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Colorín colorado

Érase una vez un pequeño principado en el que su príncipe –y después su princesa- gustaba de reconocer el talento y la trayectoria que algunas personas había desarrollado en ciertas disciplinas y cada año, concedía los premios que llevaban su nombre y acudían a su pequeño principado personajes de gran fama y renombre: deportistas, directores de cine, personajes de cómic, economistas, personas de paz y convivencia y también escritores.
Gracias a estos premios, aquel territorio, que aunque hermoso era diminuto y perdido entre montañas, llegó a ser conocido en todo el mundo, pues cada año asistían a la entrega de los mismos, estas figuras celebérrimas, de fama mundial y con ello las noticias se propagaban por el ancho mundo, cruzando incluso los océanos.
Los gobernantes y habitantes de este principado, como sabían de la importancia que tenían aquellos premios para que se les conociera en las cuatro esquinas del planeta Tierra, se volcaban cada año en la celebración de los premios, todos participaban y colaboraban, cada uno en su medida, nunca faltaba de nada para agasajar a los premiados y todo el principado estaba muy contento y salía a la calle a recibirlos con sones de gaitas y banquetes.
Muy cerca de allí, existía un viejo reino, en el que por no haber desde hacía muchos, muchos siglos reyes ni coronas, fue un grupo de ciudadanos ilustrados el que asumió la responsabilidad de dar reconocimiento a quienes destacaran como fabuladores, contadores de historias, poetas, herederos de la raza inmemorial de Homero el bardo ciego. Como estaban libres de tiranos y de tronos pudieron libremente elegir el nombre del premio y eligieron el nombre de un río: Premio Leteo, así le llamaron.
Durante quince años, consiguieron que acudieran a la capital del reino, las plumas más sabias y afamadas y poco a poco estaban consiguiendo que aquel reino olvidado se convirtiera en referente mundial de la Literatura. Nadie se lo ha reconocido suficientemente. Lo peor son esas cegueras en quienes manejan los dineros que les impiden ver los beneficios que este premio aporta al olvidado reino y quieren acabar con él.
No permitamos el colorín colorado y que este cuento del Premio Leteo se haya acabado.

Salud

www.oscarmprieto.com

 

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