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50 pesados de Grey

El otro día un amigo compartía en Facebook las primeras opiniones de periodistas y críticos tras el estreno mundial de 50 sombras de Grey. Y añadía que les gustaría leer la mía.

Pero no he leído el libro… ni lo voy a leer. Y tampoco he visto la película… ni la voy a ver.

Aun así, durante unos minutos se me pasó por la cabeza ir al cine y escribir sobre ella. Aunque ya hubiese preguntado sobre la novela a varias personas que la han leído, llegando a la conclusión de que no me interesa. Aunque solo fuera por la «satisfacción» de poner a caer de un burro un fenómeno de masas y hacer un par de chistes a costa de sus millones de fans. Entonces recordé aquella secuencia de Aterriza como puedas en que los pasajeros hacen cola para dar de hostias a una mujer histérica. Otro borrego más que, en lugar de preocuparse de salvar el culo… libera estrés machacando a quién ya está machacando el resto. Y cuyo único «delito», en el caso de E.L. James, es estar ganando un montón de pasta por escribir tres libros.

¿Tenía sentido invertir tiempo y dinero en ver una película que no me interesa para ponerla a caldo? Si algo no te interesa… ¿para qué hablar de ello? Sobre todo cuando hay una legión enfervorecida dispuesta a hacerlo. Y, lo que es peor, la mayoría, ignorante. Porque no hay nada más estúpido que hablar sin conocimiento de causa. O lo que es lo mismo: sin haber visto la película… ni leído el libro. Con comentarios tan brillantes como «aquí es donde uno comprende el negocio literario: que justamente es un negocio y que la calidad se la pasan por el ojete».

Un negocio es un negocio: muy bien, acabas de descubrir América…

«Y uno se mata por escribir bien, se esmera por el texto… y no tiene ninguna importancia».

Acabáramos, otro genio incomprendido…

«Qué les importa a las editoriales si está escrito para el orto si les deja millones».

Insisto, es un negocio, no una ONG…

«Claro, uno lo dice así y parece que le invade la envidia».

Qué va…

«No olvidemos que la autora ya lleva ganados unos lindos noventa millones».

Ole por ella…

«¿A quién no le gustaría pegar un pelotazo así? Pero, ¿me sentiría conforme?»

Tal vez E.L. James no piensa que su trilogía está escrita «para el orto» y se siente tan orgullosa y conforme con lo que ha escrito, como te puedas sentir tú con lo que escribes… Pero vamos, que si un día te ocurre algo parecido, siempre puedes donar el dinero a una ONG…

«Escribir una gilada de esas lo hace cualquiera. Escribir algo que trascienda, no».

Ya estamos. Más genios por descubrir. Yo no sé si podría escribir tres novelas con la premisa de 50 sombras de Grey, que guste a tanta gente y, según dicen, revitalice la vida sexual de miles de mujeres. Minimizar ese «mérito» es tan prepotente como creerse capaz de repetirlo. Porque conseguirlo no supone ser mejor o peor escritor. Porque cada uno escribe y lee lo que le sale de los cojones. Y presuponer que quien lee lo que para ti es basura es un ignorante… te hace más ignorante. Una inyección de victimismo infantil que no te hace ningún bien. Sobre todo si tu objetivo es publicar. Porque vas a culpar de tu «fracaso» al «éxito» de otros. Y al criterio de quienes los leen. El público. Cuando, quizá, si aún no te han publicado es porque lo que escribes aún no es suficientemente bueno, o no es este el momento ni el lugar. Porque quizá deberías tener un poco más de paciencia y confianza en ti mismo. O preocuparte más de qué escribes tú… y no de qué escriben los demás. Porque, quizá, en lugar de quejarte y lamentarte lo que deberías hacer es seguir escribiendo.

O quizá sea que nos hemos terminando creyendo que para conseguir una carrera musical basta con tener un padrino… o cierta gracia y participar en un talent show. Que para ser tertuliano basta con echarse un novio torero… o tener muy mala hostia y meterse en Gran Hermano. Que para ser presentador de televisión no hace falta estudiar… solo hay que tener labia y presentarse a un casting. Que para protagonizar una película basta con ser guapo o hijo de… Que para ser chef basta con ser un cocinillas y demostrarlo en Master Chef. Que para publicar una novela basta con escribirla. Que si las editoriales la rechazan es porque no tienen ni puta idea. Y entonces, antes que escribir otra, y otra, y otra… las que hagan falta, pago por publicar a una editorial (esta vez sí, de mierda). Y luego te llevas las manos a la cabeza porque no tienen distribución, ni promoción… ni nada. O la subes a Internet. O la publicas en Amazon. Y sería cojonudo si no se corriese el riego de banalizar el mundo editorial. De creerse por encima de todo. Como un estudiante de medicina que catea un examen porque el profesor no tiene ni puta idea y se monta una consulta clandestina. O aquel que aprendió a conducir de pequeño en su pueblo pero no «le aprueban»el teórico ni de guasa y coge el coche sin carnet. O comprar un equipo de fútbol para que tu hijo, que no sabe ni atarse las botas, juegue en Primera.

Sí, ya lo sé, estoy exageraando… a fin de cuentas, el estudiante puede poner en peligro la vida de un paciente (igual que cualquier médico) y el conductor puede tener un accidente (aunque sea con carnet)… Pero publicar un libro no es para tanto, Juanlu.

Efectivamente.

Así que piensa en la que le está cayendo a E.L. James por haber publicado tres y tener un éxito brutal.

¿Le ha tocado la lotería?

Puede.

O quizá estaba en el momento justo en el momento adecuado…

O tuvo paciencia y confianza en sí misma…

Hasta que alguien le dijo SÍ.

Así que déjate de gilipolleces y si lo que quieres es publicar…

ESCRIBE Y DEJA ESCRIBIR.

LEE Y DEJA LEER.

 

 

 

 
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3 de respuestas

  1. Esther González

    Creo que, efectivamente, cada uno debe centrarse en su escritura.
    Los valores o creencias que, conscientemente o no, se involucren en los textos es cosa de cada cual.
    Yo prefiero una novela a un producto (o no, puede depender del momento), pero los tiempos no han sido casi nunca fáciles para los creadores.
    Saludos, Juan Luis.

  2. Diego

    Pues eso Juanlu haber si consigues dar tu con la la tecla y me invitas a comer por ahí a un buen restaurante «Sin gluten»

  3. Estos libros de “Porn for Dummies” narran la historia de Christian Grey un tipo abusivo que se aprovecha de una tonta insegura llamada Anastasia Steele (me imagino que no estaban disponibles más nombres de bailarina erótica que le podrían poner) y lo hacen pasar por una relación sana, intentando tapar todos los látigos y nalgadas con que en el último libro se enamoran y son felices para siempre (¿de verdad?). A ninguna mujer psicológicamente estable puede gustarle semejante historia.

    Te invito a leer mis comentarios en mi blog: https://erudeite.wordpress.com/

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