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Si no me das la paga… te mato

Estas podrían haber sido las últimas palabras de Tommy Gilbert Jr. , de 30 años, antes de disparar a su padre con una Glock del calibre 40… y matarlo.

La razón: que su padre, Thomas Gilbert Sr., de 70 años, financiero de Wall Street, fundador del fondo Wainscott Capital Partners, con más de 200 millones de dólares en activos, y propietario en los exclusivos Hamptons de Nueva York de una casa valorada en 11 millones de dólares, le había amenazado con reducir su «paga» mensual de 3.000 a 2.600 dólares.

400 dólares menos. Una minucia para una familia acostumbrada al lujo, a los clubes elitistas y que había pagado los estudios de Tommy en colegios selectos por los que antes habían pasado, por ejemplo, el rey de Jordania o David Rockefeller Jr.

Por algo dicen que no es oro todo lo que reluce… Y es que bajo la apariencia de un joven seductor y milloneti que se codeaba con la alta sociedad de la ciudad que nunca duerme y aparecía en fiestas y saraos acompañado de bellas modelos, escondía un lado oscuro (que no Grey…), cocinado por no tener trabajo pero sí un montón de deudas, padecer problemas mentales y ser perseguido por la justicia por, presuntamente, haber prendido fuego a la mansión de la familia de un amigo (con amigos así quién quiere enemigos…) e incluso matado al perro que la custodiaba porque ambos estaban enamorados de la misma chica.

Es decir, la educación recibida en centros de a 50.000 dólares la matrícula no pudo evitar que Tommy asesinase a su padre. Cuenta su ex novia, Anna Rothschild, casi 20 años mayor que él, que durante los cuatro meses que estuvieron juntos (es mis tiempos eso era un rollo, no tener pareja…), el chaval solo era feliz en el gimnasio o haciendo surf, no tenía Facebook, Twitter o Instagram (ay, Virgen Santa…) y las únicas llamadas que recibía eran las de su madre.

Conclusión: Tommy era un peligroso cruce entre Bodhi, Norman Bates y el joven John Connor de Terminator 2. Sí, porque el bueno de Tommy tenía en su casa, además del arma con que mató a su padre, un lector de tarjetas de crédito y un dispositivo para falsificarlas.

Material de primera para una película que podría hablarnos de la doble moral americana y la fábrica de juguetes rotos en que se ha convertido su sociedad capitalista.

Ahora Tommy está en la cárcel. Y será en el juicio cuando salga a la luz la verdad de todo. Por qué tenía tantas deudas. Y si 400 dólares fueron la verdadera razón para matar a su padre millonario.

Quizá acabe compartiendo celda con Christopher Wetmore, de 25 años, o Jack DeNormandie, de 20, otros que tomaron la vía del crimen, aparentemente sin necesitarlo. Porque son modelos de pasarela. Y aunque el salario medio de un modelo masculino en Nueva York es de 60.000 dólares al año, ellos decidieron que no era suficiente. Y fueron pillados vendiendo LSD y cocaína por valor de 2.500 a un cliente que resultó ser policía.

Qué coño, al final va a resultar que ser guapo con pasta es una putada…

O que tener dinero y oportunidades puede salirte caro…

O que el verdadero problema es que todo lo que consigas en la vida sea…

Por la CARA.

 

 

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