Por @SilviaP3
Hay gente que no entiende que, en la vida, se trata de avanzar aprendiendo; no se trata de retroceder cada vez que surge la dificultad. Porque mientras algunos optamos por vivir escalando montañas y abriendo sendas; otros eligen vivir, dando círculos, la misma existencia.
Y al final ambos caminos son dos opciones de vida, dos formas de ser. Una evoluciona constantemente, como una esponja que absorbe las vivencias, las experiencias, los errores, los aciertos y aprende de todo ello sin perder la ilusión y las ganas, con el ansia de demostrar que es probable lo que muchos te decían imposible. La otra prefiere no pensar, volver al punto de inicio sin haber comprendido nada, manteniendo cerrados los cajones de la memoria, eliminando años de vida, experiencias, personas, y borrando de un plumazo el cúmulo de hechos que les han conducido a un punto para volver a ponerse en aquel lugar al que es imposible retornar.
Lo hacen cuando surgen los problemas, cuando hay piedras en el camino, cuando al recorrer la senda se encuentran un barranco que no pueden saltar. ¿Pedir ayuda para hacerlo? Eso sería asumir vivir hacia adelante, reconocer un obstáculo, admitir que se necesita a los demás y seguir encaminándose al futuro. Pero lo más fácil, lo que más acostumbramos a ver a nuestro alrededor, es cómo muchos regresan al pasado, desandan lo andado, van hacia atrás recorriendo un camino conocido. Curiosamente, se creen valientes por ello, se sienten más jóvenes, más competentes, más listos. Los otros, si es necesario, y no somos capaces de superar ese problema que nos encontramos, pedimos ayuda. La gente que nos quiere de verdad, sin esperar nada a cambio, aparece sin llamarla. Nos echa una mano con cuerdas y escaleras y seguimos adelante. Y un día miramos hacia atrás y sonreímos: Hemos superado el obstáculo.
Sabemos que aquellos que vuelven atrás cometerán de nuevo los mismos errores. No somos adivinos. Es pura lógica. Sabemos que aquellos que viven en círculos comienzan todo sabiendo que, cuando surja la dificultad, no estarán a la altura, y volverán a dar la espalda a su propio ser, y vivirán recorriendo el mismo sendero una y otra vez.
Los otros lucharemos por superar los barrancos, nos encontraremos montañas que escalar, ríos que vadear y un sinfín de imprevistos que, a medida que pasan los años, por las propias circunstancias de la vida, aceptémoslo, van en aumento, y viviremos dando lo mejor en cada instante, esperando superarnos en cada momento, deseando que aquellos que orbitan en los círculos viciosos, un día, dejen de frenar sus pasos cuando se encuentren una barrera y salten ese barranco, porque entonces podremos volver a encontrarlos por el bosque, y nos será posible creer un poco más en el ser humano.