Esta historia es difícil de creer pero tengo que asegurarles que ocurrió.
Hoy he encontrado una botella en la playa, hasta ahí podría considerarse algo normal, si no fuera porque dentro había un pequeño papel enrollado con un mensaje.
“Necesito ayuda, estoy perdido en una isla del pacifico muy pequeña, si lees esto debes saber que eres mi única esperanza.” En un primer momento pensé ir a la policía,
Pero ¿Realmente creen que me iban a creer?
Lo más lógico es que pensaran que estaba loca, o que no tenía nada mejor que hacer. Me incline por mirar en internet, y según pude averiguar en el Pacifico había más de cien islas, pero pequeñas y aisladas solo tres. Bueno por lo menos si me pierdo no me quedarán muchas alternativas donde elegir.
Llame a mi jefe para pedirle mis vacaciones anticipadas y vaya si me las dio y indefinidas por cierto. Creo que me estoy volviendo loca pierdo mi trabajo en menos de cinco minutos y solo por perseguir un mensaje y por si fuera poco no sé a quien dejar a cargo de mis plantas.
El viaje fue bastante corto, pensé en dormir un par de horas, pero ni tiempo me dio. Llegué a Uraluna la isla principal del Pacifico, allí el tiempo parecía detenerse, nada que ver con el ritmo acelerado de la ciudad. Alquile un bote a motor.
¡No es sed de aventurera! Es que allí es el medio de transporte mas usual y eficaz para moverse entre islas. Solo espero que no sea eficaz para la cena de los tiburones. Antes de embarcar pregunte a unos ancianos pescadores si sabían algo del tema, ¡Bueno las personas mayores son muy sabias!
Me dijeron que hace un par de años hubo un accidente en el que un pequeño yate te hundió cerca de la zona, buscaron al tripulante, pero nunca apareció.
!Vaya! A lo mejor y todo los fantasmas existen.
Rodee las pequeñas islas y nada, ninguna señal de vida. Seguramente llegue tarde, a lo mejor fue rescatado hace tiempo, o quien sabe los fantasmas… Justo cuando me iba a dar por vencida una humareda que salía de la extensa arboleda llamo mi atención. Eche la pequeña ancla y me tire al agua para poder llegar a la orilla, la verdad es que aquellas aguas cristalinas tenían algo especial. Cuando llegue a la orilla la arena blanca cubría por completo mis píes, hacía tanto tiempo que no sentía tanto bienestar en un solo instante.
Me adentré en el densa oscuridad de la arboleda sin pensarlo, la curiosidad era superior a mi y después de tanta búsqueda y misterio echarme atrás ahora sería estúpido. El miedo recorría todo mi cuerpo a cada paso. Sé que iba por buen camino porque el olor a hierba quemada era cada vez más fuerte. Por fin, al cabo de un rato divise el fuego, era una pequeña hoguera y a su lado había alguien sentado.
Me acerque aún más y sin querer pise una rama seca que en medio de aquel silencio sonó estrepitoso. El chico se levanto extrañado y se acerco a mí. Sus ojos eran azules y su pequeña barba de una semana le daba una aspecto bastante interesante. Enseguida le pregunte si era el dueño del mensaje que días atrás había encontrado en una botella. Me dijo que sí, pero que ya era tarde para venir a rescatarlo. Estar aquí tanto tiempo le había hecho entender que nada de lo que tenía antes podía compararse con esto, la libertad y la pureza de cada instante compensa todo lo perdido.
En una cosa estaba de acuerdo, desde que llegué aquí todo lo que deje atrás carecía de valor, era como si mi vida comenzará de nuevo. Se acercó aún más a mí, y mirándome con sus intensos ojos azules me pregunto:
¿Quieres compartir mi isla? …