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Yo no olvido

Hoy se cumplen ciento cuarenta años de aquella masacre.
Las diversas fuentes no coinciden en el número, pero se cree, que fueron unas cuatrocientas personas, entre hombres, mujeres y niños, las que murieron en el Parque de Artillería de Cartagena, el 6 de enero de 1874; gentes que se refugiaron entre los muros del cuartel de los intensos bombardeos que sufrió la ciudad durante su Revolución Cantonal y que quedó, tras la contienda, con veintiséis casas en pie.
Un proyectil de las fuerzas sitiadoras que impactó en el polvorín del acuartelamiento, provocó la voladura que les arrebató la vida.
Hoy, cuando tantos contertulios televisivos y radiofónicos e intelectuales de todo pelaje, políticos y demás patulea, aluden al grito de «Viva Cartagena» para denostar a cualquier territorio que pretenda ver reconocida su singularidad y cuando se emplea esa voz, para ridiculizar a los que la gritaron y murieron por ella, les preguntaría…
¿Es malo prohibir el trabajo infantil?
¿Es pernicioso para la sociedad abolir la esclavitud?
¿Es innecesario pelear por la dignidad de las personas y por conseguir condiciones laborales y de salud pública, dignas?
¿Hace mal un ejército como el cantonal, cuando en su levantamiento, en vez de pasar por las armas a los vencidos, les despide pagándoles una cantidad superior a sus legítimas soldadas mientras les presenta armas en señal de reconocimiento?
Pues todo eso hicieron, y por todo eso lucharon y murieron, los que gritaron ¡Viva Cartagena!
Qué injusto es que a las puertas de ese Parque, hoy museo, nadie se haya acordado de poner una triste placa en recuerdo de aquellos inocentes que pelearon como un pueblo orgulloso, para que hoy disfrutemos de libertad.
No. No busquen en estas líneas a un independentista, pero tampoco a ningún desmemoriado cuentista.
Si me duele esa parte de la memoria histórica -que nadie quiere recordar-, es precisamente, porque me sé y me siento español.
Como también eran españoles esos paisanos cartageneros que desde mucho antes, desde 1833 concretamente, vieron como se les represaliaba, arrebatandoles la provincia, por haber luchado junto a los liberales y en contra del absolutismo.
Mucha sangre derramada, para que en España, ustedes y yo, hoy, podamos vivir en democracia.
Mal se lo hemos pagado a esa milenaria y heroica ciudad ¿no les parece?
Pero esta columna quiere ser un homenaje a los héroes del Parque de Artillería y como siempre les pido a mis amigos, a los irreductibles soñadores que trabajan para devolverle a Cartagena lo que unos le quitaron y otros, aún hoy, le siguen negando: dejad allí en mi nombre, unas flores a nuestros antepasados, de la misma manera que yo dejo aquí estas palabras en recuerdo a su memoria; porque nunca podremos pagarles su generosidad, su sacrificio y su valor.

 
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2 de respuestas

  1. bleda

    Joder, llevo viviendo en Cartagena un monton de años, y es la primera vez que oigo esta masacre de Cartageneros durante la revolución Cantonal.

  2. Pepe

    La Revolución Cantonal tuvo su origen en la negativa del gobierno de la I República a convertir el Estado en República Federal.
    Se alzaron multitud de cantones por toda la geografía española en reclamación de esa propuesta y el Gobierno Central los reprimió con dureza. Solo resistieron Málaga (un par de meses) y sobre todo Cartagena, que por ser Plaza Fuerte y contar con el apoyo de la Marina de Guerra, resistió desde Julio de 1873 a Enero de 1874, sufriendo un asedio, bloqueo y bombardeos inmisericordes. La población civil se puso de lado de las Fuerzas Armadas y viceversa y supieron resistir estoicamente, hasta que una de las fortalezas (el castillo de la Atalaya) cayó en manos enemigas y masacraba desde su altura a la población.
    Defendieron y murieron por lo que creían y eso les honrará eternamente, al margen de si fué una empresa arriesgada, improcedente o romántica.
    Que aquellos héroes, sencillos, humildes y anónimos, por siermpre ¡¡DESCANSEN EN PAZ!!

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