Suelo volver a mi tierra por verano. Esta circunstancia impregnará mis columnas de cierto sabor a salitre durante las tres próximas semanas. La vuelta al terruño me supone el reencuentro con la mar y con sus hijos. Mis hermanos. La mar –al igual que otras madres que nos enseñaron los clásicos–, tiene hijos biológicos y

Peregrinos posmodernos
Vivo en una villa medieval que es un lugar de paso obligado para los miles de peregrinos que cada año recorren la Ruta Jacobea por el llamado “Camino Francés”. Una localidad blasonada con escudos de armas en sus vetustas casonas y conocida por su puente románico, bajo el cual, discurre indiferente el Arga. Aquí, las

Tributo a los brutos
Hace años conocí a un editor, dueño de varios diarios, que inmisericorde, insultaba a los redactores llamándoles: <juntaletras>. El mandamás aprovechaba sus visitas ocasionales a la redacción para afearles a los periodistas su baja calidad estilística. –¿Os parece bonito que os tenga que corregir los textos el becario de publicidad?… –vociferaba haciendo temblar el edificio.

Góngora y Quevedo. Crónica de una hostilidad
Los siglos XVI y XVII fueron para España dos centurias irrepetibles. Una época –a diferencia de la actual–, en la que todos sabían cual era su sitio; como dijo cierta reina: «los capitanes en los cuarteles, los prelados en sus iglesias y los asesinos en la horca». Una edad de bachilleres lúbricos y de novicias