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¿Existe la buena y la mala Literatura?

A mí aquello de “la pe con la a, pa”, cuando aún estaba en párvulos, me pareció genial. Luego, vinieron el abecedario, la gramática, la ortografía, la historia de la literatura, etc. Y la cosa me siguió flipando bastante. Recuerdo los cuentos de Caperucita, la Cenicienta, etc, y más tarde los tebeos. Vamos, que llevo leyendo desde un poco después de que me salieran los dientes.

En el colegio, finalmente, me quitaron las ganas de leer libros, porque como bien decía el otro día en este mismo portal el compañero Víctor Fernández Correas, es un crimen tratar de hacer leer a un crío “El Lazarillo de Tormes” o “El sí de las niñas”, pero doctores tiene la iglesia.

Dejémonos de hostias: un crío lo que quiere es jugar y pasarlo bien, y si lee, quiere divertirse. Y para divertirse, hay que buscarle las lecturas adecuadas para que sin darse cuenta el hábito de leer se le cuele hasta las entrañas. Ya vendrán luego los clásicos y lo que haga falta. Y ya le vendrá el buen criterio para discernir. Y aquí llegamos a la madre del cordero: ¿hay buena y mala literatura? ¿Hay buenos y malos escritores?

Para gustos los colores. No todo el mundo puede escribir, al igual que no todo el mundo puede ser fontanero. Se presupone que un escritor debe estar formado gramatical y ortográficamente, eso como poco. Y a partir de ahí, saber armar historias. Esto último es más difícil de aprender, pero también se puede.

Desde mi punto de vista, más allá de géneros, hay dos formas de escribir, y una tercera que es un híbrido de las dos. Hay novelas en las que el autor prefiere el estilo a la historia, y se recrea explicando sucesos, estados de ánimo o situaciones, avanzando a veces cien páginas o más sin que ocurra nada. Aquí el escritor recurre a la reflexión, a la revisión de pasajes o estados y quizá sea esta forma de escribir la que resulte más difícil de leer. De hecho hay novelas de este tipo calificadas como obras maestras por el dominio del lenguaje que, sin embargo, pocos han sido capaces de concluir, sobre todo aquellos que buscan una historia.

La segunda forma de escribir es la de los escritores que dan prioridad a la historia dejando en segundo plano el estilo para abogar por la contundencia y el ahorro de frases rimbombantes y párrafos inacabables. Hay novelas de este estilo muy alabadas, sobre todo si el escritor consigue hilvanar una historia original. Por lo general, son más fáciles de leer que las primeras.

La tercera forma combina la novela de estilo y la novela de historias. Cuando el escritor consigue hacer esto de forma óptima, normalmente nos encontramos ante una verdadera obra maestra.

Por lo demás, en cuanto a valorar si una novela es buena o mala en función del estilo o si ya nos metemos en géneros se lo dejo a los críticos, que a pesar de serlo, a veces patinan que da gusto. Y a los catedráticos, muchos de los cuales, por poner un ejemplo, escriben novelas sesudas con su nombre y apellidos y novelas negras con pseudónimo, por considerar injustamente a este género como literatura menor.

 
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5 de respuestas

  1. Pues a mi me gusta como estribes tu, aunque yo no entiendo mucho de todo esto de la escritura…tengo una intima amiga que si que entiende un poquito. Esta en camino de publicar su segundo libro… y a veces me cuenta que en el mundo de la editorial es bastante.. como te diría yo para no ofender a nadie…en fin supongo que como en todo parece que el talento…no se hasta que punto se reconoce lo suficiente. Bueno, un saludo y sigue así con tu naturalidad y sencillez…cualidades que solo pueden mostrar los grandes.

  2. Muy buena la entrada. Y coindido plenamente en todo lo que dices.

    Saludos

  3. pacogescribano

    Me alegro de que os haya gustado, Margarita y Neftis. Muy amables vuestras palabras, gracias. Un abrazo.

  4. Qué post más bueno! Tienes razón en todo de principio a fin y lo mejor es el hecho de que tengas claro que la perdición de la literatura son las absurdas imposiciones escolares. Y digo absurdas porque cada cosa se debe leer a la edad adecuada y por iniciativa propia para que así el disfrute llegue por sí solo.
    La lectura se ve en los demás como yo lo ví en mis padres desde que era una cría.

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