Hola. Bienvenido. No sé muy bien por qué estás leyendo esto pero… Gracias. Me presentaré: me llamo Felipe. Proyecto de escritor y monologuista. Y estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Juan Carlos I de Madrid.
No, no te voy a contar mi vida. Y si lo que buscas es algo “habitual”, algo políticamente correcto en forma y contenido, algo que no sea duro cuando y con quien tenga que serlo, la verdad es que no te merece la pena leer este blog. Puedes quedarte y tomarte unas cervezas conmigo y con quien quiera acompañarme, pero no creo que te guste lo que leas. Ni creo que te sientas cómodo. Aunque quizá después de unas cuantas cañas…
Mi intención es ser claro y conciso. Breve en su justa medida. Pero jamás aburrirte. Jamás resultarte pesado. Si acaso dejarte con ganas de más, dejarte a medias. Sí, soy un poco cabrón. Pero no voy a ocultártelo. Para esta, mi primera entrada, traigo algo que encontré por internet hace unas semanas y cito textualmente:
“Iñigo Landa Larrazabal, en su blog, publicaba el 18 de enero este poema sobre la monarquía que un lector mandara al periódico de Guadalajara, Nueva Alcarria, en la sección de “Cartas al Director”. Se dice que al personaje que lo publicó, un tal, Pedrito, le cayó un apercibimiento y suspensión de empleo y sueldo. El poema dice así:
En un anciano País
existió una monarquía
que comenzó en democracia
y terminó en anarquía.
En aquel reino reinaba
una curiosa familia:
un Borbón de nuevo cuño
y una griega algo engreída
que engendraron dos princesas
y un príncipe en demasía
por cumplir con la ley Sálica
que consagraba la hombría.
La cosa empezó a torcerse
con las bodas de las hijas,
algo ligeras de cascos
y de moral distraída.
La mayor, que era algo lela,
pasó por la vicaría
con un noble también lelo
en la ciudad de Sevilla.
Al poco tiempo parió
un querubín de revista
que devino en gamberrete
con escasa puntería.
La segunda, buena jaca,
se cameló a un deportista,
que dejó a su antigua novia
y se encoñó con la niña.
De jaca pasó a coneja
y cada año paría
urdangarines de pro,
chupones de dinastía.
Y el principito heredero,
cortejador de coristas,
cayó por fin en el cebo
de una artera periodista,
divorciada y con más mañas
que la puta Celestina;
pero falló en la preñez
por seguir la dinastía
pues en lugar de un varón
paría niña tras niña.
Pero empiezan los problemas
y la cosa se complica
por culpa de estos gañanes
que, de nobleza, ni pizca.
El noble rancio de Soria,
bermudas y en zapatillas,
paseaba por Serrano
cual jocunda modistilla;
circulaba en patinete
con ignorante osadía
saltándose a la torera
direcciones prohibidas
Y el Borbón mandó parar,
se acabó la algarabía,
suspendió la convivencia
y se cargó una familia.
El chico del balonmano,
modelo de deportistas,
se convirtió en un truhan,
en un vulgar chantajista
que, siendo duque de Palma,
tuvo la necia osadía
de estafar unos millones
en tan reputada isla.
Y el Borbón mandó parar,
porque al duque sugería
que se marchase del reino
a ocultar sus fechorías.
La justicia que no es lerda,
apeló a su señoría,
y es fácil que al señorito
le caigan ciento y un días.
El príncipe mientras tanto
afronta esta travesía
sin saber que el gran patrón
prepara una felonía.
Sin encomendarse a nadie
se ha ido de cacería
a la sabana africana,
solito y sin la Sofía,
sabiendo que a la llegada
le esperaba mis Corina,
rubia y jacarandosa,
cortesana la más fina.
A la mañana siguiente
salieron de cacería,
cacería de elefantes,
que es una cosa muy fina.
Parece ser que cobraron
colmillos de gran valía,
y a celebrarlo montaron
una generosa orgía.
El Borbón de las narices
como un cosaco bebía,
y apañó tan regia trompa
que salió con alegría
no a por rudos elefantes
sino a trincarse a Corina
que lo esperaba anhelante
tras las leves celosías
del bungalow colindante.
Como al pendejo le ardía
la cosa entre la entrepierna,
pensando que ya subía
al catre de aquella fiera,
aceleró por la prisa
y tropezó en un tablón
y tropezó de tal guisa
que se crujió la cadera
y se le aflojó la picha.
Al monarca, trastornado,
llevan a la enfermería,
y al ver que es cosa muy seria
llaman a Cancillería
para repatriar al bobo
y salvar la Monarquía.
Corina, desconsolada,
triste, sola y compungida,
se consoló con un negro,
muy bien armado y sin prisas.
Mientras, la consorte griega
celebra Pascua Florida
blasfemando porque el Rey
la cuernea con Corina.
Esta es la historia, señores,
del reino de Picardía,
donde los nobles y reyes
ejercen con alegría
un papel desvergonzado,
las más torpes tropelía
mientras el pueblo se jode
y no le encuentra salida
a los más duros problemas
de su aperreada vida.”
Vía http://smfdiario.blogspot.com.es/2013/01/poema-sobre-la-monarquia.html
Lo comprobaréis más adelante pero mi línea no será ni antimonárquica ni promonárquica. Ni Podemos, ni PP, ni PSOE… Si se hace mal, se hace mal. Si hay que criticar, se critica. Sea quien sea, venga de donde venga.
Como en este caso, que según parece, la persona que permitió la publicación de dicho poema quedó suspendida de empleo y sueldo. Desconozco la situación actual de este embrollo pero, ¿debemos permitir que nos silencien? Si nos callamos jamás nadie cambiará nada. Y si nos castigan por hablar, (Ley Mordaza, ejem ejem) pues apaga y vámonos. Yo, desde luego, no pienso callarme. Mi teclado no tiene ninguna tecla rota, mi mente es relativamente lúcida y mi lengua no tiene pelos, y así espero demostrarlo futuramente.
“El poder está bien, y la estupidez es, por lo general, inofensiva. Pero el poder y la estupidez juntos son peligrosos.”
Kvothe134.
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