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Spain, the British colony. El artículo que nunca debí escribir

La que me va a caer por escribirles este artículo.
Les comentaba la semana pasada, que durante unos años viví en Alicante.
Hoy, al hilo de la abundante información y desinformación que se lanzan España y el Reino Unido desde este verano por el conflicto en Gibraltar, he recordado un desagradable episodio que me tocó sufrir en cierta localidad alicantina en aquella época.
Como un incauto, quise que me atendieran en un bar de ambiente inglés, y el tipo que regentaba el local, me hizo el vacío hasta que ante mi tozudez, me escupió en un inglés plagado de expresiones de un zafio cockney, que no entendía el español.
Ni corto ni perezoso llamé a la Policía Local. Cuando se personaron los agentes, les narré con todo lujo de detalles como aquel hijo de la Gran Bretaña se negaba a atenderme en el idioma oficial del país, lo que camuflaba evidentemente, un solapado derecho de admisión, a todas luces ilegal.
Los guripas se lo explicaron rápidamente al fulano y además de pedirle todos los libros del establecimiento, ante la falta de limpieza que demandaba el tugurio, hicieron las gestiones pertinentes para que se acercara un técnico de sanidad hasta allí, para que comprobase la salubridad del local.
Este verano, tantos años después, compruebo que en la zona de playa de cierto hotel de la ribera del Mar Menor, mientras todos los turistas patrios se reparten por aquella franja arenosa, en un apartado, un chiringuito de alquiler de patines náuticos, con su bandera de la Union Jack y la bandera pirata, izadas a la par –muy apropiada la relación entre ambas, por cierto–, se mantiene alejado de los bañistas españoles, como un nuevo peñón británico en plena comarca de Cartagena.
Pero hay más. Me desplazo hasta una localidad cercana donde poseo una casita, y me encuentro que los locales para ingleses, incluido un british market, crecen como esporas año tras año.
Les animo a que hagan la prueba de entrar en cualquiera de ellos y aguanten el tipo ante las miradas y los comentarios de los británicos.
Los ingleses ya no nos cortan el cuello, como antaño, pero siguen sin querer mezclarse con los españoles. Les damos asco.
Hay quien dice que existen especímenes de ingleses que nos respetan y que unos pocos, incluso, nos aprecian; pero de ser cierto, estamos ante casos inexplicables. Como los de los OVNIS. Todo español ha visto alguno, al menos, una vez en su vida.
Puede que algunos de ustedes caigan en la tentación de pensar que estoy presentándoles una columna facilona e incendiaria, pero no es así.
He vivido una temporada en cierto pueblecito de la campiña inglesa, situado en el distrito londinense de Bromley y además, he tenido a un familiar cercano, destinado durante unos cuantos años en la Embajada española en Londres y sé de lo que les hablo.
Que conocemos perfectamente la idiosincrasia británica, vaya.
Verán, los ingleses medianamente civilizados, vienen a nuestro país y disfrutan de nuestro clima, de nuestra gastronomía, de nuestros precios y de nuestra hospitalidad. Y de nuestra estupidez congénita.
Se retiran al sol español y en un magnánimo acceso de generosidad, incluso nos saludan, pero nos siguen considerando una raza inferior.
Los sajones no pueden evitar sentirse superiores a los latinos. Va en su ADN.
Por contra, los ingleses por civilizar, mean, cagan y vomitan en nuestras calles y playas de Mallorca, Benidorm, Salou, y en donde se les ponga en la minga. Que para eso pagan.
Así que, no es de extrañar lo que viene sucediendo en Gibraltar.
Poco me parece.
Nos llevamos ahora las manos a la cabeza por los bloques arrojados por la colonia en la Bahía de Algeciras, o porque estén construyendo una urbanización de lujo, valiéndose de nuestra propia arena, en aguas españolas.
La pregunta es ¿qué podíamos esperar de personas que nos ven como a sus camareros y fregonas?
Acepto apuestas a que Gran Bretaña ya está sopesando la posibilidad de aumentar las millas de esas aguas para colonizarlas.Al tiempo.
Por cierto y al hilo del tema de las aguas, ahora comprenderán, lo que muchos dijimos a los indocumentados de turno que clamaron al cielo cuando España recuperó el islote de Perejil.
Deben de saber, que cuando un país A pone un pie en un territorio, si otro país B no lo reclama, pasado un tiempo ajustado al Derecho Internacional, el país A pincha la punta de un compás sobre el territorio ocupado, traza un radio de las millas convenientes y éstas pasan a su soberanía, con todo lo que ello implica a nivel económico y geoestratégico que ahora no vamos a tratar aquí.
Y eso, es lo que vamos a ver en Gibraltar. Ni más, ni menos.
Podemos hacer ironías sobre el asunto, podemos tratar a los que se preocupan por nuestro territorio como a unos fachas y tildarles de falangistas, podemos sacarles coplas e incluso, podemos escribir artículos como éste, pero les aseguro que todo eso, no valdrá para nada, porque Gran Bretaña es una potencia mundial y nosotros, somos lo que somos.
Diecisiete españitas peleadas. Así que lo tenemos mal.
De momento, podemos satisfacernos haciendo chistes con los manidos chascarrrillos de que en verano, en España, nueve de cada diez inglesas no llevan bragas, y el olor a Eau de Porcin que dejan los ingleses a su paso con sus antihigiénicos calcetines cuando pasean en sandalias.
Podemos incluso, en un alarde de genialidad hispánica, firmar una iniciativa en Change.Org  para que en adelante, se le haga un tacto rectal a cada británico que cruce la verja de Gibraltar, y así, los ingleses aprovechen al cien por cien nuestro sistema sanitario.
Pero la verdad sea dicha. Hoy, visto el uso de nuestro país que hacen estos tíos y el trato que nos dispensan, comprobaremos muy a nuestro pesar, que España entera, es una colonia británica.
Y ahora me pregunto, ya que nuestra cotidianidad económica, política y social es angustiosa y viendo el tren de vida en el que se mueven los gibraltareños, ¿no nos saldría a cuenta a los españoles el que solicitáramos la nacionalidad británica?
Total, solo podríamos mejorar.

