te caerías.
Su mirada no dice lo que sus labios acaban de expulsar, sino: “como abras la puta boca te meto una paliza que te dejo inválida”.
— Estoy bien, mamá —intento tranquilizarla, aunque el tímpano me resuena ferozmente.
Me levanto, intento sonreír y vuelvo a sentarme de nuevo.
Es sábado y he quedado en casa de mi amiga Ani para estudiar los temas que entran en el examen de gramática del lunes. Es mi vía de escape, unas horas fuera de aquel infierno al que otros niños llamarían hogar”.
Extracto de “Reflejo imperfecto”
Una novela sobre la angustiosa vida que sufren algunos niños en sus hogares, presas del abuso y el maltrato infligido por algún progenitor o familiar.
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Una novela de un servidor.
Otro comienzo realmente esperanzador, ya estoy deseando leer el siguiente capítulo. Tienes una forma de escribir realmente adictiva. QUIERO MÁS!!!!!