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La culpa es de los genes

Estaba claro que era cuestión de tiempo que alguien diera con el gen culpable. Hoy en día para todo hay un gen: el gen de los suicidas, el gen de los violentos, el gen de los insomnes, el gen de los que sueñan y también, creo, que las gallinas tienen un gen para ser cobardicas. Y si no lo hay, es cuestión de tiempo de que den con él.

Personalmente vivo temiendo la mañana en la que desayunando en la cafetería de la facultad, abra el periódico y me encuentre con la noticia de que unos investigadores de cualquier universidad extranjera (casi siempre, los informes provienen de universidades extranjeras, así que digo yo que quizás podríamos suprimir las nuestras y leer en las noticias los experimentos de las de fuera, así nos ahorraríamos un montón de millones de euros que podríamos dedicar a hacer rotondas, apeaderos de estaciones de ave, frontones en pueblos donde el más joven tiene 65 años o algún aeropuerto en mitad de ninguna parte) han descubierto el gen que provoca que a algunos hombres nos cautiven las mujeres con los labios pintados de rojo. Temo ese día, de verdad. Mi libertad se irá al garete. Maldeciré a la ciencia y a los científicos y gritaré: ¡Por qué! ¡No tendrían otra cosa que investigar más importante!

A partir de ese día ya no sabré quién soy verdaderamente, dudaré de mis gustos y disgustos, de mis filias y fobias, hasta de mi fe y de mi agnosticismo. ¿Y si resulta que no he probado los callos en mi vida, creyendo que no me gustaban y se trata tan sólo de un gen degenerado? Y ¿si soy del Atleti, no por identificación con sus colores y los valores del equipo, sino, más bien, por un gen, por esta vez, bendito gen? Me imagino no tener ese gen, o tenerlo dañado y acabar siendo de la Real Sociedad o del Levante. Qué iba a pintar yo animando a estos equipos. Y ¿ser de izquierdas o derechas, estamos seguros de que nada tiene que ver con algún gen cachondo que se divierte tomándonos el pelo? Lo de los nacionalistas seguro que es genético, ellos mismos lo dicen, más o memos, cuando hablan de la raza. Pero, que mi sensibilidad se acomode mejor a la proporción renacentista que a la terrible escenificación del arte barroco, ¿tiene algo que ver con un gen? ¿Es por un gen por el que no leo a Pérez Reverte o sólo es que me cae mal?

Ya no sé quién soy. Ni siquiera estoy seguro de que  entrar solamente a los bares que tienen grifos de cerveza Mahou  lo haya decidido yo libremente ¿quién me puede asegurar que no se trata otra broma macabra de algún gen? Dios mío. ¿Quién soy yo?

“Un equipo internacional de investigadores ha constatado que el cerebro juega un papel clave en la obesidad y en la diabetes, y ha demostrado en ratones que las mutaciones en la actividad de un gen en el hipotálamo (el IRX3) pueden generar animales un 30 % más delgados y resistentes a dietas altas en grasa. Estas son algunas de las conclusiones de un estudio que publica la revista Nature, cuyos autores, de Chicago, Toronto y España, vinculan por primera vez la función del gen IRX3 en el cerebro con una de las causas más comunes de la obesidad”.

Pensaba escribir hoy sobre esto, pero ya no estoy seguro de si era verdaderamente yo quien pensaba en escribirlo o soy ya sólo un negro que escribe para un gen famoso. Así que lo pospongo, al menos hasta la próxima semana.

Qué desastre.

