Por @SilviaP3
Cuando el tiempo pasa y las palabras quedan en el aire, pronunciadas como un eco que resuena entre los muros de la memoria, nos preguntamos qué importa el ayer en este hoy nuestro. Y aunque sabemos que el pasado, pasado es, también somos conscientes de que nosotros mismos somos el cúmulo de todos los días transcurridos desde que exhalamos el primer hálito de vida.
Una buena amiga me dijo una vez, hace muchos, muchos años, que creía que la vida nos hacía vivir las experiencias que necesitábamos para aprender y superarnos, y que por ello no todos teníamos que pasar por las mismas pruebas, porque algunos de nosotros nacíamos con lecciones ya sabidas o las habíamos tenido que aprender tan pronto, tan pequeños, que era como si siempre las hubiéramos conocido. Así pues, los puntos de partida de cada cual resultan por completo distintos, por lo que también tendríamos temarios completamente dispares.
Recuerdo sus palabras vehementes cuando se explicaba, dando los primeros pasos y sufriendo las primeras decepciones; sin embargo, sabía que para pasar al siguiente nivel había que aprobar el anterior, y que no todos lo conseguían. Ella misma se culpaba entonces de cometer demasiado a menudo el mismo error y ser consciente de que, hasta que hubiera aprendido la lección, no dejaría de cometerlo, una y otra y otra vez.
Uno imagina que, con el paso de los años, esas lecciones se van asumiendo, se van superando para aprender otras nuevas y seguir recorriendo el camino, que es lo que importa, aunque mira a su alrededor y sabe que no siempre es así.
Por ese motivo, uno se alegra cuando descubre que, al reencontrarse con seres queridos de los que se ha visto apartado por circunstancias de todo tipo, puede comprobar que ninguno se encuentra en aquella lección que intentabais aprender la última vez que se cruzaron vuestras sendas. Aprobada con nota, descubrís que algo debéis estar haciendo bien porque sois la mejor versión de vosotros mismos.
Y en estas lecciones de la vida, únicamente esperáis poder seguir siendo buenos estudiantes, siempre aprendiendo, siempre levántandose tras cada caída, y no perder el tiempo en temas que repetir, ni suspender más de una vez la asignatura que os toque aprender. Porque a medida que pasan los años, aquellos que no lo hayan hecho tendrán mucho más temario por superar y mucho menos tiempo para hacerlo.