Recuerdo que el primer programa de cocina que vi fue Con las manos en la masa, me sabía hasta la canción. Pero era muy pequeña para poner aquellas recetas en práctica, aunque comencé a rondar las cacerolas desde muy temprano. Después apareció Carlos Arguiñano con sus chistes malos y el perejil. Entonces ya tenía edad para manejar los fogones y nació mi pasión por la cocina. Para mí cocinar es tan emocionante y terapéutico como escribir. Considero que la gastronomía es todo un arte y, al igual que la literatura, siempre hay una historia detrás de cada plato, de cada ingrediente, de cada receta… Para que una receta funcione tiene que haber una estructuración detrás y un especial mimo por los ingredientes.
Uno de mis cocineros favoritos es el británico Jamie Oliver, sí, ya sé que en España hay auténticos genios de la gastronomía, pero Jamie me conquistó hace años con su cruzada alimentaria que le ha llevado a viajar a Italia para descubrir sus raíces, a recorrer Inglaterra y Estados Unidos para enseñar cocina sana en los comedores infantiles… Es un no para este chico, por eso, de vez en cuando tiene que refugiarse en su casa de campo, sentarse en su magnífico huerto y volver a amar la cocina. De ese momento de paz e intimidad que tiene con los alimentos que cultiva, el joven Chef también lo convirtió en programa de cocina, Jamie en casa, se llama. Ver la pasión con la que trata los alimentos que obtiene de su huerto y granjas cercanas es contagiosa, sabe lo que no está escrito de nutrición. Es lo que tiene ser un culo inquieto como él.
Y claro de tanto tragar Canal Cocina terminé convirtiéndome en adicta de Top Chef que ostenta más de diez temporadas. Después llegó Gordon Ramsey con su Pesadilla en la cocina, sus pelos de punta y ese modo tan directo de cambiar las vidas de restauradores descalabrados. Cuando oí que planeaban una versión española, pensé: ‘Huy va a estar difícil encontrar un genio potente como Ramsey. Pero para mi grata sorpresa ficharon a Alberto Chicote que se curra junto a su equipo cada capítulo sin tener nada que envidiar a Gordon Ramsey.
Cuando ya creía que no podrían sorprenderme con nada ahora resulta que hay una explosión de programas relacionados con la cocina como los de repostería extrema, cupcakes, cocina con invitados, cocineros-blogueros… ¡Y Master Chef! Me encanta la parte en la que cocinan pero no soporto los momentos lacrimógenos ni la relación personal que hay entre ellos.
Lo que comenzó como algo esporádico se ha convertido en casi la única televisión que consumo, pero como todo, llega un momento que cansa, cuando la oferta ya es tan amplia lo mejor es quedarse con lo que realmente te gusta y no tragar por tragar. No me veo haciendo una tarta de cinco pisos con enrejado dorado y esas cosas, escogeré aquellos de los que pueda poner algo en práctica.
Pues yo soy como tú, estoy enganchado a los programas de cocina, pero como bien dices tampoco es cuestión de tragarse cualquiera 🙂