Salud

www.oscarmprieto.com

 

 
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2 de respuestas

  1. Miguel A

    Como en todo, la genética no es cuestión de «todo o nada», cualquier estudio genético se rige por premisas como la Heredabilidad y Ambientalidad. Determinado gen, influye sobre determinado rasgo en una medida indeterminada, aunque sí estimada. Sí, hablamos de estadísticas, hablamos de varianzas, hablamos de conceptos que se escapan al pensamiento Humanista (al que tan asiduo es), pero justo lo que no podemos explicar mediante los conocimientos actuales es lo que se debe estudiar, buscarles una explicación. En comparación con la historia de la humanidad, no hace mucho que ciertas enfermedades, actualmente erradicadas gracias a científicos escépticos, eran consideradas castigos de diversa índole, y como tal asumidas por el pensamiento humanista y teológico.

    Creo coincidir con vd. en que a este mundo no llegamos con el ser vacío, con lo erróneo de la concepción de la persona como una tabla rasa u hoja en blanco (túbula rasa). El recién nacido ya trae adjunto ciertos algoritmos implícitos a su especie que le van a ayudar en la dura tarea de la supervivencia: el reflejo de succión, patelar, estornudo,… Además de estas estrategias fisiológicas, nos acompañan ciertas estrategias conductuales y emocionales. Un bebé sonreirá ante cualquier similar buscando la afiliación, llorará ante el hambre, solicitando el alimento o atención parental. Todo esto sólo puede venir implícito en un código, un código común a la especie en buena medida, pero con su variabilidad, variabilidad que da la oportunidad a la selección natural de seleccionar al más apto, al que mejor pareja reproductora encuentra, a la más fértil, al más ágil. Esto no es otra cosa que el código genético. Así que no creo que se deba hablar de ello con formas tan condescendientes como lo hace. Es un campo de estudio muy amplio, con muchísima proyección a distintos ámbitos de la vida en general. Incluso en el que tanto parece preocuparle, ese que intentará explicar el por qué de su gusto por las mujeres de labios sonrosados. Aquí también puede estar influyendo un gen, por supuesto que sí. Esto que le voy a decir pretende ser una hipótesis para nada confirmada, pero tampoco desmentida: «unos labios bien coloreados son síntoma de salud, al contrario que otros macilentos que denotan debilidad y enfermedad. Elegir una buena pareja reproductora, que esté sana, aportará mejores descendientes, a su vez con mayores posibilidades de reproducirse, y por tanto de perpetuar nuestra herencia genética (la aptitud para la reproducción es el fin último de la Selección Natural). Este rasgo ha quedado fijado en nuestro código genético y por tanto mediado por él, otro factor a tener en cuenta es el ambiental». La cultura es otro potente mediador que, a través de las cambiantes modas que van y vienen, modifican los gustos, influyendo en la presentación fenotípica del rasgo. Así que, aún entendiendo su rabieta individualista, no se despoje de lo que nos une a unos y otros, no se despoje de su parte humana, esa que a la vez que nos hace semejantes también nos hace diferentes.

    Siéntase todo lo desposeído de su ser que quiera sentirse, pero es así. Usted es un eslabón más de una larga cadena, con pequeñas o grandes variaciones y por tanto expuesto al juicio inexorable de la selección natural, luego vd. (como ser reactivo que es) podrá achacar su efecto a lo que en mejor posición deje su autoestima (exotismo, originalidad, individualismo, libre albedrío,..). Estas diferencias fisiológicas y conductuales son el fruto de pequeñas variaciones genéticas y ambientales. Las variaciones genéticas son estudiadas por la ciencia correspondiente, las variaciones ambientales por otras tantas ciencias, y rematada por el pensamiento humanista. No creo que una deba ser antepuesta a la otra, ni cuestionar una por la personal afinidad a la otra. Amigo, quien hace eso está mezclando «Churras con Merinas»,.. y esa casi siempre, es una táctica demagógica.

    Pero vamos, que haciendo un análisis simplista del post, tengo que decirle que me ha «molado», con lo que cumple su aparente objetivo.

  2. 75

    Lo de buscar bares con grifo de cerveza Mahou si que es de un gen, concretamente de un gen mutado…Los que no tienen la mutación beben Estrella..jeje.
    Muy divertido el post.

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