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Sin interés está muerta

Arreglar, reciclar, valorar. No valoramos aquello que es de usar y tirar. No valoramos lo que tiramos pero, sin embargo, tiene su valor y también un valor negativo, el del daño que hace.

“La infancia es la verdadera patria del ser humano”, pensaba Rilke y quizás por ello siempre regresamos a ella, a través de la memoria. La infancia no tiene bandera pero tiene a cambio todo un mundo por conquistar. Recuerdo que, siendo un niño, mi abuelo y mi primo, los dos Juan, recogíamos cartones -en el taller de mis padres, de los fruteros, los jueves después de cada mercado, por la calle, …- y los íbamos guardando hasta que juntábamos los suficientes. Entonces, mi abuelo llamaba al cartonero para que pasara a recogerlos. Aquella tarde era una de esas tardes fabulosas de felicidad en las que un niño se siente a la vez un hombre, sin renunciar por ello a la ingenuidad y sin teñir la mirada con malicia. Apresurados, sacábamos los cartones al patio, los íbamos doblando, haciendo paquetes, atándolos. Los pesábamos con una romana de las grandes, colgada de la portalina, con una pesa de 1o kilos y llegar a pasar la cuerda por el gancho suponía un gran esfuerzo, de puntillas, de estos que satisfacen y hacen sonreír, una victoria. Anotábamos los kilos en un trozo de cartón con un lapicero afilado a cuchillo. Cuando llegaba el camión, ellos los cargaban y pagaban a 3 pesetas por kilo, que repartíamos entre los tres, equitativamente.

Volvamos a Epicuro, el filósofo de la amistad, para quien la amistad, si es sólo por interés, no es amistad, es negocio, pero sin ningún interés, está muerta. Vamos a incentivar los buenos hábitos, seguro que es mejor que sancionar los malos. Reciclar nos interesa a todos.

Viajo a Colonia. Jóvenes en bicicleta y también sin bicicleta revisan las papeleras, buscan botellas de plástico. Las llevan a los supermercados y las depositan en máquinas que pagan unos céntimos por cada botella. No hay botellas tiradas por las calles. Basura reciclada. Euros en los bolsillos. He visto que han instalado estás máquinas en mi universidad, pero no veo a los estudiantes llevando botellas. Las dejan en el césped después del botellón. Seguro que no recogieron cartones con su abuelo, de pequeños.

Salud.

www.oscarmprieto.com

 

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