Era de noche en el cementerio. La lluvia caía con fuerza sobre la tierra y rebotaba sobra la dura piedra.
Un policía permaneció de pie junto a un agujero. Estaba pensativo, no era la primera vez que ocurría esto en el cementerio Hunting Hall. Una semana atrás otra tumba había sido profanada, y como este caso tampoco habían dejado ningún rastro.
Alguien se le acerco por detrás.
_ ¿Es usted el detective Buster? _ Me dijeron que llevaba el caso de las profanaciones.
_ Sí, como cada noche hacía mi ronda, al llegar a la vuelta me di cuenta de que la tierra estaba removida y les llamé enseguida.
_ ¿Nadie ha tocado nada?
No , solo yo vigilo el cementerio cada noche.
_ Gracias por la información, puede retirarse – dijo el detective
El detective Buster se quedo solo bajo la oscuridad y de nuevo vuelve la atención hacía la tumba profanada.
Ve que como en el caso anterior pueden verse unas pisadas que se alejan del hoyo. Lo que más le inquieta de las huellas es que pertenecen a unos pies descalzos.
Siete pasos a su espalda. Cree que es el guardián que regresa a decirle algo. Una mano fría se posa sobre su hombro izquierdo.
En ese momento el miedo se apodera del detective. Una voz aún más fría le dice:
_ ¿Me acompañas? …