MIERDA DE SUERTE
El día antes de mi boda pensé que era buena idea estrenar los zapatos y desgastar las suelas para así evitar posibles resbalones en mi entrada en el ayuntamiento. Nos casamos en Berlín porque mi mujer es alemana. Los alemanes son gente civilizada, correcta y educada, así que aquella mierda debía ser de un perro foráneo. La pisé justo en el hu...
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