Vivo en una villa medieval que es un lugar de paso obligado para los miles de peregrinos que cada año recorren la Ruta Jacobea por el llamado “Camino Francés”.
Una localidad blasonada con escudos de armas en sus vetustas casonas y conocida por su puente románico, bajo el cual, discurre indiferente el Arga.
Aquí, las piedras de las iglesias son antiguas y húmedas y los Cristos que las habitan, se durmieron sobre sus cruces mucho antes de que las carabelas llegasen al Nuevo Mundo.
Tenemos una ermita con su ermitaño y un pobre, pluriempleado, que recorre las cuatro iglesias sin pedir limosna, pero que siempre está ahí. Sonriente.
También tenemos peregrinos todo el año, o lo que quiera que sean esos turistas de diseño, que nos preguntan por lugares del pueblo que se ven a simple vista lanzando la mirada de punta a punta por la calle Mayor.
Vienen peregrinos de todo el mundo y menos con los franceses –que exigen que todos aprendamos francés–, solemos hablar con ellos por señas, ya que a nadie en el pueblo –estando sobrio–, se le ocurre chapurrear en público su inglés hispánico, si no quiere que le saquen coplas o que le adjudiquen alguno de los motes vacantes en el pueblo, por ejemplo, el Sespir.
Al igual que en otras villas de la Ruta Jacobea, aquí han florecido los negocios que se nutren de las divisas ambulantes de estos modernos penitentes de marcado neopijicismo de prét à porter.
De hecho, en las últimas semanas, en mi calle, ha abierto un local con maquinas expendedoras que funcionan las veinticuatros horas del día, donde por unas monedas, los caminantes pueden adquirir desde refrescos y café, a parches para los pinchazos de sus bicicletas o condones, pues parece ser que las agotadoras jornadas de camino no son tales y siempre quedan fuerzas a la noche para saltarse el sexto mandamiento.
Al mismo tiempo, en un bajo de nuestro edificio, un chino ha abierto un chino.
Perdonarán la reiteración, pero es que como lo primero que hizo el honorable amarillo cuando abordó la reforma del bajo comercial, fue enchufar la maquinaria en una toma eléctrica de nuestro acceso a los garajes, los vecinos tuvimos que recordarle –también por señas, pasándonos el índice por el cuello de oreja a oreja–, que desenchufara todo y dejara de hacerse el sueco.
Me parece muy bien esto de que el personal se busque la vida, aunque sea al abrigo de las tradiciones de la Iglesia y qué más da si los negocios prosperan bajo el auspicio del apóstol Santiago o de San Cucufate; lo que no me parece bien, es que luego, los tipos que se compran chalés y cochazos con los beneficios que generan esas creencias religiosas, pongan a parir a los que entran en la iglesia a rezar. Yo ya conozco a varios anticlericales declarados que viven muy bien y han eludido la crisis gracias a la sopa boba de la Iglesia. Mireusté.
Pues bien, este lunes estaba en la carnicería y mientras Gema, la carnicera, me preparaba un pollo y yo la escuchaba obediente –en su comercio solo habla ella que para eso es de Hernani, aunque la mujer no lo comenta a menudo porque no le gusta darse importancia–, ha entrado una peregrina que ya no cumplía los treinta y nos ha dejado patidifusos con sus preguntas…
–Buenas. ¿No hay una piscina por aquí cerca?…
–Ehm… sí, al final de la calle antes del paseo está la piscina municipal.
– ¿Y el albergue Fulano?
–Un poco más allá, pero pasando el puente.
–¿Tiene piscina también?
–No, que yo sepa.
–¿Y otro hotel que no sea el Zutano? Aunque tenemos reserva en el Zutano querríamos ver otros.
–Se pueden hospedar en el Hotel Rural Mengano.
–¿Y que tal se pone este pueblo por las noches? ¿Hay ambientillo y tal?…
–Para echar unas cañas no está mal.
–¿Y discoteca tienen?
–Pues sí. Está antes de llegar a la piscina, pero solo abre el fin de semana.
–Vaya. Que pena. ¡Pues muchas gracias eh! Adiós.
La mujer ha salido y mientras Gema completaba mi pedido, farfullando no sé qué acerca de una tía guarra, yo me he entregado a la reflexión.
¿Cómo es posible que no sepamos acercarnos a lo espiritual sin convertirlo en mercadería barata?
A ver, yo no soy un místico precisamente, pero tengo claro que el Camino de Santiago es un recorrido de búsqueda interior. Se supone que al peregrino le salen ampollas en los pies y en el corazón, mientras patea los caminos para encontrarse con Dios o consigo mismo y no, buscando una piscina.
O una discoteca.
Sé que la Ruta Jacobea –bien publicitada por los mercachifles de siempre–, se ha convertido en un negocio muy rentable, transformándola en algo así, como una <ruta gastronómico-cultural>. He llegado a leer artículos sobre los ligues del Camino de Santiago y como aprovechar las oportunidades de sexo esporádico que se pueden encontrar en el mismo; o crónicas de los alojamientos más cómodos y exclusivos.
