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antes de desaparecer

La poesía es una experiencia que deja huella desde la niñez, eso queda claro con la escritura tan interiorizada de Laura Giordani y su «Antes de desaparecer» (Tigres de papel) el tercer libro que publica. Te envuelve en todo un ambiente que te relega a protagonista de cada emoción. Leer sus palabras te hace creer que las palabras no son solamente palabras, adquieren la contundencia de una promesa o de una ceremonia íntima. La escritura no es solo escritura, «Que las manos sean sismógrafos: las agujas no escriben si no se tiembla. Mientras, dejar el verbo tendido, esqueleto de potrillo blanqueándose al sol después de la agitación del agua y la hierba».

Quizás el hecho de prescindir de títulos individuales y acotadores del poema, propicia un viaje más agradable a través de las sucesivas páginas ya que se genera cierta continuidad expansiva que es muy bien recibida. Unos versos nos remiten a otros de páginas anteriores en un juego de referencias que recrea en nuestra mente una sensación de prolongación del efecto de los versos que sabe bien. Además, la estructura del poemario -con partes tituladas como «Bajo la tierra negrísima del corazón» o «rodillas lastimadas»- fomenta una serie de pausas que nos ayudan a disfrutar de la lectura y a recordar determinados momentos. Nos habla de la infancia como ese inicio de experiencia de la poesía, donde aparecen elementos comunes y destacados como el ansia de contemplación de insectos, de caracoles, hormigas… algo consustancial al ser de la niñez. «El regreso de los caracoles después de la lluvia, la media voz con que se pronuncian las palabras blancas, la fecundidad de la sombra. La mansedumbre del vientre o la manzana. El milagro que acontece siempre en voz baja». Hay momentos duros en la vivencia de injusticias cometidas contra animales, producto de una época probablemente aunque aún hoy se siguen produciendo, y también encontramos referencias a la Historia de Argentina de donde procede la autora. 

Creo que Laura Giordani comparte su relato personal de manera generosa como testimonio de una época y en su percepción particular comunicada con una precisión lírica que nos despierta y mantiene muy atentos a cada palabra porque como dice la autora en sus versos: «Qué desborde/ o pendiente de la sangre/ se intenta equilibrar/ mediante palabras».

El agua es un elemento muy presente y que observamos con cierta frecuencia en el libro, a mi personalmente me interesa no solo como lectora sino también como escritora. El agua es básica en nuestra vida del día a día, estamos hechos de agua y la necesitamos para conseguir nuestro bienestar, es toda una metáfora comestible ancestral que podemos reconocer de manera intuitiva. Además la concepción del agua está ligada a la constitución del ser femenino y se asocia de alguna manera a la sed, como ese ánimo que te impulsa con necesidad hacia un extremo, en busca de una satisfacción siempre temporal y periódica. «Sed y agua nacen del mismo lugar/ sed y agua se apagan en la misma piedra/ Esa piedra que derriba a los pichones«. El agua se concibe también como lo desconocido, lo desapercibido, inconsciente o lo más intuitivo de nosotros mismos que nos mueve a comportarnos de una manera determinada y, probablemente a la escritura: 

«Cómo recobrar esa paciencia del agua que no se precipita, demorada en la altura, en la locura de enloquecer hasta lo blanco:

                            [me refugio en la sangre en lo que no sé de mí». 

De hecho se identifica la palabra del poema con el agua como un deseo en potencia de transmutación, «Que la palabra sea el agua/ que brota del costado/ para sanar/ o lastimarse, es lo mismo,/ el agua que baja/ a despabilar la muerte/ diaria», la muerte puede ser el propio día que llega a su fin y el agua nos despierta a esa realidad. 

Laura Giordani, pone al final de algunos poemas unas palabras entre corchetes a modo de título y emblema que adquiere un eco especial, así no rompe con aquellos poemas sin título, al tiempo que resulta más sugerente que el habitual que se suele encontrar al principio de un poema, ya que empiezas a leer sin una delimitación interpretativa y tras desenvolver cada verso te encuentras con [Ese título] o palabras destacadas que adquieren otro tono.

 

Guárdalo en la vigilia de tu pecho como a un centinela. 
Olga Orozco

 

Un diente de leche de cada hijo

dos plumas de gorrión

resucitado

después de la helada

tres mudas de chicharra

el delantal de cuadros de la abuela

la palabra inocente de Alejandra

 

la cruz del sur

 

pero sobre todo

aquel corazón primero

potrillo desolado

trotando sobre cenizas

todavía tibias

todavia crédulo

de llanuras intactas

 

para ser invencible.

 

[Talismán]

 

 

«Antes de desaparecer»

Laura Giordani

Tigres de papel

2014

 

Laura Giordani. (1964, Córdoba, Argentina). A finales de la década de los setenta se exilia con su familia en España. Su obra poética incluye títulos como Cartografía de lo blando (2005), Materia Oscura (2010, Baile del Sol), Noche sin clausura (2012, Amargord Ediciones) y la plaquette Celebración del brote (2009, Zahorí-Poesía en minúsculas). Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías: Antología de Poesía (ECA -Escritores Cordobeses Asociados, 2002), Aldaba (2004) Antología de poetas hispanoamericanos (Edición Caudal, España, 2007), Los centros de la calle (Editorial Germanías, 2008) y Por donde pasa la poesía (Baile del Sol, 2011).

 

Por Violeta Nicolás

 
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