 
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4 de respuestas

  1. Les solía decir a mis alumnos (en los tiempos que escuchaban)que no hay mejor nacionalidad que la británica para pedir las cosas «por favor», «con permiso», o dar el consabido «gracias», no hay gente mejor educada, siempre que no se trate de apropiarse de tierras que no les pertenecen, como en nuestras Malvinas, por ejemplo.
    Es una pena, porque bien podrían erigirse como uno de los ejemplos a seguir si no fuera que son más sus vicios que sus virtudes.
    Un artículo bueno, sin tapujos ni medias tintas Miguel.

  2. Koto

    Valiente,directo,…entre «ceja y ceja»,como deben ser las cosas.Lo malo de esto querido amigo,es que como «país»,conquistado,reconquistado,y absolutamente reconquistable como,cuando y quienes quieran,pincharan su bandera multicolor como bien dices en cualquiera de nuestras tierras y las harán suyas,nos «pirrian» las banderitas de colores,es mas diría que nos «pirria» mas ese pequeño toquecito de sumisión que nos persigue desde tiempos inmemoriales.»Semos como semos,y no tenemos remedio».Enhorabuena Miguel. Un abrazo.

  3. José López

    León Felipe sabía lo que decía. Antología Rota (Editorial Losada)
    Vieja raposa