Me parece triste que este camino iniciático, que supone para tantas personas una mirada a los pasos que en sus vidas les han llevado hasta el punto donde se encuentran, lo estén convirtiendo algunos, en una especie de botellón por etapas.
Un entretenimiento burgués de esos que manoseamos con nuestra superficialidad. Algo muy propio de las sociedades que han desechado la posibilidad de seguir haciéndose preguntas, porque en su satisfecha comodidad, creen saber ya todas las respuestas.
Puede que no hayamos descubierto todavía que somos todos peregrinos y que es muy posible que en nuestra marcha no encontremos respuestas para todo; pero que no existe mejor viaje que el conocimiento de uno mismo.
Ni mejor posada que un buen fuego bajo las estrellas.
Lo primero, siempre con cariño y medio compartiendo lo referido, que respondería es que cada cual hace SU camino como le viene en gana. Tantos caminos como peregrinos… Por otra parte la misma Iglesia se ha adormecido e inflado y laxado sus exigencias, por aquello de no perder clientela. E indudablemente este es parte del resultado. Una pena, pero una realidad que nos dice que quizás el Camino es otro.
Suscribo tus palabras de principio a fin. Y como dice Didier, cada uno hace su camino. Los que hemos recorrido esa senda, conocemos perfectamente los taxis de mochilas, los hotelitos, los atajos y descansos en coches de apoyo… Lo único cierto es que, al final, cada uno elige lo que se trae a la vuelta. El que transita por la vida de manera torpe no lo hará de otra manera en el Camino de Santiago.
Excelente nota. Me encanta este escritor. Y es verdad: ¡ Cuánto se ha desvirtuado el verdadero sentido del Camino de Santiago!
Buen “zarpazo” (literario),a todos esos “sienes” y “sienes” de peregrinos de calcetines tobilleros “Ralph Lauren”,polos del “cocodrilo”,y auriculares super-adaptables del móvil de la manzana.Querido amigo,muy bueno tu articulo,pero creo que este tema es como los platazos de “carillas” (judías pintas pequeñitas ) que en mi tierra se les llama así,y que eran preparados por mi madre con la parsimonia,el esmero y la paciencia del Sto Job,…o más…,aquellas que siempre necesitaban sus 45 minutos de rigor y cocción lenta al ritmo sempiterno de borbotantes “chups” “chups”,que eran los que daban ese sabor a casa de siempre,ese olor a viejo,que no “rancio”,esas mesas de pan cortado a mano,picadillo de tomates,vasos de agua para todos y vino tinto para el progenitor,…esos postres rezumados en melón y sandía,y como no en una tierra de “siestas” como la mia,y para no ser contrario a la tradición,reposabas al compás de algún que otro ronquido y sumido en la mas profunda de las oscuridades,…en tu cuarto…ventanas a cal y canto y cuidando muy mucho de levantar la voz mas de lo debido haciendo que el descanso sagrado no fuera otra cosa que eso,…”sagrado”.Pero desengañémonos esto, como los peregrinos,estos,…estos no volverán.
Un fuerte abrazo.
Bueno,tampoco hay que generalizar..no??Cada uno hace su!!Camino!!…yo lo voy hacer ahora y si, no lo haré de la manera tradicional ,cargando la mochila a mi espalda, me la van a llevar..en albergues públicos..son privados pero yo lo voy a hacer a mi manera ,con mis sentimiento y mis pensamientos ,con mis ampollas ,si me salen.Pero mi ilusión de hacer el Camino ,los preparativos,el ir a recoger la credencial a Santa Lucia..a la Asociacion e Amigos del camino ..el preparar la mochila..las botas..el pensar lo que voy a intentar hacer ..eso me emociona y se que lograre mi reto ..otro de los que me he propuesto..Ya se que se ha desvirtuado mucho todo lo relacionado con el Camino,pero cada uno hace y lleva su propio CAMINO….Un saludo
Qué pena que haya tanto vacío en el interior de esta sociedad nuestra. Todo se está desvirtuando. Yo nací en tierras leonesas a las que vuelvo cada año Me gusta contemplar el paso de los peregrinos cuando vamos de un pueblin a otro, como allí dicen. El año pasado nos cruzamos con personas que desde luego no llevaban en su mirada más que el exhibirse y la caza, pero descarado. Otros, en silencio te inundan de ganas de acompañarles.
A mí también me encanta leerte porque siempre nos dejas ese saborcillo para la reflexión.
No desfallezcas nunca aunque lo intenten. Y siempre recuerda que cuando la planta del bambú está creciendo es pequeña pero solo se trata de esperar porque está afianzando sus raíces y luego ni el más fuerte de los vientos la puede arrancar.
Un abrazo y gracias por entregarnos tu esfuerzo.