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El príncipe de los necios

Siempre escuché decir que el libro de cabecera de todos los políticos era El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. Ahí lo tenía, en la cola de lecturas pendientes, esperando el momento en que me apeteciera leer un tratado sobre gobierno escrito por el autor que da nombre al término maquiavelismo: 

1.Doctrina política de Maquiavelo basada en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral: para el maquiavelismo,el fin justifica los medios.

2.Modo de proceder con perfidia y falta de escrúpulos.

Conocía las dos acepciones del término y he usado el adjetivo maquiavélico en muchas ocasiones, como todos supongo. Pensaba en los políticos actuales y en su nefasta gestión del poder. No importa el país, el partido o el cargo, salvando a unos cuantos honrados, la mayoría de los políticos que gobiernan hoy el mundo compiten por la medalla al desastre y la copa de la catástrofe.  Así que me lancé de lleno a leer ‘su libro de cabecera’ y al terminar no pude hacer otra cosa que echarme las manos a la cabeza. Describe la política como es, no como debería ser. El tratado lleva cinco siglos alimentando negativamente a los que dirigen las sociedades y sus destinos, y así nos va. Somos simples peones en los planes de enriquecimiento de unos pocos. Están muy mal aconsejados y con la cantidad de buenos tratados sobre política que se han escrito es una lástima que se queden con el más destructivo.

Estas son algunas de las frases que escribió Maquiavelo allá por el siglo XVI y que hoy aún siguen calando hondo entre las maquiavélicas cabezas de los líderes mundiales, y no sólo políticos (marionetas de otros tantos con delirios de grandeza):

“…quien engañe, encontrara siempre quien se deje engañar, todos verán lo que aparenta y pocos lo que es, y estos pocos no se atreverán a ponerse en contra de la mayoría…”.

“…si bien el príncipe debe persuadir al pueblo, convencerlo, también debe emplear la fuerza, porque cuando ya no le crean se le puede hacer creer por la fuerza…”.

“…es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento…”.

“Castigar a uno o dos transgresores para que sirva de ejemplo es más benévolo que ser demasiado compasivo.”.

“…a los hombres conviene o atraerlos por las buenas o anularlos, porque de las ofensas leves se vengan, de las graves no.”.

“Es deseo muy natural y ordinario el de adquirir algo que no se tiene; alabaremos siempre a quien lo cumple si le es posible; pero el error está en empeñarse en poseerlo cuando no es posible.”.

“Nace aquí una controversia: si es mejor ser amado que ser temido, o a la inversa. Mi respuesta es que convendría lo uno y lo otro; mas ya que es difícil reunir ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado, si ha de faltar una de ellas.”.

El libro está plagado de consejos para someter, controlar y engañar al pueblo. Empezando por buenas maneras y terminando por usar las armas si uno o un grupo se subleva. Maquiavelo entendía la política desde el punto de vista de su formación militar, pensando siempre el modo de controlar a las masas. Él mismo aclama que siempre habrá quien intente acabar con el príncipe, ya sean nobles de su entorno o súbditos desesperados. Hay una advertencia de Maquiavelo que los dirigentes de hoy deberían tener en cuenta si no quieren que toda esta crisis desemboque en una nueva revolución a la francesa: “Pero sobre todo no toque los bienes ajenos porque los hombres olvidan más fácilmente la muerte del propio padre que la pérdida del patrimonio.”.

 

 

 

 

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