    Abajo quedas tú, Inglaterra,
    vieja raposa avarienta,
    que tiene parada la Historia de Occidente hace
    más de tres siglos,
    y encadenado a Don Quijote.
    Cuando acabe tu vida
    y vengas ante la Historia grande
    donde te aguardo yo,
    ¿qué vas a decir?
    ¿Qué astucia nueva vas a inventar entonces para
    engañar a Dios?
    ¡Raposa!
    ¡Hija de raposos!
    Italia es más noble que tú
    Y Alemania también.
    En su rapiña y en sus crímenes
    hay un turbio hálito nietzscheano de heroísmo, en
    el que no pueden respirar los mercaderes,
    un gesto impetuoso y confuso de jugárselo todo a
    la última carta,
    que no pueden comprender los hombres pragmáticos.
    Cuando abran sus puertas a los vientos del mundo,
    cuando las abran de par en par
    y pase por ellas la justicia
    y la democracia heroica del hombre,
    yo pactaré con las dos para echar sobre tu cara
    de vieja raposa sin dignidad y sin amor,
    toda la saliva y todo el excremento del mundo.
    ¡Vieja raposa avarienta,
    has escondido,
    soterrada en el corral,
    la llave milagrosa que abre la puerta diamantina
    de la Historia….
    ¡No sabes nada!
    ¡No entiendes nada y te metes en todas las casas
    a cerrar las ventanas
    y a cegar la luz de las estrellas!
    ¡Y los hombres te ven y te dejan!
    Te dejan porque creen que se le han acabado los
    rayos a Júpiter.
    Pero las estrellas no duermen.
    Tu imperio es solo una torre artificiosa de
    ambiciones encadenadas
    que se las llevará el viento como las cuentas
    vencidas de un avaro monstruoso.
    A la larga, la Historia es mía, porque yo soy el
    Hombre
    y tú eres sólo un trust de mercaderes.
    Vieja raposa avarienta,
    has amontonado tu rapiña detrás de la puerta,
    y tus hijos ahora no pueden abrirla para que
    entren
    los primeros rayos de la aurora del mundo…
    ¡Eres un gran mercader!
    ¡Eres un gran mercader!
    Sabes llevar muy bien
    las cuentas de la cocina
    y piensas que yo no sé contar.
    ¡Sí, sé contar!
    He contado mis muertos.
    Los he contado a todos,
    los he contado uno por uno.
    Los he contado en Madrid,
    los he contado en Oviedo,
    los he contado en Málaga,
    los he contado en Guernica,
    los he contado en Bilbao….
    Los he contado en todas las trincheras;
    en los hospitales,
    en los depósitos de los cementerios,
    en las cunetas de las carreteras,
    en los escombros de las casas bombardeadas
    (resbalando en la sangre,
    tanteando en las sombras y en las ruinas).
    Contando muertos este otoño, en el Paseo del
    Prado,
    creí una noche que caminaba sobre barro, y eran
    sesos humanos
    que llevé por mucho tiempo pegado a las suelas de
    mis zapatos.
    Los he contado en las plazas y en los parques.
    He visto a un niño con la cabeza rota y doblada
    sobre un velocípedo,
    en una plaza solitaria, cuando todos habían huido
    a los refugios.
    El 18 de noviembre, solo en un sótano de
    cadáveres,
    conté trescientos niños muertos.
    Los he contado en los carros de las ambulancias,
    en los hoteles,
    en los tranvías,
    en el metro,
    en las mañanas lívidas, en las noches negras sin
    alumbrado y sin estrellas…..
    Y en tu conciencia todos ¡Raposa!….
    y todos te los he cargado a tu cuenta…..
    ¡Ya ves si sé contar!
    Eres la vieja portera del mundo de Occidente…
    Tienes desde hace mucho tiempo las llaves de
    todos los postigos de Europa,
    Y puedes dejar entrar y salir por ellos a quien
    se te antoje.
    Y ahora por cobardía,
    Por cobardía y avaricia nada más,
    Porque quieres guardar tu despensa hasta el
    último día de la Historia,
    has dejado meterse en mi solar
    a los raposos y a los lobos confabulados del
    mundo
    para que se sacien en mi sangre
    y no pidan enseguida la tuya.
    Pero ya la pedirán,
    ya la pedirán las estrellas.
    La Historia es larga,
    el Hombre eterno,
    y tu eres sólo la sombra pasajera de la avaricia.
    Oye, Raposa:
    Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo de las
    grandes auroras de Occidente.
    Ayer sobre mi sangre mañanera, el mundo burgués
    edificó en América
    todas sus factorías y mercados.
    Sobre mis muertos de hoy, el mundo de mañana
    levantará
    la Primera casa del Hombre.
    Y yo volveré,
    volveré porque aún hay lanzas y hiel sobre la
    Tierra.
    Volveré,
    volveré con mi pecho y con la aurora otra vez.

  4. Alicia

    Me encanta este artículo, mejor no lo has podido decir. Me recuerda las charlas que daba sobre los estereotipos de la población inmigrante. A estos no se les considera inmigrantes, porque tienen medios económicos, pero a los que se juegan la vida por venir a España, los que dejan a sus familias, amigos en sus paises de origen, a esos sí, son los inmigrantes que no queremos. Y ahora nos quejamos, siempre hay por medio intereses politicos y económicos, pero los sociales y humanos se dejan a un lado. Y me pregunto ¿que pasaría si Marruecos actuara con Ceuta y Melilla, de la misma forma que España con Gibraltar?, o ¿si intentaramos aumentar territorio en las aguas del estrecho?, ni me imagino lo que harían los árabes (y no lo digo en tono despectivo). Permiteme que te diga, que me ha gustado mucho este artículo y probablemente si tengo que dar alguna conferencia más, en alguna ocasión, lea tu artículo (siempre con tu permiso). Un saludo

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