A mí me enseñaron que las personas educadas cuando hacen daño a alguien, sobre todo cuando es sin querer, lo mínimo que pueden hacer es pedir perdón. Y ya de paso tampoco está nada mal mostrar arrepentimiento. Pero parece que esta gente que se pone a jugar a la guerra con misiles como si fueran tirachinas no sabe pedir perdón o tiene otra idea de lo que es ser educado. Pero si los niños le quitan el misil a papá mientras papá duerme sobre su pozo de petróleo, entonces, ya que los niños no lo van a hacer, el que tiene que pedir perdón y al que se le tiene que pedir responsabilidades es a papá, por dejar que los niños jueguen alegremente con misiles. Pero, no sé porqué me parece que papá se va a hacer el sueco (¿o deberíamos mencionar otra nacionalidad?), y aquí ni va a pedir perdón nadie ni va a asumir sus responsabilidades nadie ni estas muertes van a servir para algo, que dicho sea de paso, casi nunca sirven para nada, pero uno no pierde la esperanza de que los hombres aprenden alguna lección por una vez en su vida y se den cuenta de lo imbéciles y gilipollas que son. Pero no. Eso parece que es pedir demasiado. Por lo visto la única lección que aprendemos es como matarnos mejor.
Y permítanme que me vaya un poco por las ramas, pero esto me recordó, sin poderlo evitar, una vieja canción del grupo The Sound, que se titulaba Missils y que decía algo así (cito de memoria): “¿Quién ha hecho esos misiles? ¿Saben ellos para qué sirven?”. Porque resulta que todos hemos hecho esos misiles (porque los hemos pagado con nuestros impuestos) y todos sabemos para qué sirven. Pero claro, luego no imaginamos que acabarán en manos que gente con ganas de jugar a la guerra, ni nos tomamos en serio lo peligrosa que es esa gente que no tiene nada mejor que hacer que jugar a la guerra, ni pensamos que a nosotros, que estamos muy lejos de esa gente peligrosa con ganas de jugar a la guerra, nos puede pasar nada. Pero sí pasa, mira tú por donde, porque la globalización es eso: que te puede pasar cualquier cosa en cualquier parte del mundo porque un idiota se pone a jugar a la guerra en otro lado del mundo. Y sé lo que digo, sé lo que digo porque tengo un familiar que por motivos de trabajo coge ese avión dos veces al año. Coge ese mismo avión, el que va de Amsterdam a Kuala Lumpur, porque la globalización hace eso: te tengas que cruzar el mundo por motivos de trabajo. Y no lo coge mucho, pero lo coge lo suficiente como para poder estar en esa lista en la que nadie quiere estar. Por suerte ahora está de vacaciones, o no va a esa parte del mundo. Pero otros sí están. Y no tenían por qué estar. Pero claro, eso que se lo digan a esa gente que se pone a jugar a la guerra con misiles como si fueran tirachinas.
¿Y por qué? ¿Por qué les ha dado por jugar a la guerra? Hay nacionalismos históricos. Hay pueblos que llevan 100 ó 50 años peleando por su tierra (otra cosa es si realmente merece la pena esa lucha, pero aquí no se trata de eso, la cuestión es que su lucha es conocida y en cierto modo se puede comprender: por ejemplo, los Kurdos, por poner un ejemplo, ya digo). Y hay otros que se vuelven nacionalistas de la noche a la mañana, sin previo aviso, sin que los demás, que bastantes problemas tenemos ya, nos molestemos demasiado en pensar en ellos. Hasta que te toca ir a trabajar a Kuala Lumpur… O eso o te vas de vacaciones o vas a ver a la familia o lo que sea.
Y luego todo son preguntas, y todo son lamentos. ¿Pero culpables? ¿Revisión de los errores para que no se vuelvan a repetir?
De todas formas el telediario nos sorprenderá mañana o pasado con otra nueva salvajada y el mundo mirará para otro lado. Y, mucho me temo, todo seguirá como siempre.