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el «yos» autoficticio

La autoficción supone la proyección del creador en su obra, es un neologismo inventado por Serge Doubrovsky en 1977 para definir su relato Fils como una “ficción de acontecimientos estrictamente reales” protagonizada por él mismo. El término ha ganado popularidad en diversos ámbitos, en las aulas universitarias y en entornos no académicos como editoriales, medios de comunicación, etc. . Este tipo de textos se enmarcan en la literatura del “yo” vinculada a la autobiografía. El yo autoficticio es de carácter plural, acogido en la discontinuidad del sujeto, el que deseamos ser, que los otros ven, aquel que nosotros creemos ser, es un yo autobiográfico y también es un yo fantaseado. En los textos autoficticios encontramos que el protagonista se identifica con el autor y se realiza un pacto de veracidad ambiguo con el lector.

¿Autobiografía? No, es un nombre reservado a los importantes del mundo, en el ocaso de sus vidas y con un estilo delicado. Ficción, de sucesos y de hechos estrictamente reales; si queremos, autoficción, de haber confiado el lenguaje de una aventura a la aventura del lenguaje, fuera de la sabiduría y de la sintaxis de la novela tradicional o nueva. Encuentro, hilo [o hijo, aquí hay un juego de palabras intraducible] de palabras, aliteraciones, asonancias, disonancias, escritura de antes o de después de la literatura, concreta, como se dice en música. O incluso, autofricción, pacientemente onanista, que ahora espera poder compartir su placer.

Serge Doubrovsky ,“Fils”, Galilée, 1977, contraportada.

En la actualidad observamos diversos ejemplos de autores afines a este tipo de escritura, como pueden ser Enrique Vila-Matas o Javier Cercas. Del primero tenemos en cuenta varias de sus novelas, sobre todo El mal de Montano, París no se acaba nunca y Doctor Pasavento, y en general se aprecia el elemento autoficción en su concepción fragmentaria del sujeto y su forma de vivir al extremo la escritura. De hecho el autor afirma en una entrevista: «Y si firmo con ese nombre que me han dicho que es el mío es solo porque, como decía mi amigo Paco Monge, no hay mejor pseudónimo o forma de ocultarse que firmar con el nombre propio».

De Javier Cercas subrayamos Soldados de Salamina, una novela de gran éxito, que pudo causar malas impresiones en los lectores que pensaban en su posible carácter autobiográfico -el protagonista es «Javier Cercas»- y esperaban un pacto de veracidad impoluto, cuando en realidad se trata de una novela en el plano de la ficción y se establece un pacto ambiguo.

También me interesan creadoras como Carmen Martín Gaite, no solo por su condición de mujer y mi ánimo feminista, sino porque es una de nuestras grandes escritoras y establece su forma personal de autobiografía y ficción en su libro El cuarto de atrás.


—[…] Desde la muerte de Franco habrá notado cómo proliferan los libros de memorias, ya es una peste, en el fondo, eso es lo que me ha venido desanimando, pensar que, si a mí me aburren las memorias de los demás, por qué no le van a aburrir a los demás las mías.—No lo escriba en plan de libro de memorias.

—Ya, ahí está la cuestión, estoy esperando a ver si se me ocurre una forma divertida de enhebrar los recuerdos.

—O de desenhebrarlos.

«El cuarto de atrás», 1978, Destino, 1997, pp. 111-112.

En el estudio se plantea la cuestión sobre un tipo de autoficción avant la lettre, es decir, debemos tener en cuenta la tradición anterior con la que se puede identificar y relacionar dicho concepto vinculado con la construcción de identidad del escritor. Se boceta una Historia donde se rastrean precedentes de la autoficción, desde aquella literatura de la que se ha ido desarrollando y cómo se ha visto influida por el contexto en cada momento. El «yos» -este palíndromo se toma prestado del relato «Soy yos» del escritor Pablo D. Pérez Rodrigo- es el sujeto de múltiples posibilidades, inacabado, en mutación, que se nos presenta entre una realidad compleja, subjetiva donde se cuestiona la propia identidad, y donde la imaginación tiene su lugar en la conformación de la personalidad y como medio de experiencia reflexiva.

 En cualquier caso la autoficción me parece interesante bajo esta perspectiva donde la propia noción de lo autobiográfico implica un sesgo subjetivo en nuestra capacidad de interpretar aquello que vivimos, así como explotar la posibilidad de desarrollo de nuestra personalidad a través la imaginación. Considero que el hecho de hablar de uno mismo, apoyado e hibridado en un velo ficcional como recurso creativo, supone un aliciente y una ventaja para el escritor curioso que se implica en su forma de entender y practicar la literatura. También puede ser positivo conocer este concepto de autoficción y su potencial para el escritor que se inicia, si tenemos en cuenta lo que se dice: los primeros libros son siempre autobiográficos, ¿probablemente todos lo son?.

 

 

El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción. 

Manuel Alberca.

2007

Biblioteca Nueva

 

Manuel Alberca enseña en la Universidad de Málaga y ha sido profesor invitado de las de Toulouse, Tours, Paris XIII y Libre de Bruselas. Como investigador, participa en los proyectos de la Unidad de Estudios Biográficos de la Universidad de Barcelona desde su creación. Ha publicado La escritura invisible. Testimonios sobre el diario íntimo y la biografía Valle-Inclán, la fiebre del estilo.

 

Por Violeta Nicolás

 
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