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TIEMPO PARA ARROJAR PIEDRAS Y TIEMPO PARA RECOGERLAS (II)

«No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba y que su alma se alegre en su trabajo»

Y así, inspirado por las enseñanzas de El Eclesiastés, me levanté luego de mañana -antes de que ningún despertador o gallo me llamara la atención y sonrojara-  y, no habiéndome hallado en falta  en el comer ni el beber, decidido me entregué con alegría al trabajo, a uno en particular, que tenía en mente.

Cuando llegué al río, las piedras todavía dormían y respondían congeladas al tacto, aunque no lo suficiente como para desanimarme casi antes de empezar. Me acostumbré pronto. Además contaba con el reconfortante calorcito que emanaba de mi plan. Ningún calor como el que sale de un plan y el mío era un gran plan, aparentemente sencillo en la ejecución, pero arriesgado en la intención.

Todo pasaba por cumplir con la segunda parte del versículo sagrado, aquel que nos dice que también hay un tiempo para recoger las piedras. Y allí estaba yo, sin guantes en la mano, sin frío, alegre, recogiendo piedras, cantos rodados. Las buscaba planas. Por suerte para mí, esa parte del trabajo -desgastarlas, alisarlas, pulirlas-, la llevaba realizando el agua por mí a lo largo de milenios y millones de años antes de que yo naciera. Y di gracias al agua por ello.

Loada sea el agua y loados los ríos.

Durante días y semanas toda mi ocupación consistió en recoger piedras, llenar cestas de piedras y llevarlas a mi Aleph. Ahora, una vez recogidas y acumuladas en suficiente número,  es cuando he comenzado mi auténtico trabajo.

Había leído en un relato de Borges que hablaba de un lejano país en el que existían unos árboles de flores alargadas cuyos frutos eran pájaros. En ese mismo relato, un sabio decía que «pasar de hojas a pájaros es más fácil que de rosas a letras».  Quien así hablaba, nos advertía de la enorme dificultad que entraña el ejercicio de escribir, de trasladar la realidad de una rosa, su esencia  -lo que hace de ella lo que es-, de transformarla en palabras, sin perder su aroma en ellas, tampoco sus espinas.

He dedicado parte de mi vida a estas mudanzas y, como en toda mudanza, seguro que me he perdido muchas cosas. Es uno de los precios a pagar. Y si algún día, logro el milagro de pasar de rosas a letras (no necesito siquiera que se trate de rosas, me conformaría con cualquier florecilla silvestre), lo daré por bien pagado . Esta ha sido mi elección.

Sin embargo, antes de que sea demasiado tarde, he querido, al menos una vez, pasar de la palabra al mundo de los hechos. Recorrer el camino inverso -del dicho al hecho-. No he elegido para tal empeño una palabra cualquiera –aunque supongo que serviría cualquier otra-, ha sido intencionada mi elección, he elegido una palabra polisémica, simbólica, metáfora en ocasiones de la propia vida, del destino y hasta de la verdad. Sí, la habéis adivinado: camino.

Esta es la palabra. Camino es la palabra y mi trabajo ahora consiste en hacerlo realidad.

Para eso las cestas de piedras, madrugar e ir al río a recogerlas. Porque, ¿de qué nos serviría recoger piedras -o tirarlas- si no sabemos por qué o para qué lo hacemos? Para eso, para trazar un camino,  las separo por tamaños, preparo la nueva cama o firme  en la que se asentarán, mezclo la masa –con las debidas proporciones de cemento, arena y agua- y voy eligiendo cada una de ellas –a tiempo sabe el peso de una piedra entre las manos– para cada lugar, el suyo, en el que mejor asientan.

Este es mi trabajo, mi plan. Hacer un camino en mi Aleph particular, transformando las palabras en piedras sobre las que caminar. Y Os puedo asegurar que sienta al ánimo como el más preciado de todos los bálsamos.

Caminante no hay camino,…, pongámonos a hacerlo.

“No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios». Así dice El Eclesiastés.

Salud

Oscar M. Prieto

 

 
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10 de respuestas

  1. kuko

    Contra pereza diligencia!!!! excelente homenaje a la patrona lleounesa!!!!!

  2. O también:
    «Del dicho al hecho…»
    Gracias Kuko.
    Salud

  3. Buho

    Te superas día a día. Si tuviéramos una foto del camino que nos queda por hacer…

  4. Juan Jo

    Desconozco el goce que proporciona hacer un camino con cantos rodados pero, en cambio, he sentido muchas veces el placer que produce pasear por la orilla de un río, contemplar sus altos de agua, oler la vegetación que crece en sus bordes, observar cómo los peces se deslizan por sus húmedas calles o cómo los pajarillos refrescan su breve plumaje al rozar con la superficie del agua. ¡Qué forma tan bonita de hacer camino! Este y el de Santiago son paralelas caligrafías de la felicidad al alcance de cualquier persona. A veces la dicha vive en la puerta de enfrente.

  5. Oscar

    Más que en la puerta d enfrente, que eso nos lleva por un camino muy corto hasta la envidia, es posible que la tengamos delante de los ojos y no la veamos. Pero esto no pasa siempre, no nos pongamos ahora estupendo.
    Búho, Juanjo, gracias por vuestros comentarios.
    Salud

  6. M Luz

    Impresionante comparación!!! Aunque, los que hayamos elegido el camino más largo, y a pesar de las dificultades que se nos presentan, no me cabe la menor duda, que cuando lleguemos a encontrarlo será el más gratificante porque las cosas bien hechas siempren traen su recompensa a pesar de las zancadillas. Estoy totalmente convencida que algún día podrás transcribir la rosa a letra, para que todos los amantes de la lectura podamos disfrutar de su aroma y esencia.
    Me encanta el camino que has elegido para tu Aleph particular.

  7. Mariajo

    Siguiendo las enseñanzas de un hombre asombroso, no sigas ningún camino,porque te llevará donde ya ha estado alguien…..sigue construyendote el tuyo…

  8. Rosana

    Hola,

    Muy constructivo sobre todo si ya sabes que hacer con las piedras que has recogido, por lo menos en tu caso, has decidido construir un camino como si cada piedra fuese una palabra y cada una de ellas constituyese un lugar por el que poder pasear y reflexionar.

    En mi caso aún no sé que haré con las piedras que me encuentre por el camino, quizás haga como con las pequeñas conchas del mar, buscar un nuevo lugar como una botellita de cristal en las que ubicarlas.

    Suerte con el camino y a no tropezarse con las piedras.

    Un saludo, chao.

  9. 75

    Tiene muy buena pinta el camino. Yo recogí el año pasado algunos cantos del río para el jardín, pero no forman parte de ningún camino. Prefiero andar por el césped, eligiendo sobre la marcha la ruta.

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